Testimonios del pasado reciente
Colección de cencerros en el Museo Etnológico de Hinojosa del Duque.
Una antigua casa solariega de bóvedas tradicionales, con su entrada diferenciada para amos y sirvientes, acoge el Museo Etnológico de Hinojosa del Duque, que en sus más de 1.200 metros cuadrados de superficie recoge una muestra de 2.500 objetos hoy ya en desuso pero que, en muchos casos, permanecieron activos y funcionales en nuestras propias casas hasta hace muy pocos días. Estas Navidades he podido visitarlo por primera vez.
La visita a este Museo supone un regreso a la nostalgia vivida. La exposición se articula en tres partes diferenciadas. Primeramente, en la vivienda principal se recrean los ambientes propios de cada estancia: un dormitorio, el salón con su piano, la habitación de juegos infantiles, la sala de costura... Impresiona la cocina, con la chimenea dominando el espacio y decenas de utensilios y cachivaches de todo tipo y condición. En segundo lugar, con acceso por el portón, se sitúa el espacio de los aperos de labranza: horcas, bieldas (a las que yo mismo siempre había llamado biergas), rastrillos, arados, hoces, guadañas, medidas para áridos y, en fin, hasta un carro volquete con todos sus aparejos. En la parte superior de la vivienda, finalmente, se han recreado diversos cuadros expositivos que representan oficios, profesiones y lugares de trabajo: la tienda de ultramarinos, la Imprenta Buenestado (fundada en 1929), el despacho del médico, el puesto del retratista... Todo ello mostrado con gusto y sin esa sensación de agobio que a veces producen este tipo de museos más inclinados al almacenaje que a la pura exhibición.
Útiles empleados en la recolección de cereales.
Es cierto que instalaciones semejantes siempre suponen una mirada compasiva al pasado, habiéndose convertido ya en objetos decorativos lo que en otro tiempo fueron útiles de esforzado trabajo. El sentido estético prima casi siempre sobre el puramente didáctico (echo en falta, por ejemplo, más paneles explicativos). La concepción museística es algo anticuada, aunque reconozco que conviene a este tipo de muestras, donde hay mucho interés por recoger cuantas más piezas mejor, en la seguridad de que las que no acaben custodiándose en lugares de esta naturaleza acabarán destrozadas y perdidas para siempre.
La visita a este Museo resulta, pues, muy recomendable, y no solo para personas venidas de lugares lejanos, sino, especialmente, para nosotros mismos, los habitantes de la comarca, pues aquí hallaremos el recordatorio de un pasado muy reciente y disfrutaremos, como quien repasa un catálogo, reconociendo materiales que tal vez ya habíamos olvidado, aunque formaran parte del día a día en nuestra niñez. Son objetos evocadores de vivencias personales, porque la red para transportar paja, los útiles del carpintero, las romanas o las cántaras de aceite son espejos que a cada visitante le devuelven una imagen diferente: la suya propia, la que vivió mientras los utilizó o vio utilizarlos a sus padres. Esta es la gran diferencia de este museo con respecto a otros: que lo que allí se expone no nos resulta ajeno, sino personal, particular, nuestro.
El salón de la vivienda principal.
La cocina.
Un carro volquete con diversos aparejos.
Cajonera con los antiguos tipos móviles de la Imprenta Buenestado.
Fotografía de la primera heladería de Hinojosa del Duque (1920).
Cestería.
3 comentarios :
Rancia tierra la nuestra de amplia cultura y grandes horizontes. Otro museo mas que añadir a la gran colección de que ya disponemos en el Valle de los Pedroches. Somos los campeones exponiendo cosas para que el público venido de aquí y de allende las disfrute con gran admiración. Que no quede pueblo sin museo ni cacharro sin expositor.
Qué no hay tantos, faltan Cardeña y Conquista. Bueno y Torrecampo.
Uy perdón qué Cardeña si tiene o no, Torrecampo tenía. Uy qué follón.
Pues habrá qué prestar piezas al museo de Hinojosa, vista la desidia qué hay en otros pueblos de la comarca.
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