Antonio Jesús Torralbo, presidente de la D.O. Los Pedroches. [Foto: Diario Córdoba]
Cuando Antonio Jesús Torralbo, ganadero y presidente de la Denominación de Origen Los Pedroches,
dice en el diario Córdoba "Creo que los productores de la Denominación de Origen Los Pedroches no necesitan que nadie venga a decirnos cómo hay que proteger un territorio, porque lo venimos haciendo desde siempre", no se refiere a Los Pedroches en su conjunto, sino a una parte de ellos. Constato que la expresión de Torralbo contiene un mensaje ideológico subliminal improcedente para el cargo (en la estructura profunda parece entenderse "nadie de esos que están sentados en los despachos", "los ecologistas", etc.), pero quiero centrarme ahora en otra cosa.
Sin necesidad de mayores demostraciones empíricas, la mera observación permite distinguir la división paisajística que se verifica en la zona central de Los Pedroches (sin tener en cuenta ahora la sierra ni los montes de Santa Eufemia). Tomando a la localidad de Pozoblanco como eje, nos percataremos enseguida de la diferente situación del encinar en el lado este y en el oeste. La realidad actual del paisaje es consecuencia de la actuación humana sobre el complejo vegetal que se inició tras la llamada Reconquista, un largo proceso histórico que ahora no procede abordar, pero su última fase de alteración podría datarse de 1940 hacia acá, cuando, según el profesor Bartolomé Valle Buenestado (Geografía agraria de Los Pedroches, pág. 99), en la subcomarca occidental, por motivos agrícolas principalmente, se erradicaron las encinas que habían sobrevivido a procesos destructivos anteriores, mientras que en la oriental la dehesa consiguió estabilizarse e incluso mejorar. El triunfo de la ganadería intensiva en la parte occidental a partir de los años 60 del siglo pasado no hizo sino profundizar esta división.
Lo cierto es que en la actualidad los términos de Villanueva de Córdoba, Cardeña, Conquista y parte de Pedroche y Torrecampo presentan un encinar sano y denso, regenerado, floreciente y vigoroso, adaptado a los usos de la ganadería extensiva principalmente de cerdo ibérico y vacuno de carne. A estos Pedroches debe ser a los que se refiere Torralbo. Porque en la parte occidental, el escaso encinar que ha sobrevivido ofrece un aspecto mustio, dañado y enfermizo, afectado por la seca y otras plagas, pero sobre todo por la acción nociva de la ganadería intensiva del vacuno de leche. Aquí, a la zona occidental de Los Pedroches, sí convendría que viniera alguien a decirnos cómo proteger el territorio, porque está claro que en el último siglo no hemos sabido hacerlo correctamente.