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El espíritu olímpico y la gacela de Kalajari

Preparando cuidadosamente el terreno, se habla ya sin disimulos de una "sociedad anónima". Los socios, a pesar del número que los identifica, tienen nombre y apellidos, y un pasado de esfuerzos difícil de soportar en estos tiempos de expansión empresarial salvaje. Yo me pregunto qué ocurrirá cuando, los socios convertidos en accionistas, se compruebe que tampoco todos ellos "están implicados en el proyecto de la cooperativa entregando su producción", sino que muchos mantendrán acciones con la mera intención de conseguir beneficios generados por otros y de obtener cuotas de poder e influencia económica. Incluso podrá ocurrir, y ocurrirá de hecho, que un solo accionista tenga en sus manos el futuro de la cooperativa ganadera, un accionista que podría ser, no sé, por decir al azar, Unión Fenosa, Enresa o Construcciones y Contratas. Porque esto de querer lidiar en Wall Street con mentalidad de kibbutz no acaba de verse claro y pareciera en la exposición como si la actual estructura societaria estuviera lastrando el desarrollo de una entidad cuya facturación en 2005 ha sido, al decir de su director general, "la mayor de todo el estado". «La gacela del desierto de Kalajari se levanta cada día pensando en cómo evitar que se la coma el león», afirmó Aránguez, quien, según el periodista, con esta metáfora vino a decir que hay que ser «más rápidos que los competidores, hay que ser cada vez más fuertes en la distribución y producción agroalimentaria». Citius, altius, fortius. Competir es la consigna, aunque sea con productos tan revolucionarios como los platos precocinados, que a mí me parecía llevar viéndolos desde hace veinte años en los estantes de los supermercados, pero parece que no, que su momento llegará "en la segunda mitad de esta década". Así se escribe el futuro de las grandes empresas, que ofrecen paradisíacos desiertos donde, en lugar de escorpiones y cactus, campan gacelas y leones; un futuro para el que los socios fundadores son un lastre, una rémora incómoda que puede facilitar que el león se coma a la gacela antes de que ésta decida entregarse gentilmente a su amo.

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