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Lo que dijo el Obispo

Entre la multitud de perlas que soltó el Obispo de Córdoba en una conferencia pronunciada recientemente en Pozoblanco, dentro de los actos conmemorativos del IV Centenerio de la Hermandad de Jesús Nazareno, señalo ésta, en palabras de Los Pedroches Información: [El obispo] invitó a los presidentes y juntas de gobierno de las cofradías a rechazar las subvenciones de las instituciones políticas y públicas "porque casi siempre supone un cierto endeudamiento con quienes os las dan, porque eso coarta vuestra libertad". Y entonces, ¿por qué la Iglesia en su conjunto no renuncia a las subvenciones del Estado (máxima institución política y pública), que, a juzgar por su cuantía, tanto deben coartar su libertad?.

El tono general de la filípica del Obispo me ha recordado la actitud de los obispos cordobeses de la segunda mitad del siglo XVIII en contra de las manifestaciones más festivas de religiosidad popular y, en concreto, frente a las celebraciones de Semana Santa, todo ello bien estudiado por Juan Aranda Doncel. Algo debiera haber aprendido el titular de la silla de Osio de sus predecesores, pues, a pesar de sus empeños, no lograron acabar con esa religiosidad tradicional que, muchas veces, es la única que hay bajo el ropaje litúrgico. Y sobre la oportunidad: ¿se imaginan al Obispo de Sevilla diciéndole a las hermandades pasionistas hispalenses:"la Semana Santa ha pasado a ser un espectáculo tradicional, folklórico, estético o costumbrista susceptible de ser considerado de interés turístico, cosa que a mí no me ilusiona nada, más bien me desagrada"?. Que las hermandades de Semana Santa son hoy un elemento preferentemente cultural, donde lo simbólico, estético y folklórico prima sobre lo devocional, es un hecho indiscutible. Cultura, al fin y al cabo, es la propia religión. Quizás el Obispo se llevaría una desagradable sorpresa si se empeñara en quitarle todo este ropaje que tanto le desagrada: podría descubrir que debajo no hay nada.



Corduba 2005

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