Matices
Trae Javier Rioyo a las páginas cultas de El País la reveladora contradicción de Pedroche, donde recientemente se inauguró un monolito en memoria de todas "las víctimas de la guerra civil y posguerra", austero y sin nombres, mientras en la iglesia local siguen luciendo "cara al sol" las placas acusadoras con la larga nómina de los que cayeron, según expresión que les gusta, por salvar a Dios y a la Patria. Preguntó el articulista al alcalde por tan patente oposición y éste le contestó "que ni el Ayuntamiento, ni los ciudadanos podían hacer nada. Es terreno de la iglesia". Ya Pedro puntualizó con suave ironía rectificando lo fundamental, pero aún queda un matiz. O dos."Es terreno de la iglesia" no salva al ayuntamiento de su responsabilidad incumplida. En todos los pueblos de España era terreno de la iglesia. También son terreno de particulares el resto de fachadas de la localidad, y el consistorio puede obligarles a eliminar elementos innobles con la fuerza simple de una ordenanza fiscal.
Pero no es eso lo que interesa ahora, sino el segundo matiz. "Ni los ciudadanos podían hacer nada". Falso. Los ciudadanos lo pueden hacer todo. Y más aún los feligreses, que deberían sentir el mundo hundirse a sus pies por haber tolerado durante más de cincuenta años la ignominia de tal muestra de soberbia, de hybris clásica ("caidos por Dios", como si Dios necesitara que los tristes mortales le salvaran). Qué limpieza de espíritu, qué nobleza de corazón pueda anidar en el alma de los buenos cristianos que cada día entran al templo sagrado apoyando con su asistencia una prueba de impiedad que ofende a los más débiles es paradoja que algún día habrá de explicarse. Ante tal ausencia del perdón al hermano que exige el precepto evangélico, se tambalea cualquier creencia. Los ciudadanos lo pueden todo, porque suya es la ciudad, suya es la iglesia, y suyo es su terreno. Y suya es la indignidad de seguir manteniendo en el lugar más emblemático de la localidad, donde se funden historia y memoria, el signo de la intolerancia y la prepotencia de quienes parecen no estar dispuestos a la reconciliación, ni aun cuando ya han pasado tantos años y hemos vivido tantas vidas.
La escritoria pozoalbense Antonia Rodríguez Ramírez ha resultado ganadora "por unanimidad" de la segunda edición del Premio Nacional de Novela Almuzara con su obra La casa de los leones, que narra la relación entre un hombre imputado por asesinato y su abogada de oficio. El premio vuelve a quedarse en Los Pedroches, puesto que en su primera edición la novela ganadora fue El farero, del también pozoalbense Juan Bosco Castilla.
5 comentarios :
Estoy contigo, Antonio, los ciudadanos son capaces de hacer de todo, son capaces de movilizarse y muy rapidamente. Según cuenta quien cuenta estas cosas, el ayuntamiento mandó una carta de consulta a la parroquia, para pedirle opinión sobre la cruz de los caidos por Dios. ¿Tú sabes qué cartas se mandan a diario desde tu ayuntamiento? Pues en Pedroche, todo el mundo lo supo de inmediato, y parte de él se pusieron manos a la obra: hablar con fulanito, con menganito, entre ellos, y una entusiasta recogida de firmas para que NO se toque su cruz.
Ganas de escupir pa arriba.
Es imposible estar de acuerdo con el párroco -o quien corresponda- por mantener ese signo de división y afrenta a muchos ciudadanos; máxime cuando desde el ayuntamiento se hace levantar un monumento en memoria de todas las víctimas de la guerra civil y posguerra.
Estoy con usted que deberían ser los propios cristianos que visitan esa iglesia y profesan esa fe los primeros en pretender retirar esas reliquias que tanto dañan a la convivencia democrática y que nada ayudan a restañar heridas de un pasado que sólo pertenecer a la Historia más sórdida de este pais.
¡¡Que lo quiten ya, coño, que da vergüenza hablar todavía de ésto en pleno siglo XXI!!
No hay que criticar a los que se movilizan para recoger firmas pidiendo que "no se toque su cruz", sino a los que NO se movilizan para que la quiten. A veces es más cómodo sentarse a censurar lo que hacen otros que movilizarse uno mismo y "señalarse" defendiendo lo que es justo.
Karl, ahí le has dao. Y otra precisión: SU cruz.
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