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Auschwitz: 60 años después

Hoy se conmemora el 60 aniversario de la liberación del campo de exterminio nazi de Auschwitz (Polonia).

LO QUE VÍ (agosto 2004):



Entrada al campo de concentración de Auschwitz, creado en 1940. Sobre la puerta unas letras metálicas dicen "Arbeit Macht Frei" ("El trabajo hace libre").



Pabellones de prisioneros. El campo se componía de 28 edificios de dos plantas, aparte de la cocina y los almacenes, y llegó a contener hasta 20.000 prisioneros en 1942.



Caseta de vigilancia y alambrada electrificada. El día de su llegada, el jefe del campo comunicaba a los prisioneros que "habían venido al campo de concentración con una única salida, a través de la chimenea del horno crematorio".



El carácter metódico y ordenado de los alemanes les llevó a hacer fotografías de todos los prisioneros, cientos de las cuales se exponen hoy en los pasillos de algunos pabellones.



Fotografías y vestidos de niños judíos prisioneros del campo, expuestos en uno de los pabellones. Los niños vivían en el campo sometidos al mismo rigor que los adultos.



Todos los bienes que traían consigo los deportados eran clasificados, almacenados y enviados a Alemania. En algunos pabellones se muestran parte de los objetos encontrados tras la liberación del campo. Aquí, una montaña de muletas, piernas ortopédicas, prótesis...



Otra montaña, ahora de latas de gas Zyklón B. Solamente en Auschwitz, entre 1942 y 1943, se gastaron unos 20.000 kilos de este gas. Según el comentario del comandante Rudolf Höss, se necesitaban de cinco a siete kilos para matar a unas 1.500 ó 2.000 personas.



Paredón de ejecuciones, en el patio entre los bloques 10 y 11, donde los SS fusilaron a millares de detenidos.



Hornos crematorios, reconstruidos a partir de elementos metálicos originales. En cada retorta se colocaban dos o tres cadáveres a la vez, llegando a incinerarse hasta 350 cadáveres al día.



Entrada al campo de concentración de Auschwitz II-Birkenau, a apenas tres kilómetros del campo principal. Las vías del tren penetran dentro del recinto, y allí se cortan. Ocupaba una superficie de 175 hectáreas, con más de 300 barracones.



Caseta de vigilancia, alambrada y barracones en Birkenau. Los barracones están construidos sin cimientos sobre un terreno fangoso. La mayoría carecen de pavimento, por lo que la tierra del suelo se convertía con frecuencia en barro.



Interior de un barracón. Los reclusos dormían en estos camastros distribuidos en tres niveles y cubiertos de paja podrida. En cada nivel (en cada compartimento) se hacinaban hasta ocho personas.



Letrinas en el interior de un pabellón, sin separación con los dormitorios, que ocupan la otra mitad.



LO QUE SENTÍ

Cerro del cuerno: Auschwitz



ORACIÓN

"Entonces por primera vez nos damos cuenta de que nuestra lengua no tiene palabras para expresar esta ofensa, la destrucción de un hombre. En un instante, con intuición casi profética, se nos ha revelado la realidad: hemos llegado al fondo. Más bajo no puede llegarse: una condición humana más miserable no existe, y no puede imaginarse. No tenemos nada nuestro: nos han quitado las ropas, hasta los zapatos; si hablamos no nos escucharán, y si nos escuchasen no nos entenderían. Nos quitarán hasta el nombre: y si queremos conservarlo deberemos encontrar en nosotros la fuerza de obrar de tal manera que, detrás del nombre, algo nuestro, algo de lo que hemos sido, permanezca.

Sabemos que es difícil que alguien pueda entenderlo, y está bien que sea así. Pero pensad cuánto valor, cuánto significado se encierra aun en las más pequeñas de nuestras costumbres cotidianas, en los cien objetos nuestros que el más humilde mendigo posee: un pañuelo, una carta vieja, la foto de una persona querida. Estas cosas son parte de nosotros, casi como miembros de nuestro cuerpo; y es impensable que nos veamos privados de ellas, en nuestro mundo, sin que inmediatamente encontremos otras que las sustituyan, otros objetos que son nuestros porque custodian y suscitan nuestros recuerdos.

Imagináos ahora un hombre a quien, además de a sus personas amadas, se le quiten la casa, las costumbres, las ropas, todo, literalmente todo lo que posee: será un hombre vacío, reducido al sufrimiento y a la necesidad, falto de dignidad y de juicio, porque a quien lo ha perdido todo fácilmente le sucede perderse a sí mismo; hasta tal punto que se podrá decidir sin remordimiento su vida o su muerte prescindiendo de cualquier sentimiento de afinidad humana; en el caso más afortunado, apoyándose meramente en la valoración de su utilidad. Comprenderéis ahora el doble significado del término "Campo de aniquilación", y veréis claramente lo que queremos decir con esta frase: yacer en el fondo."


Primo Levi, Si esto es un hombre

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