Elementos de arquitectura popular (2): El tejar de abajo de Añora
El tejar de abajo, de Añora, que el Ayuntamiento proyecta restaurar.
Cada día más se afianza el interés general por contemplar y conservar los restos materiales de la vida cotidiana, conscientes de que la realidad histórica de un pueblo no radica sólo en sus torres y castillos, sino sobre todo en los testimonios de la vida diaria y anónima de sus habitantes. Materia de interés de la etnología y de la arqueología industrial es el conocimiento de instalaciones y construcciones de todo tipo relacionadas con las actividades laborales de los habitantes de un lugar, como documento que son de los modos de trabajo y de relación social entre ellos. En este contexto se sitúa la necesidad de conservación de las cada vez más escasas muestras de arquitectura preindustrial popular, de las que en Añora ocupan un lugar muy destacado, por su tradición alfarera, los tejares tradicionales que, en estado semirruinoso, aún se mantienen en pie. Prueba de la pujanza que durante la primera mitad del siglo XX debió tener en Añora la artesanía alfarera es que a mediados de siglo, según el Diccionario geográfico de España (Madrid, 1957), había en la localidad seis tejares, donde se fabricaban tejas, ladrillos, cangilones, tinajas, cántaros, ollas, pucheros, macetas, etc.
Tejas, ladrillos y adobes son materiales básicos en las construcciones rurales tradicionales, gracias a lo cual los tejares en los que se fabricaban los primeros tuvieron un gran auge durante los siglos pasados en el medio rural. La fabricación de tejas y ladrillos por parte de las grandes empresas cerámicas y la introducción de la maquinaria y la producción en serie llevaron hace ya tiempo a la práctica desaparición de los tejares de tipo artesanal.
En los tejares tradicionales podían distinguirse varias dependencias claramente diferenciadas: el tendedero o secadero, que es el solar donde se tienden las tejas y ladrillos para su secado; la estanza o taller donde propiamente se elaboran las tejas y ladrillos; y el horno, donde se cuecen estos materiales. En el horno, a su vez, se distinguen la caldera, donde se queman los combustibles, y el cuerpo del horno. A la caldera se accede por una boca de alimentación en la que nacen unos arcos que sostienen la criba o parrilla, una base perforada (compuesta a veces de dos hileras de ladrillos ajedrezados) que separa las dos partes del horno. El cuerpo del horno se comunica con la estanza por una abertura a través de la cual se introducen las piezas para su cocción.
El localizado en el llamado Ejido del Tejar (llamado popularmente "tejar de abajo") conserva todavía casi completo el horno, aunque en un estado de ruina muy avanzado. Se trata de una construcción tosca de ladrillo y mampostería utilizada fundamentalmente para cocer las tejas y ladrillos que tanto abundan en los edificios de Añora. Puede considerarse del tipo árabe, puesto que en su origen estuvo cerrado por una especie de cúpula. A él se refiere L. M. Ramírez de las Casas-Deza a mediados del siglo XIX, en su Corografía histórico-estadística de la provincia y obispado de Córdoba (Córdoba, 1840), cuando afirma que Añora “tiene dos tejares, uno cerca de este sitio [la huerta del Crespo] y otro en las inmediaciones de la villa”. Sin embargo, su origen podría remontarse al menos hasta el siglo XVIII, puesto que, al enumerarse los bienes de propios de Añora en el libro de haciendas seglares del Catastro de Ensenada, se habla del “Ejido del Tejar”, denominación que, dada la habitual cualidad de los topónimos de mantenerse inalterables a lo largo de los siglos, podría revelar la existencia continuada de un tejar en ese mismo lugar durante no menos de tres siglos.
Los últimos ladrillos que produjo este tejar fueron los destinados a una restauración del último cuerpo de la torre de la parroquia de San Sebastián de Añora, llevada a cabo a finales de los años ochenta del siglo XX. Con tal motivo, se volvió a rehabilitar el horno, que llevaba ya algunas décadas abandonado. Ahora, el Ayuntamiento de Añora quiere de nuevo restaurar esta pequeña edificación popular a fin de conservar para futuras generaciones este humilde testimonio de un pasado local que parecía ya abocado definitivamente al olvido.
Otro tejar, en la dehesa de la Vera de Añora.
Tejar conservado en un domicilio particular de Pozoblanco.
Elementos de arquitectura popular (1)
2 comentarios :
Me parece una muy buena idea la intención del ayuntamiento de restaurar los antiguos telares cuyos vestigios siguen en pié en Añora, pues me parece sumamente importante la conservación de nuestro patrimonio, en toda su extensión. Me es grata la noticia por partida doble ya que, además, desconocía su existencia tras los cortos 3 años que, para mi satisfacción, llevo empadronada en la que ya es mi tierra, Los Pedroches.
En cuanto a la llamada en la que haces alusión a tu artículo anterior: "Elementos de la arquitectura popular (1)", en el mismo aparece la singular fachada de una casa de Pedroche. Pues bién, esa misma casa, la visité el año pasado (pues seguía en venta) con la intención de adquirirla, pues enseguida me atrajo su imágen. Desde el interior de su patio, al que se accede por una importante pendiente que surca todo el interior de la casa, uno se funde con el pasado mientras observa la cercana belleza de la torre de su iglesia, que se presenta altanera ante nuestros ojos, así como el grato sonido de sus campanas.
El pasado Domingo, aprovechando una visita al pueblo, me acerqué, como no, a contemplar aquella fachada que todavía me hace soñar con el pasado y me agradó comprobar que ha desaparecido el cartel de " se vende". Solo espero y confío que sus nuevos propietarios sepan valorar y conservar aquello que para tantos de nosotros merece la pena.
Conrado Castilla
Gracias a personas como tu que en esta página nos muestras elementos de la arquitectura popular y en general de la cultura de nuestra tierra, luego podemos presumir, los que vivimos fuera, de ella, de sus peculiaridades y su originalidad.
Muchas gracias por ello.
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