En su blog
Negro y amargo,
Félix Ángel Moreno Ruiz comenta su obra
Pañuelos bajo la lluvia,
candidata al Premio Solienses 2014.
Pañuelos bajo la lluvia es una tragedia que cumple con los preceptos clásicos.
Hay en ella un acto violento, una manifestación de injusticia que destroza la vida de varios personajes y que traerá unas consecuencias en el futuro tanto para los culpables como para los inocentes, que se verán arrastrados por el río irrefrenable de la verdad.
Hay también sublimación, encarnada en Inés, la heroína clásica, que dedicará toda su vida y sus empeños a saber la verdad de lo que le ocurrió a su familia y a buscar el paradero de su sobrina.
Hay anagnórisis, reconocimiento: veinte años después de los crímenes, los culpables verán el rostro del ángel vengador y reconocerán en él su culpa; Inés descubrirá en el rostro de Julia a su hermana y a su cuñado; Julia descubrirá en el de Inés a sus verdaderos padres.
Hay, por último, catarsis, purificación emocional del espectador, que asiste sobrecogido al acto de violencia inicial y luego, a la reparación de la justicia.
Formalmente, Pañuelos bajo la lluvia está dividida en dos actos y estos, a su vez, en cuadros. Los actos son diferentes técnicamente:
- El primero es más innovador pues el escenario aparece dividido en dos partes con una separación física entre ambas: en una se representa el salón de un humilde apartamento y en la otra el interior de varias dependencias de una comisaría. Los cuadros se van alternando en cada una de las partes. Predominan los contrastes de luz (el negro frente a la luz blanca, el juego de las sombras con la iluminación cenital), la sobriedad del escenario, los efectos de inmersión (el olor a carne quemada cuando los policías utilizan la picana) y los valores simbólicos. La alternancia entre los cuadros permite contrastar la angustia de Inés y de Lucía por la tardanza de Carlos, y lo que realmente le está ocurriendo a este.
- El segundo acto ocurre en un único escenario, el salón lujoso de una vivienda burguesa, e intencionadamente es más convencional. Aquí predominan los detalles en el atrezzo y el profuso mobiliario para mostrar un estado de opulencia, de bienestar social. Hay también un juego con las entradas y salidas a las distintas dependencias de la vivienda y a la calle que permite el reconocimiento paulatino de la verdad, el enfrentamiento de los personajes y la anagnórisis, que culmina en el cuadro final: la última cena.
La obra está cargada de simbolismo:
-la lluvia que azota persistente en los dos actos, la lluvia que limpia las calles de suciedad, la lluvia que trae a la memoria de los personajes la tragedia pasada, la lluvia que anticipa la reparación de la justicia.
-Los pañuelos, con los que se protegen de la lluvia las dos mujeres indefensas, los pañuelos con los que buscan desesperadamente la verdad de lo que le ha pasado a Carlos, los pañuelos de las madres de mayo.
-El color negro, oscuro, insondable; el color blanco, hiriente y desgarrador en el primer acto.
-La silla vacía en la última cena del último cuadro, la silla que debe ocupar Julia en la mesa en la que están sentados los culpables, la silla que ya nunca jamás será ocupada.
Pañuelos bajo la lluvia es una reflexión sobre la situación absurda, pero trágicamente verídica, en la que cualquier persona inocente puede verse involucrada cuando los representantes del estado abusan de su posición de poder. Pero también es un grito desesperado, un canto al derecho de cualquier ser humano a saber la verdad por muy dolorosa que esta sea.
Texto: Félix Ángel Moreno Ruiz.
1 comentarios :
Obra arriesgada y valiente.
Me ha gustado más que Un revólver en la maleta.
Ojalá tenga suerte
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