La poesía visual de calle Andalucía y las arquitecturas oníricas de San Pedro ganan el concurso de cruces de Añora
"Con las noches de cruces que hemos disfrutado, Antonio, y ya ni siquiera salgo a verlas". Esta noche sí ha salido, aunque empujada por otras razones. Pero aunque los miedos nos frenen, hay que salir, vencer los temores de la gente, de encontrarte con la gente y que te digan esto o lo otro, hay que salir para contemplar in situ primores como la poesía visual de la cruz de la calle Andalucía, con su flamenco y su Lorca, su mantón y su clavel, en un revoloteo de tules al viento anunciador de que el color ha ganado definitivamente la batalla al blanco, tras algunos años de titubeo. O las arquitecturas de sueños dalinianos de la cruz de San Pedro que cada año con su delirio de imaginación proporcionan modelos a imitar por otras cruces. Hay que salir, dejar atrás la amenaza de cualquier nuevo espanto, la desconfianza y el desasosiego, y darle besos a quien llevas tanto tiempo sin saludar, aquí vamos dando una vuelta, ha refrescado la noche, este año hay menos gente, cuidao que antes repartían los dulces y ahora hay que comprarlos, y cómo sigue lo tuyo, bien gracias a Dios, en ese maremagnum de gentío que busca en el plano dónde hay otra cruz y para qué necesitarán un mapa en este pueblo, anda que, y nos reímos de los demás por no llorar con lo nuestro, has visto la del Chaparral, todavía no, ahora vamos a Cantarranas y a lo mejor nos tomamos antes una ración de lechón. La poesía visual de la cruz de la calle Andalucía nos cura el alma un año más, recordando lo que hemos disfrutado en tantas velás de cruces y ahora ya ni nos apetece salir a verlas, será que hemos cambiado o que han cambiado las cruces, o todo cambia y frente a tanto cambio nos invade la tentación a encerrarnos en nosotros mismos, porque ya no entendemos todo lo que pasa a nuestro alrededor y nos sentimos más protegidos en nuestro hogar, allí donde no alcanzan los ecos de las canciones que cantamos hace veinte o treinta años y que continúan sonando, porque nadie ha venido después a callarlos y aquí encerrados, sin ganas de salir, los escuchamos aún, como quien escucha los cantos de sirena que envenenan, esa mirada lasciva en la multitud que te produce una descarga de electricidad y te devuelve a la vida, esa que se duerme entre miedos y aburrimiento. "Ay, Antonio, ya ni salir a ver las cruces quiero, con lo que yo he sido". Y así se apaga la noche entre tantas luces y se hace el silencio junto a tantos gritos. La veo marchar con sensación de despedida, frente a un porvenir que abruma por su incertidumbre.
CONCURSO DE CRUCES DE AÑORA
CRUCES EXTERIORES
7 comentarios :
Yo no sé cómo ve la gente la cruz y como votan. Da la sensación que le dan más puntos a las peores con el objeto de tener ventaja la cruz de cada votante. Que se haya quedado la ultima la de la calle Cantarranas no tiene pies ni cabeza. Un experto.
Efectivamente, que no haya ganado la cruz exterior del consultorio es un escándalo de proporciones bíblicas.
Enhorabuena, Antonio, por tu introducción, tan melancólica, tan nostálgica y tan cierta, al menos para los que tenemos algunos años ya y llevamos vividas tantas cruces
Nunca me gustaron los concursos. Atienden a la subjetividad de quien valora y, por tanto, a su capricho versado o no.
Pero tienen su aquel.
La añoranza que resta si obviamos lo del concurso, seguro que la firmaríamos muchos. Y el pesimismo, la impotencia y la inconformidad, tambien.
Anoche, con su madrugada, pude disfrutar enteramente de las Cruces, de Añora y, sobre todo, de las cruceras y de la música tradidicional noriega que la Coral Virgen de la Peña me regaló.
Sí, poca gente, pero estuve de maravilla a pesar del frío. Rememoré aquel 1979 cuando algunos de Aliara aparecimos por Añora, grabadora en mano, buscando aquellas coplas que alguien nos había dicho, eran únicas. Como las Cruces.
Fue fácil, aunque nos miraban con incredulidad, como si no requirieran importancia y atención.
Ignorantemente, anoche ejercí de Cicerone para unos buenos amigos, pero nuevamente acabé aprendiendo más que enseñando.
Conversamos de tradición, de cambios y modernidad con las cruceras de la calle Concepción, una Cruz que siempre me gustó por su clasicismo y rigor en los conceptos que deben inspirar su creación, según los cánones que aprendí por entoces. Sin embargo, ayer me sorprendió y agradó el cambio que transgredió lo habitual. Sus cruceras jóvenes hubieran ido más allá pero las mayores, con su sabiduría, supieron calmar el fulgor del siempre arriesgado cambio.
Y por último, la Coral. Disfruté de su pequeño concierto que yo asumí para mí. Su entusiasmo y disfrute me llenaron el depósito de la impotencia y optimismo, que estaba vacío. Pero también vi un apoyo popular que no se corresponde con el Institucional. Hablamos de la necesidad de perpetuar su trabajo y no es de recibo que uno de los últimos bastiones de la música popular en Los Pedroches, esté desatendido por quien tambien tiene la responsabilidad cultural. Cito al folclorista Joaquín Díaz, quien en cierta ocasión comparó el folclore con las orillas de un río, siempre estarán ahí, pero el agua que transcurre por ellas, que nunca es la misma, las moldearà de diferentes formas.
Estoy seguro, Antonio, que crees en las nuevas generaciones y su ímpetu, son el único camino, pero siempre mirando a los orígenes. Por ello hacen falta personas como tú que atesoren, documenten y divulgen lo importante: las fuentes.
Aliara, otra joya cultural de nuestra tierra que debemos apoyar y proteger. Gracias José Maria
La cultura en Añora hace muchos años que está totalmente abandonada y lo digo yo que soy noriega y votante del PP, pero eso no me impide ver la realidad. Igual que en otros aspectos la gestión es espectacular, en este no. Quien más podría hacer por la cultura local sufre incomprensiblemente la cancelación institucional y los pequeños grupos que intentan asomar la cabeza son rápidamente aplastados. En los eventos llamados "culturales" la mayor parte del presupuesto se va en promoción y en publicidad, mucha de ella para contentar a medios de comunicación afines (como pasa en todos los pueblos, en esto no es una excepción: quizás la gente no sepa que esa presencia de Cope o de otros medios no es espontánea, sino pagada, como en todas las demás fiestas y eventos de la comarca). La Coral de Añora, como dice José María, es un reducto de cultura local y ellos mismos podrían denunciar cuál es su situación y cómo se les trata. El Museo está ahí muerto de risa, sin actividad propia. Y para de contar. La atención a la cultura en mi pueblo es nula, salvo para todo aquello que implique espectáculo y ocio o rellenar expedientes para recibir subvenciones. Habrá quien piense otra cosa, pero esto es lo que me parece a mí.
El contenido de tu relato ya lo han comentado otros. Yo quiero agradecerte la forma. Es un gustazo leerte, Antonio, en un tiempo en el que ya no escriben las almas, sino las IAs. Escribes de corazón a corazón y, al leerte, consigues que empaticemos tanto con tus palabras que por un momento nuestro tiempo y nuestro espacio son el tiempo y el espacio de tu relato. Este año no he podido "ir a las cruces", pero gracias, muchas gracias, de corazón, por traer las cruces hasta mí.
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