Me ha parecido oportuno tomar prestada la idea que
Juana Castro expresa hoy en los
Cuadernos del Sur referida a la poesía para aplicarla a la cultura en Los Pedroches de los últimos tiempos. Evanescencia. Eso veo yo también. Nada.
Ayer mismo me refería a las presentaciones de libros y alguien apostilla acertadamente en los comentarios su naturaleza meramente aparencial. Pocos leen, en realidad, esos libros. No hablemos de las grandes obras que acuden al teatro El Silo de Pozoblanco para encontrarse con una sala semivacía de público. O que interesantísimas actuaciones de músicas alternativas hayan de hacerse en espacios de pequeño formato (como la casa del Pozo Viejo o El Mirador) para disimular así su acogida. Fenómenos tan extraordinarios como el
Festival Periscopia tienen más existencia virtual (por su proyección engañosa en las redes sociales) que real. La residencia de artistas
La Fragua, por su parte, constituye propiamente una isla que navega ajena a Los Pedroches, obedeciendo a sus propios vientos de fortuna. Los Ayuntamientos continúan cultivando con grandes alharacas su revival de nostalgias postbélicas (que agotan, imagino, las partidas de su presupuesto socio-cultural) mientras el impulso teatral de los grupos locales parece haberse estancado para siempre en Mihura, Alonso Millán y los Quintero. Y ese eterno carnaval, que no acaba. Todo ello, y lo que me callo, se ejecuta además sin el menor atisbo de autocrítica: todo son parabienes, tantos miles de visitantes (imposibles de comprobar), tanta repercusión en los medios (en su mayoría pagada), pero qué queda de ello cuando se apagan las luces, no se sabe. Evanescencia, o tal vez sólo sea cosa mía y de este verano inmenso que ya amenaza.
2 comentarios :
Tengo cincuenta y tantos. Y no estuve en Paris buscando la playa bajo los adoquines, pero si que buscabamos algo entre las encinas de los pedroches, algo distinto a lo que conocimos de niños y solo teníamos un aliado: la cultura. ¿Que hemos hecho tan mal para que cada vez que voy al Silo parezca que estoy en la antesala del hogar del pensionista? ¿Que como tu dices, Antonio, Periscopia o la Fragua sean algo desconocido para los jóvenes de los pedroches o para que este foro lo mantenga abierto un cincuenton? Y... ¿no hay relación entre esta evanescencia y la contundencia con que cada día estamos siendo golpeados por los poderes de siempre?
Aquí pasa como en la escuela, cuando los maestros de literatura nos metían a cascaporro los clásicos de Cervantes, Fernando de Rojas, Quevedo, Góngora, etc. Nos obligaban a aprendernos los argumentos de sus obras, negándonos la posibilidad para siempre jamás de disfrutarlas por nosotros mismos; nos las imponían, haciendo imposible el descubrimiento gozoso y afortunado por nuestros propios medios.
Además está el hecho -como se decía en la película Amadeus, de que el oído humano sólo puede oír un número limitado de notas- que tanto estímulo cultural es inasumible por una persona que tiene que atender una vida compleja; está el hecho de que tenemos internet -yo creo que muy pocos analistas han captado la dimensión cultural de internet-, la basura de la televisión, que consume un tiempo por encima de nuestra disposición, la radio, la prensa... Comparemos el homo modernus con el homo antiguo, que simplemente para oír un instrumento musical tenía que esperar a ocasiones especiales en que tocara la banda, y podemos concluir que la acusación de homo cultural evanescente para la mayoría de los ciudadanos es injusta e inadecuada.
Sumemos además que la mayoría de iniciativas están hechas pensando en la mayor gloria del promotor, aunque se paguen con dinero de todos. Y ya finalmente, ¿Por qué no aprovecha quien corresponda esta autosuficiencia cultural de ciudadano medio para no gastarse los impuestos que tanto le cuesta ganar al mismo ciudadano?
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