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Corpus Barga

Cerro del Cuerno/16

Viene apreciándose en los últimos tiempos una feliz recuperación editorial de la obra de Andrés García de la Barga y Gómez de la Serna, Corpus Barga, que va unida a un creciente interés por su persona. En los últimos años se ha reeditado su monumental autobiografía Los pasos contados (Visor/Comunidad de Madrid) y han aparecido colecciones de artículos periodísticos con los títulos Viajes por Italia (Renacimiento) y Paseos por Madrid (Alianza Editorial). En 2001 Isabel del Álamo Triana publicó una completa biografía bajo el título Corpus Barga, el cronista de su siglo (Universidad de Alicante), en la que aporta documentos sobre el autor inéditos hasta la fecha. Aunque nacido en Madrid, Corpus Barga tiene grandes vínculos familiares con Belalcázar, de donde puede considerarse originario y que constituye, en palabras del profesor Arturo Ramoneda, una de las cuatro ciudades del mundo que forman su geografía sentimental. Ello puede comprobarse en el tomo primero de Los pasos contados, obra maestra del memorialismo literario en la que nos cuenta sus antecedentes familiares en Belalcázar, incorporando al relato narraciones costumbristas de la vida en la localidad desde mediados del siglo XIX que resultan del todo deliciosas para un lector de Los Pedroches: la romería de la Virgen de la Antigua, el mayorazgo de doña Gertrudis, el episodio de la Paloma y el Ruño o el del bandolero a sueldo de don Críspulo. Detrás de todo ello, con una prosa bella y pausada, que se detiene en los detalles y no se precipita a los acontecimientos, aún puede percibirse el ambiente feudal y caciquil que se vivía en el solar de los Barga, la servidumbre vergonzante del pueblo llano.

Sorprende, pues, cuando el mundo editorial manifiesta este interés por la figura del exiliado republicano, que visitar la casona de los Bargas que se conserva en Belalcázar proporcione tan grande desazón. Lo que se adivina que debió ser una hermosísima fachada se halla entregada a la desidia más absoluta, con unos puntales ridículos que dicen mucho de la despreocupación por el patrimonio histórico que parece haber en este pueblo, probablemente el que cuenta con un catálogo más amplio de monumentos de interés y a la vez donde éstos de hallan en un estado más lamentable de conservación (véanse el soberbio castillo de los Sotomayor o el convento de San Francisco de los Mártires, por citar algunos). Honrar a nuestros antepasados ilustres habla bien de nosotros mismos y conservar el recuerdo material de su vida entre nosotros es una obligación moral que debemos imponernos para con las generaciones venideras. Belalcázar y Los Pedroches se lo deben a Corpus Barga.

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