Los Pedroches
Cerro del Cuerno/1Con frecuencia suele decirse que Los Pedroches son una comarca que mezcla características de Andalucía, Extremadura y Castilla. Así dicho, nunca se sabe muy bien si se trata de un elogio o de una censura. Hace poco, sin embargo, leí unas líneas del eminente geólogo y geógrafo Juan Carandell Pericay que me hicieron reflexionar: “el rebasar el vuelo hacia el norte [de Córdoba] supondría observar un país de granitos, pizarras, calizas antiguas, totalmente distinto, en que el suelo, la flora, la fauna, el hombre en su habla, en sus costumbres, en su habitación, en la construcción de los pueblos, etc., es algo que ni es genuinamente andaluz ni genuinamente manchego o castellano”. Se trataría ahora, pues, de interpretar a la comarca no como mezcla de otras culturas sino como algo realmente distinto de aquellas que la rodean.
Que Los Pedroches tienen una personalidad propia es algo que nadie puede discutir, no sólo desde el punto de vista geográfico, al constituir una de las comarcas naturales mejor definidas de España, sino también desde el histórico y, sobre todo, cultural, por presentar una serie de rasgos distintivos que no deben ser interpretados solamente como mezcla o influencia de las regiones circundantes, sino como una creación propia de sus habitantes a partir de lo que han vivido, conocido y sentido. Así hemos de entenderlo si queremos reivindicar el valor de lo nuestro, dejando ya de considerar que lo auténticamente preciado siempre es de otros.
Entre esos rasgos distintivos de la gente de Los Pedroches me niego a considerar que uno de ellos es la resignación, como algunas veces se ha dicho. Muchas veces a lo largo de la historia los pedrocheños se han enfrentado con los poderes establecidos para reivindicar aquello que les pertenecía legítimamente, aunque no siempre con fortuna. No cabe en los límites de este artículo abundar en ello, pero la lucha de nuestros antepasados por conservar la propiedad comunal de las dehesas constituye un ejemplo tan grande de tenacidad que debería estudiarse en las escuelas de nuestros pueblos.
Porque la resignación no es una de nuestras características genéticas, la gente de Los Pedroches debe rebelarse ante imposiciones que resultan del todo intolerables y que no deben ser asumidas sin más. Debe oírse la voz de la comarca contra el trazado de la autopista, contra el cementerio nuclear, contra el aislamiento secular, contra la destrucción del patrimonio histórico, contra la no declaración de nuestro encinar como reserva de la Biosfera, contra la edificación urbanística especulativa... Contra errores e injusticias no siempre venidas de fuera, sino con frecuencia provocadas por nuestros propios gobernantes. A ellos nos corresponde decirles, en primer lugar, que esto no es Castilla ni Andalucía, sino Los Pedroches, nuestra tierra.
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