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El Soldado (versión ilustrada)

Cerro del Cuerno/19

La memoria a veces juega malas pasadas. Recuerdo que la primera vez que visité las minas de El Soldado y Las Morras, en el término de Villanueva del Duque, experimenté algo así como una inmersión en un escenario puramente romántico, en el sentido más literario del término. Un espíritu solitario, guiado por el azar en una tarde que amenazaba tormenta, se sumergía en un paisaje espectral de ruinas y abandono. Caminar junto a las casas semiderruidas o totalmente en escombros de un poblado que a comienzos del siglo XX vivió el esplendor de la minería se convertía en una ejemplar lección de la tornadiza evolución de los tiempos, y entre el polvo que lo cubría todo y los inmensos montones de escoria que daban volumen a la ausencia, uno se preguntaba si el papel de aquella fantasmal aldea en la historia no habría sido tan sólo servir de cuna al gran Aurelio Teno. Más allá, Las Morras ofrecían otra inquietud. Al pie de una enorme torre pude acercarme a una boca de mina que en mi fantasía me pareció abismal y el miedo al vacío no fue capaz de frenar la curiosidad innata de mirar y ver qué rumores de otro tiempo surgían de aquella oscuridad siempre insondable.

Ahora, al regresar al lugar años después, todo ha sido diferente. A pesar de que se anuncia en los folletos turísticos de la Mancomunidad y en la entrada del pueblo hay vistosas indicaciones que muestran la dirección, llegar no es fácil. Las señales desaparecen al pasar la ermita de San Gregorio y entonces queda ya tan sólo el instinto. Pero al llegar a donde las evidencias descubren el poblado minero, un cartel prohíbe el paso “a toda persona ajena a este cerco” y uno, que tiene la mala costumbre de ser respetuoso con las indicaciones, sólo encuentra ya el consuelo de la vieja estación del ferrocarril de vía estrecha Peñarroya-Puertollano, que todavía permanece altiva a la espera quizás de algún tren rezagado en la memoria. Lo que considero Las Morras resulta aún más desalentador, pues los dos caminos que llevan hasta allí están cortados, uno al menos de forma evidentemente ilegal. Ignoro si, como reza un cartel, aquel territorio es propiedad privada (¿puede serlo una aldea?), pero alguien debería alertar al viajero ávido de conocimientos de que no se le permitirá reencontrase con la historia ni disfrutar del placer novedoso que supone enfrentarse con los testimonios de la arqueología industrial, tan modernos y sin embargo ya tan antiguos. Pudiera ser que alguien fuera sumando frustraciones y decidiera que no merece la pena visitar una tierra donde todavía el turismo sólo es posible en los folletos publicitarios.

Entrada a El Soldado
La entrada a El Soldado presenta un cartel que prohíbe el paso


Escorial de El Soldado
Montaña de escoria de El Soldado, fotografiada desde fuera del recinto


Estación de ferrocarril de El Soldado
Estación de El Soldado de la antigua línea de FEVE Peñarroya-Puertollano


Camino a Las Morras
Camino prohibido hacia la mina de Las Morras


Camino a Las Morras
Y el otro camino, cortado.

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