De románticos y cubistas
Obras de Manuel Cabral Aguado Bejarano en el Museo Carmen Thyssen de Málaga.
Antonio Muñoz Molina lamenta, en un artículo publicado ayer en El País, las dificultades que encuentra para explicar los cambios ocurridos en España durante las últimas décadas: "Una parte grande de la opinión cultivada, en Europa y América, y más aún de las élites universitarias y periodísticas, prefiere mantener una visión sombría de España, un apego perezoso a los peores estereotipos, en especial el de la herencia de la dictadura, o el de la propensión taurina a la guerra civil y al derramamiento de sangre. El estereotipo es tan seductor que lo sostienen sin ningún reparo personas que están convencidas de sentir un gran amor por nuestro país. Nos quieren toreros, milicianos heroicos, inquisidores, víctimas. Nos aman tanto que no les gusta que pongamos en duda la ceguera voluntaria en la que sostienen su amor". El peso de los estereotipos es grande y resulta difícil luchar contra ellos.
El artículo ha coincidido con una escapada mía a Málaga en este puente octubril tan veraniego. Tenía ganas de conocer el Museo Picasso de la capital de la Costa del Sol y, aprovechando la ocasión, visité también al Museo Carmen Thyssen. Se trata de dos pequeños museos con mucho encanto, que muestran una colección modesta pero de mucho interés y que representan, de algún modo, las dos visiones sobre España a las que se refiere Muñoz Molina en su artículo. El Museo de Carmen Thyssen está dedicado básicamente a la pintura romántica y costumbrista sobre temas andaluces que terminaron forjando la imagen estereotipada de España en el extranjero: flamenco, bandoleros, gitanas, arquitectura morisca, toros, procesiones... Los propios pintores españoles, menos por consolidar una identidad marcada desde fuera que por satisfacer una demanda de pinturas de tema andaluz iniciada desde mediados del siglo XIX, se entregaron con oficio a reforzar esta imagen de la que España y los españoles no han podido todavía desprenderse.
El Museo Picasso, por el contrario, ofrece un recorrido por el legado artístico del malagueño universal mostrando pinturas, esculturas y cerámicas que ofrecen una visión muy distinta del universo que le rodeaba. Inconformista frente a convenciones y normativas, Picasso reivindica la libertad absoluta y destruye estereotipos y mitologías a través de un lenguaje formal totalmente nuevo. Las propuestas costumbristas de Guillermo Gómez Gil y la ruptura cubista de Picasso representan dos universos tan distantes que cuesta trabajo admitir que respondan a un mismo impulso creativo. Y, sin embargo, habiendo existido Picasso y todas las vanguardias y todas las corrientes artísticas rupturistas que vinieron después a lo largo de todo el siglo XX, aún hoy la visión de Manuel Barrón y Carrillo o Manuel Cabral Aguado Bejarano parece más representativa de la identidad española que la de Picasso y sus sucesores. O al menos así lo demuestra la experiencia de Muñoz Molina.
En ambos museos, casualmente, se acogen también sendas exposiciones temporales que completan muy acertadamente este abismo entre mundos que comentamos. En el Picasso puede verse la muestra "Somos plenamente libres. Las mujeres artistas y el surrealismo", donde, por si había alguna duda, viene a demostrarse que también existen mujeres pintoras, aunque el canon artístico generalmente las ignore: delicias de Claude Cahun, Leonora Carrington, Frida Kahlo, Dora Maar o Maruja Mallo, por citar solo algunas, enseñan los espacios de libertad que la mujer fue ganando en un territorio (el del arte en general) todavía entonces eminentemente masculino. En la misma línea reflexiona la exposición "Juan Gris, María Blanchard y los cubismos", que realiza un recorrido por el segundo cubismo a través de la obra de dos de sus principales representantes, ofrecidos en igualdad de méritos.
La pugna entre el tradicionalismo y la vanguardia resulta consustancial a la sociedad y la cultura en toda época y lugar. Son las dos culturas, a las que tantas veces nos hemos referido en Solienses.
1 comentarios :
Propensión taurina a la guerra civil... ¿?
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