Ingenuidad
Durante todo el siglo, con una periodicidad estacional, los eruditos de la Córdoba capital subían a las fragosidades de lo que ellos llamaban la sierra para, como quien visita mundos aún indómitos, ejercitar luego en sus periódicos el estilo bucólico del explorador rural. En sus crónicas, sin faltar uno, aparecían en dócil desfile todos los tópicos de ese historicismo castizo que tanto gusta al gremio académico: el marqués de Santillana saltarín con sus serranillas, el llano de las bellotas de los geógrafos moros, los golfines que según Bernier romantizaron prematuramente la comarca y la reina Cava de Pedroche con sus torneos en el ruedo. Transmitían siempre una visión lírica muy ajena a la realidad, entendiendo que tal querían sus lectores, o quizás incapaces de expresar un conocimiento más profundo de lo que ante sus ojos aparecía. Con estos brochazos de fantasía se fue modelando durante mucho tiempo una imagen irreal, cargada de sombras y misterio, que quizás seducía a los cordobeses de la capital tanto como hundía a los oriundos de las comarcas del norte, perdidos en su mundo de exotismo y retraso.
Hoy, al leer este artículo de Rafael Castejón (La voz de Córdoba, julio de 1927), he reconocido otra vez ese buenismo condescendiente de los cordobeses de la capital, tan extraños, tan ajenos. Llegan del sabio valle del Guadalquivir a tomar el te de las cinco bajo una encina, derrochando una sonrisa amable mientras toman muestras de la incultura indígena para sus redomas con formol y deshacen creencias con sus certezas. En esta crónica viajera de Castejón al país de los belloteros, el cronista observa el mundo simulando compasiva condescendencia no exenta de desprecio ante quien pretende salir de la hoya en la que los siglos justamente lo depositaron: "Siempre tienen fe en algo. Hoy en el ferrocarril de Puertollano, que pondrá la civilización a sus pies". Dice, y luego se ríe para sus adentros. Y tras contemplar el oro del atardecer, como el rayo verde los de Verne, se torna a la Córdoba de la capital, sin haber aprendido nada, a contar sus vaguedades a los eruditos de la capital, que ya sueñan con cruzar el Calatraveño y experimentar ellos mismos la fantasía de los viajeros románticos lanzados a descubrir el misterio de las tierras sin civilizar.
14 comentarios :
Conocí a D. Rafael Castejón y admiré en él al hombre culto, luchador y emprendedor enel proceloso mundo de la cultura. Era algo más que erudito. Era un hombre de ciencia pero atraido por las letras. Unía por tanto esos dos puntos para ser un hombre clave durante muchos años en la capital y provincia.
Le gustaba recrearse y palpitar con los paisajes y la historia local.
Adivino en ese artículo su admiración por esta comarca. Llevó a barias generaciones de la Facultad de Veterinaria al matadero de Industrias Pecuarias con verdadera admiración ala obra levantada por un grupo de hombres emprendedores de Pozoblanco.
¿En el 27 ya había Kellogg’s, que evitaban molestias y trabajos porque se sirven directamente del paquete?. Pues si no los hubieran traído aquí, se los echamos a los guarros.
Con paquete y todo.
Estoy de acuerdo con el análisis que se hace del artículo, y con esa percepción que se tenía de la Sierra. Sin embargo, no puedo estar con el testarazo que parece dársele al autor con un cierto carácter punitivo. Pues el autor y el texto son de una época y ahí debemos entenderlo (sin enfadarnos con ello, si lo he entendido bien). No hacen otra cosa que arrastrar la rémora del s. XIX con su prisma deformante. Enfoques trasnochados de unos académicos que no vislumbraban más bien poco (retrógrados al máximo). Similares artículos podríamos ver de la misma Córdoba respecto a otros asuntos (de artes, costumbres, etc.).
Extraña un poco, en principio, el espacio que D. Rafael Castejón dedica a Villanueva. Incluso habla de este pueblo y de sus jóvenes como el que los conoce bien. Y fue así. Fue un buen amigo de juventud del entonces secretario del Ayuntamiento jarote. D Juan Ocaña Prados al que visitaba con frecuencia. Lo mismo que también fue amigo de su hijo, D. Juan Ocaña Torrejón. Lo cual no quita que, al dirigirse a sus lectores cordobeses capitalinos, se empeñe en mostrar nuestra comarca como algo exótico y lejano. Fueron aquellos jóvenes que él conoció, inquietos siempre en esa época, hoy un poco dormidos, los que desde semanarios como "Escuela y Despensa", 1913, "Patria", 1919,
"Villanueva", 1929,y "Guía", durante la Guerra Incivil, los que contribuyeron con sus ideales a potenciar, como hoy lo haríamos algunos de nosotros, esta especie de romanticismo poético con que nos gusta presentar literariamente a nuestra zona.
