Información comarcal
Con el asunto de la adjudicación de las nuevas frecuencias de radio, que va a suponer en la práctica la desaparición de la emisora decana de la comarca "La Voz de Los Pedroches", se habla en los foros y en la prensa comarcal de la necesidad de pluralidad informativa. En realidad, más bien habría que hablar, sencillamente, de la necesidad de información. Lo cierto es que la mayoría de los medios que se publican o emiten en Los Pedroches dejan bastante que desear en cuanto a su cobertura informativa. Es cierto que a través de todos ellos podemos conocer la información institucional de ayuntamientos, Mancomunidad o Diputación (a veces con las mismas palabras, pues , por ejemplo, muchas de las crónicas de Los Pedroches Información ya las hemos leído previamente en el diario Córdoba, y en ambas resuenan con frecuencia los ecos de las notas de prensa oficiales). Es decir, sabemos de las realizaciones de las administraciones públicas porque ya ellas se encargan con ahínco de que la información llegue a periódicos y emisoras de radio. Por así decirlo, estamos bien informados de lo que esas instituciones hacen. Lo que yo echo en falta en la información comarcal es, precisamente, lo que esas instituciones NO hacen y deberían hacer. No es posible que los ayuntamientos sean tan perfectos, y sin embargo raramente se escucha o lee una voz discrepante sobre su gestión. No oigo ni leo a las oposiciones políticas respectivas poniendo de relieve incumplimientos, errores o faltas de previsión, y no cabe duda de que deben existir. También eso es información, precisamente de la que contribuye a elevar los niveles de exigencia y, por tanto, de eficacia.Se echa en falta más debate político, más debate de ideas. A nuestros gestores con frecuencia les salen gratis muchas tropelías, muchos comportamientos incompetentes y chapuceros, y estimo que en buena parte ello es debido a su nulo reflejo en los medios de comunicación. Lo que no se sabe no existe. A buen seguro, la publicación de muchos comportamientos políticos haría que se corrigieran defectos y se limaran actitudes, pues no hay nada que tema más el político que la exposición pública de su ineptitud.
Responsables de este estado somos todos un poco. Los periodistas, por no atreverse a más, demasiado atados quizás por su dependencia económica de esas mismas instituciones que deberían investigar. Los políticos, acomodaticios por lo general y siempre confiados en que las cosas irán mejor cuanto menos se sepa de ellas. La gente de la calle, muchas veces ajena a los problemas más cercanos y, especialmente en los pueblos pequeños, todavía temerosa del poderoso. Sea como fuere, con emisora o sin ella, hace falta un replanteamiento de los modos de información y promover un acercamiento a la realidad comarcal que no tiene por qué ser agresivo, pero sí, necesariamente, más valiente.
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