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Al hablar de las agitaciones agrarias cordobesas de la primera década del siglo XX, Juan Díaz del Moral asegura que existía por entonces en toda España una extensa corriente de opinión, común a todas las clases sociales, que consideraba a la política como "una actividad amoral, de orden inferior, cuyos temas y motivos utilizan sus profesionales para medrar, para crearse una posición y para justificar toda suerte de desmanes y bellaquerías". De ahí quedó la general creencia de que "la política todo lo corrompe", hasta el punto de que "para avalorar una entidad y atraer a las gentes se afirmaba que era completamente 'ajena a la política'". (Historia de las agitaciones campesinas andaluzas, pág. 197). Luego, sin embargo, los líderes de estos movimientos en principio populares y tumultuosos acababan irremediablemente en los cuadros directivos de los sindicatos o partidos políticos de la época, ejerciendo la política y, muy probablemente, medrando para crearse una posición.

Resulta imposible no acudir a estos preliminares al leer las crónicas de la reunión de ayer de los ganaderos de la comarca en Dos Torres. La del ABC, periódico centenario, es la más jugosa en este sentido y la que más información relevante para lo que ahora interesa aporta, mientras que las del Córdoba y El día de Córdoba no han sido capaces de ver más allá de lo meramente coyuntural. En primer lugar, ya nos enteramos de que José Villareal, que hasta ahora había actuado como portavoz de este movimiento sin filiación conocida, es "un ex miembro de Asaja y socio de la cooperativa Virgen de Las Alcantarillas [de Belalcázar]", y que nada más comenzar la asamblea "se autopostuló como líder" y fue elegido presidente de la ya denominada Coordinadora de Agricultores y Ganaderos del Valle de Los Pedroches . No me dirán que el episodio no tiene sabor tradicional. Pero hay más: "La siguiente decisión fue que en cada municipio se eligiera a un representante y que se comunicaría vía telefónica cada uno de los nombres". Y casi que eso fue todo, hasta el punto de que el propio Antonio Vigara, "representante de UAGA y presidente de la cooperativa belalcazareña" (y ex-alcalde de la localidad por IU, vayan sumando), declaró que "se esperaba algo más de contenido para lo que ha sido una respuesta magnífica a esta convocatoria que, a la postre, ha sabido a poco" [las estimaciones de asistentes a la asamblea se cifran entre "cerca de 200" y "unos 300", según los medios].

Luego, las palabras. Fieles a la tradición, se dijo que "no era la intención de los ganaderos politizar el problema", aunque varios representantes políticos, empresariales "e incluso por parte de la Iglesia" [para que no falte nada en el guión] no sólo habían manifestado su apoyo, sino que, en concreto, PSOE y PP "se han puesto a nuestra disposición para lo que necesitemos". Sigue una poquita de demagogia: "Nuestras explotaciones estaban allí [a unos metros del río Guadarramilla] y si hay que trasladarlas que nos hagan otras, al igual que hace el Gobierno cuando se levantan embalses y se inundan los pueblos, que se construyen otros". Unas gotas de alarmismo populista:"Lo que van a conseguir es que nos arruinemos". Y una única salida que en sí misma ya es una claudicación antes de empezar, por cuanto supone ya de entrada abandonar el anarquismo revolucionario a cambio de la integración en el stablishment que se critica: "que haya un representante de los ganaderos en la comisión técnica que se constituyó para estudiar de forma individual cada caso". Vamos, que está todo, que no falta ningún ingrediente.

La única diferencia que veo entre este neoagrarismo del tercer milenio y el de principios del siglo pasado es que aquellos perseguían con dignidad la huelga general como objetivo indiscutible y ahora, en el fondo, aunque no se diga e incluso se niegue, lo que se persigue es tan sólo una subvención mayor.

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