Mística
O algo así ha sido la experiencia de esta tarde. Siempre me han seducido los cincuenta kilómetros entre Pozoblanco y Cardeña. Pero esta tarde el paisaje tenía un atractivo espectral superior. La lluvia sobre un inexistente atardecer convocaba el escenario, pero la fuerza llegó de los tangos de Aníbal Troilo que salían de una vieja cinta de cassette, que durante mucho tiempo creí perdida y ahora está felizmente recuperada. Recuerdo que la compré en uno de esos saldos de los grandes almacenes, que amontonan en un todo a veinte duros la novena de Beethoven con las rumbas de Camela. Antes me gustaba escarbar por ahí dando oportunidades al azar para encontrar alguna joya perdida, y de vez en cuando ocurría el milagro. Así ocurrió con esta vieja cinta de tangos, que reproduce una grabación de 1941 y que es probablemente el disco que más veces he escuchado en mi vida. Tras varios años de ausencia, hoy he vuelto a vibrar de nuevo, y díganme cómo no, con letras como esta de Miguel Buccino:Vieja,
una duda cruel me aqueja
y es más fuerte que la reja
que me sirve de prision;
no es que me duela
lo fulero de mi encierro
y el estar mismo que un perro
arrumbado en un rincon.
Quiero
que me diga con franqueza
si es verdad que de mi pieza
se hizo dueño otro varon.
Quiero madre, si es cierto que la infame
abusando de mi cana me ha engañao...
Y si es cierto que al purrete lo han dejao
en la casa de los pibes sin hogar...
Si así fuera... amalaya con la perra!
algun día he de salir, y entonces vieja,
se lo juro por la cruz que hice en la reja...
que esta deuda con mi daga he de cobrar!
¿Cabe más historia en menos versos?. Pues a ello, sumen la nostalgia del bandoneon, una carretera desierta y la tristeza de un bosque de encinas bajo la lluvia de marzo y entenderán que cuando, ya a la altura de Azuel, el policía me detuvo sólo pudiera acertar a decirle con la letra de R. Olivieri :
Tabernero que idiotizas
con tus brebajes de fuego,
sigue llenando la copa
con tu maldito veneno.
Hasta verme como un loco
revoleandome en el suelo,
sigue llenando mi copa
buen amigo tabernero...
Cuando me veas borracho,
canturreando un tango obsceno
entre blasfemias y risas
armar camorra a los ebrios,
no me arrojes a la calle,
buen amigo tabernero,
ten en cuenta que me embriago
con tu maldito veneno.
Cualquier juez me absolvería.
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