Lo triste de esa situación es que, todavía hoy, los cordobeses de la capital, tan provincianos ellos, siguen pensando en Los Pedroches como territorio Comanche, por lo menos.
Y lo triste, también, es que su horizonte de "aventura" no se situaba junto al lago Victoria, tomando el five o'clock tea sobre manteles de lino y una recua de negritos porteadores del lino y la porcelana inglesa alrededor, sino a poco más de 100 Kms., en Los Pedroches.
Desde Córdoba y desde el valle, ESTO NO ES UN MALDITO VALLE, siempre se ha tratado con superioridad a la gente del norte. Creo sinceramente que esto es debido a una rabieta y a un odio contenido redireccionado hacia los que están peor dentro de lo peor. Es decir, Córdoba ha sido siempre un "quiero y no puedo", donde como decía Gibson, se buscaba el aparentar que se era un señorito y que no trabajabas porque eso de era de gente de baja estofa (el ideal de la época de los Austrias). A la gente del norte siempre, y eso sí que es verdad, más dura y pragmática, eso se la ha traído al fresco. Aquí el que no trabajaba no comía, así de básico. Incluso trabajando tenías muchas posibilidades de quedarte sin "jato". De ahí creo que viene la subyugación a la que las gentes de Los Pedroches nos hemos habituado. La gente de Córdoba menospreciada por Sevilla, ninguneada por Andalucía, ha querido siempre demostrar que "era" más que los demás. Desde Los Pedroches, desprovistos de vías de comunicación, de privilegios, no le quedaba otra que aguantarse. Por eso se nos ha prohibido el derecho a mejorar. Por eso cuando me dicen que no me siento cordobés, no tengo otra que decir, NO, DE LOS PEDROCHES Y A MUCHA HONRA.
Siempre es pensado que los romanticos ,los eruditos y los poetas, son unos pajilleros mentales, (Seguro que no foll_an) que se inventan cosas que no existen y que no estan en un mundo real, solo ven sus ensoñaciones exoticas y cursiladas.
Yo estoy muy a gusto siendo de Los Pedroches, mezcla de andaluces (poco) y de castellanos. Con toda nuestra sobriedad, dejados de la mano de Dios, sin comunicaciones desde el tiempo de Carlitos III... pero, afortunadamente, sabemos trabajar, no nos importa trabajar y que se vea; no hemos tenido a ningún marqués o duquesito chuleándonos (las vacas del señor de Santa Eufemia se las comieron los vecinos de Pedroche para que dejara de meterlas en sus pastos)y, afortunadamente, esta tierra dura y difícil ahuyentaba a los moscones. Así es que somos lo que somos y a mucha honra. Y eso sí, el ninguneo de los habitantes de la ciudad, tan planchaditos ellos (se ve que no gastan prisas), es un poco sangrante. Tendremos que espabilar y que nos tengan en cuenta, pero eso, ya, depende de nosotros. Y ésto no es un valle, además.
todo esto es en serio? El articulo responde a una epoca pasada en la que todavía algunos de los profetas que venden la imagen de nuestra comarca fuera se recrean. Y lo peor, le reimos las gracias. Ademas, algunos anónimos con un nacionalismo vasco trasnochado sacan a la luz frustraciones, envidias, pero tambien humillaciones y olvidos de los dirigentes (reyes, dictadores, republicanos, sociatas, peperos, etc.) no tanto de esos señoritos de la capital (la misma imagen topica aplica a los jarotes por los tarugos o d cardeña y a tarugos, no en lo señoritos pero si en lo suyos, por otros pueblos). Tópicos que demuestran incultura. Ahora a atacarme.
Quizás te atacariamos si supiéramos lo que quieres decir, pero en ese fárrago no se entiende nada
Estoy con el último anónimo: no me he enterao de na, pero si quieres que te ataquemos, preparate: UH. (Ala, y ahora, te aguantas).
¿nacionalismo vasco trasnochado? ¿frustraciones? Este tío no se entera y, además, estoy de acuerdo con los dos últimos comentarios: nos gustaría atacar si se entendiera. Y los "señoritos" de la capital tampoco se enteran. Quizá a estos últimos les gustaría ver en Los Pedroches escenitas costumbristas: grupos de labriegos/porqueros haciendo migas bajo las encinas para que nos vean los que pasan por la carretera y así ellos creen que están viajando por tierras lejanas (buscando las fuentes del Nilo azul, por ejemplo).
Anda, anda, que lo más que han salido es hasta Fuengirola.
La prensa de la capital tampoco se acuerda de la "sierra". Contad las noticias diarias de la campiña y comparadlas con las de la sierra: 15 a 0.(Para lo único que se acuerdan es por los sucesos).
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