La batalla entre lo nuevo y lo antiguo viene de lejos. Conservación frente a desarrollo, como si fueran términos antagónicos. No lo son. Entre unas normas de edificación restrictivas que
disgustan a los propietarios de viviendas en el casco antiguo de
Dos Torres, con motivo de su reciente declaración como
Bien de Interés Cultural, y la construcción de urbanizaciones a las afueras de los pueblos, siguiendo unos modelos absolutamente irrespetuosos con las formas autóctonas de la localidad, como está ocurriendo, por ejemplo, en Añora, debe haber un término medio. A nuestros gobernantes corresponde encontrarlo, si quieren, como dicen, que el turismo rural sea en el futuro una vía de escape a nuestras economías.
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