La cultura fundamental
En un artículo publicado ayer en el diario El País, José Vidal-Beneyto denuncia algunos de los males que han menguado considerablemente la potencia transformadora de la cultura ("su instrumentalización política cada vez más sistemática, su conversión en mercancía a manos de las multinacionales, su utilización como recurso turístico, la banalización de sus contenidos reducidos a diversión y espectáculo") y defiende el concepto de "excepción" o "diversidad" como necesario para devolver a la cultura a la primera línea en la tarea del cambio social. Precisamente estos días se ha celebrado en Barcelona una reunión del Foro de Porto Alegre con la intención de elaborar una Agenda 21 de la Cultura, una especie de guía para los gobiernos locales para elaborar políticas concretas que favorezcan el desarrollo cultural. La Agenda arranca con una declaración de principios: "La diversidad cultural es el principal patrimonio de la humanidad", y se aleja del concepto de cultura como mercancía frente a una visión global del desarrollo de los ciudadanos. Esta aceptación de la diversidad como fundamento esencial de la cultura no exige, sin embargo, renunciar a la propia identidad, entendida esta, en términos del investigador francés Dominique Wolton, no como identidad cultural-refugio, que se afirma de modo agresivo contra el peligro de la pérdida de referentes, sino como la que llama "relacional", que, aunque busque preservar la identidad, pone en juego la cooperación.De lo general a lo particular. Todavía en la revista de la pasada fiesta de la Cruz, publicada por el Ayuntamiento de Añora, María del Carmen Pérez Torrico, directora de la Unidad Territorial de Empleo, Desarrollo Local y tecnológico de la zona de Pozoblanco, afirma que "contamos con recursos culturales que puestos en valor y comercializados [sic] de forma adecuada podrían suponer un revulsivo para la economía local", mientras que, en la misma publicación, Manuel García Medina, técnico municipal, intenta justificar la actuación sobre las cruces de granito del pueblo, ya denunciada aquí, con su voluntad de conseguir "un encuadre estético apropiado", botones de muestra, entre otros muchos que se podrían encontrar, de los males denunciados por Vidal-Beneyto. Y qué decir del destino dado en algunos municipios a los fondos del Plan de Dinamización Turística de la comarca, que han obviado lo que realmente importa para volcarse en actuaciones secundarias cuando no claramente propagandísticas. Parece que la denuncia de la desprotección en que se encuentra el patrimonio arqueológico y monumental de Los Pedroches, aunque repetitiva, nunca es suficiente, no parece llegar a los oidos que debe. Puede que, como afirma Vidal-Beneyto, "el malogro de la cultura ha sido consecuencia de sus perversiones y de sus éxitos", pero llega ya el momento de deslindar la hojarasca y centrarnos en las raíces fundamentales. No todo es cultura y no puede más que demostrar una gran insensatez quien considera al mismo nivel el fomento de la caza deportiva y, pongamos como ejemplo, la restauración de los frescos de la parroquia del Salvador de Pedroche, considerándolos ambos por igual como manifestaciones culturales producto de la actividad del hombre a lo largo de su historia.
¡Gracias a Noticiario belalcazareño por su portada!
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