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La proyectada remodelación urbananística del eje Prado-Recoletos de Madrid, que comportaría el arranque de un número importante de árboles de gran tamaño y una modificación sustancial del aspecto de su bulevar, ha provocado una serie de sonoras protestas ciudadanas, aireadas con gran amplitud por los medios de comunicación a cuenta de su participación en ellas de la baronesa Thyssen, que se opone visceralmente a la reforma por las implicaciones negativas que, a su juicio, las obras tendrían sobre el Museo Thyssen-Bornemisza.

La atención dedicada por los medios de comunicación a este asunto (que no hace sino mostrar una vez más la paletez y el provincianismo inverso de los medios de comunicación nacionales, de vocación fundamentalmente urbana y acostumbrados a magnificar cualquier tema que afecte a la capital) ha provocado en los últimos días una catarata de cartas al director en los periódicos (único espacio de expresión popular) poniendo de manifiesto numerosos atentados contra el patrimonio natural en España, que se están llevando a cabo en la actualidad o están proyectados, de mucha mayor entidad que el denunciado en Madrid, sin que los medios les hayan dedicado la más mínima atención en sus informaciones.

Véanse, por ejemplo, estas tres muestras tomadas del diario El País:
Comprende uno que los árboles de Madrid valen más que los de los otros sitios. Comprende uno también que no es igual que proteste contra su tala una baronesa que unos miles de plebeyos, aunque seamos todos iguales según la Constitución. Comprende, en fin, incluso uno que tenga más interés para la prensa rosa que aquélla se manifieste junto a los ecologistas a que éstos lo hagan al lado de ella. Sin embargo, no deja de sorprenderle que eso merezca la apertura de todos los telediarios y los periódicos, cuando la construcción de una línea de alta tensión, por ejemplo, entre Asturias y León a través de tres valles vírgenes (los de los ríos Aller, Torío y Curueño), con torres equivalentes a edificios de 10 plantas y pasillos de seguridad de 200 metros (que desforestarán por completo, claro) y a la que se oponen miles de personas, incluida la Diputación Provincial de León y todos los municipios afectados, ni siquiera ha sido noticia en ellos.
¿Habrá que buscar también una baronesa?. (Julio Llamazares, 10-5-2006)

La polémica suscitada estos días en el Prado ha hecho que mucha gente se echara a la calle para apostar por la ecología, la belleza y la vida. Me hizo recordar lo mal que solemos tratar en nuestro país a los árboles.
Hace dos años realicé el Camino de Santiago desde Mérida (Vía de la Plata) desviándome por Puebla de Sanabria (variante sanabresa o mozárabe). En los más de setecientos kilómetros que hice durante aquel buen mes, pasé por muy pocos enclaves de valor botánico semejante a aquel que se halla en el Camino previo a la llegada al lugar de Lubián (Zamora). Entre aquellos castaños centenarios de tronco hueco y robledales umbríos y frondosos tuve incluso la fortuna de ver varios corzos, y el conjunto me sorprendió tanto y tan favorablemente que me prometí volver en cuanto pudiera.
Así lo hice en esta pasada Semana Santa de 2006. Comprobé, a mi pesar, cómo en aquella graciosa corredoira saliendo de Lubián muchos buenos robles y, lo que es peor, alguno de esos extraordinarios castaños, habían sido talados.
Conozco bien la problemática de la precaria economía del campo, pero por la misma razón sé que un enorme castaño en su centro roto y podrido tiene un valor escasísimo o nulo para hacer tablones, y, por tanto, brinda unos ingresos ridículos en comparación con su valor real en términos ecológicos, paisajísticos, históricos y turísticos. En cuanto a que hubieran sido talados para leña (sin duda muy necesaria), deben, en buena lógica, seleccionarse árboles de menor valor.(Juan Manuel Pías Peleteiro, 11-5-2006)

La preferencia de los medios de comunicación por lo nimio es manifiesta. Que la señora Cervera y un coro de oportunistas y curiosos protesten por la tala de 27 árboles en el paseo de Recoletos es perfectamente legítimo. Otra cosa es la atención desmedida que los medios de comunicación dispensan a la noticia.
La batallita política entre Gallardón y Esperanza Aguirre, el posible cambio de ubicación del museo, la figura de mamá Bardem por allí... Ni con un monográfico del tema se consigue dar fuste a todo ese baile.
Ya digo, me parece bien la postura de Carmen Cervera; no así la desproporcionada atención informativa. En otras arboledas no tenemos esa suerte. Así, en Extremadura. Las tropelías son aquí la norma: ocurrencia de montar una refinería de petróleo, una ristra de centrales térmicas, prórroga para el cierre de Almaraz, nuevas autovías carísimas y absolutamente innecesarias, obras como el pantano de Alqueva (el más grande de Europa) absolutamente desproporcionadas, la inexistencia de un programa de investigación de la seca de encinas y alcornoques. Y así podríamos seguir y seguir...
En Extremadura hay un amplísimo movimiento (como no lo ha habido nunca) contra todas estas tropelías. Un movimiento ciudadano y apartidista que se representa muy bien en la Plataforma Ciudadana Refinería No. El vacío informativo en relación con todo este proceso está siendo pavoroso.
En Extremadura no se están ventilando 27 árboles, sino cientos de miles, millones, si no ponemos un límite a tanto disparate. Es imprescindible que se conozca el alcance de lo que estamos denunciando. Aquí está en juego la última posibilidad real para crecer y desarrollarse de forma armónica.
Sigan dedicando páginas y páginas de sus diarios a nimiedades. Sigan elevando a categoría lo que sólo puede ser anecdótico. Sigan dando cancha en sus páginas a la escaramuza política, al comentario vil, a los 27 árboles junto al Thyssen, a las series infantiloides de la televisión...
Pero no monten toda esa seudoinformación a costa de silenciar lo trascendente. Eso es lo grave, porque ese silencio hace cómplice a quien lo guarda. En este caso, cómplice de la demolición controlada y documentada (exactamente, eso son los informes de impacto ambiental) de uno de los edificios más hermosos que han creado el ser humano y la naturaleza: el suroeste de la península Ibérica. (Pedro López Pozo, 12-5-2006)

Aquí, más cerca, también tenemos varias amenazas reales, que escasamente son atendidas por los medios. De lo que esté significando la instalación de la tubería de aguas a Villanueva de Córdoba y de cuántas encinas se hayan visto o vayan a verse "afectadas" por la operación, nada se sabe. Pero lo peor está por llegar: empresarios y partidos políticos de la oposición insisten con fervor en las maravillas que traerá a la comarca la hipotética autopista Toledo-Córdoba (aunque no se detienen a concretarlas: quizás porque sean similares a las del AVE, ya conocidas), sin precisar en ningún momento cuántas baronesas habremos de necesitar para defender las miles de encinas (y no cuento pinos ni olivos) que inevitablemente habrán de ser sacrificadas ante este nuevo dios del progreso. "Total, por unos litros", dice la publicidad institucional que pretende concienciarnos sobre el ahorro de agua. "Total, por unos árboles", dicen ahora empresarios y partidos de la oposición, pretendiendo que el beneficio recibido compensará los destrozos causados. Pero aquí también, como en la publicidad del agua, el total es lo que cuenta: Los Pedroches, Extremadura, Zamora, los valles de Asturias y León...



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