Cruz del Risquillo

Cruz del Risquillo

A pesar de que Pozoblanco ha debido pagar a su desarrollo comercial e industrial el tributo de perder parte de su patrimonio histórico monumental, especialmente el referido a lo que llamamos arquitectura popular o autóctona, aún pueden encontrarse en la ciudad rincones que rebosan sabor tradicional y que se presentan como remansos de paz y sosiego en la trajinosa vida de la localidad. Tal es esta plazuela de la Cruz del Risquillo, un encantador rincón en pleno centro de la villa que une a su encanto natural la delicadeza y cuidado con las que el Ayuntamiento ha sabido conservar todos sus valores ancestrales. Reconforta observar cómo la plazuela aparece despejada de obstáculos, lo que permite a su vez contemplar el magnífico empedrado con motivos vegetales recientemente elaborado siguiendo los métodos tradicionales de este arte tan frecuente en nuestra comarca. Es todo un placer en estos días de frío poderse sentar en sus bancos de madera a tomar ese sol que luego se pierde en la tarde, tanto como en verano cobijarse a la fresca sombra de esos seis verdes naranjos que alguien tuvo el buen acuerdo de plantar aquí, marcando el breve perímetro del lugar. Se respira en la plazuela un aroma a limpieza que invita al reposo cansino sobre esos escalones de piedra que sirven de base a la cruz, antaño cómplice de tantas confidencias amorosas y testigo de tantos desengaños. Por la noche, la luna alumbra con su magia este lugar, que hoy luce con esplendor como resultado de esas nuevas políticas que, urgidas por el necesario fomento del turismo rural en la comarca, se esfuerzan en conservar la imagen tradicional de nuestros pueblos, nunca reñida con el progreso y el desarrollo.