Ayer y el futuro
Al repasar ahora de nuevo las intervenciones de los oradores en la concentración de ayer en Villanueva de Córdoba, pienso que cualquier observador foráneo convendría en que la resolución de la reivindicación que nos mueve queda muy lejos si ha de dejarse en manos de las instituciones políticas asistentes. Porque quien las representaba en tan importante ocasión pronunció el discurso más vacío y menos apasionado de cuantos se escucharon en aquella mañana luminosa preñada de esperanzas. Las palabras del presidente de la Mancomunidad, leídas en nombre de todos los alcaldes allí presentes -y entiendo que consensuadas previamente- serían por sí solas incapaces de despertar ninguna adhesión, de estimular el más mínimo resorte de entusiasmo colectivo, inútiles para conducir a un pueblo en la busqueda de una ilusión, para mover siquiera mínimamente a la fe laica sobre las bondades del progreso. Incluso Luis García Montero, quien, tan sólo por no haber nacido en Los Pedroches, podría haber mostrado una mayor debilidad sentimental hacia la demanda, supo dirigirse a los presentes con más cercanía y fue capaz de encender con energía aquella ilusión que, recién prendida, necesita aire constante para avivarse.Precisamente el poeta granadino -nada sospechoso, por cierto, de representar los peligros de politización de la proclama en el sentido en que algunos los temen- pronunció una de las frases más grandiosas de la jornada: "Es un ejemplo de dignidad cívica que los ciudadanos se movilicen para luchar por su futuro". Un ejemplo de dignidad cívica que, por otra parte y sin embargo, implica un fracaso de la política por sus vías convencionales. Durante estos quince años, en los que al parecer se han producido todo tipo de pronunciamientos institucionales y de reclamaciones administrativas, de las que nunca hemos tenido conocimiento, se ha labrado una derrota que debería hacer reflexionar a sus artífices. ¿Cómo pueden pretender que confiemos en tales modos, que a tan largo plazo nada producen?. Más reconfortante sería pensar que la lucha comienza justo ahora, y que todo el horizonte lejano de la reivindicación se presenta virgen y no hollado aún por las pisadas de la frustración y el desengaño, o por las más temibles de la ineptitud.
Tiene razón Juana Castro cuando dice que "Esto no puede acabar aquí. Hoy es el primer día, pero tenenos que seguir". Lo malo es que uno palidece de incertidumbre cuando, ante la reclamación vigorosa y cabal de Daría Romero anunciando que "No admitiremos que se apliquen criterios de rentabilidad económica a nuestra reivindicación", quienes se dicen dispuestos a liderar esa protesta contestan apenas con la monserga de que "Llevaremos las demandas al lugar adecuado para tener la respuesta deseada", con la rutina de quien se asegura bien de poner la póliza correcta en el formulario administrativo pertinente. Todo el ardor comunal de miles de personas enardecidas ante una petición que se considera unánimente justa, todo el arrebato telúrico que proporciona la defensa pura de la tierra en la que uno ha nacido, con esa excitación que se contagia sin rienda en estos actos que lo son también de afirmación colectiva, todo parecía frenarse ante la pose en exceso afectada de la representación institucional, a la que tan sólo el buen hacer persuasivo de Jesús Vigorra logró arrancarle algún ímpetu comprometido. Si que el tren pare en Los Pedroches debe depender sólo de las iniciativas que a partir de ahora emprenda la Mancomunidad, como depositaria de la voluntad política comarcal, pienso que todavía durante muchos años, durante demasiados años, durante eternos años, el ferrocarril seguirá pasando por nuestras dehesas, según afinadas palabras del profesor Valle Buenestado, "como un oleoducto por el desierto, dejando toda la zona en sombra".
4 comentarios :
Posiblemente, en esto de parar el tren, sin la Mancomunidad y sin los Alcaldes no podamos conseguir nada. Posiblemente. Los altos organismos de los que depende directamente la solución, sondearán siempre la actitud de las autoridades e instituciones locales. Les tomará la temperatura. Y si ve tibieza en la voz y las posturas sabrá el camino a tomar. Sólo cuando desde las alturas descubran que el asunto se les está yendo de las manos a sus representantes comarcales por el empuje y la imaginación de los vecinos, se dignaran prestarnos atención. Estoy de acuerdo con Antonio en la falta de entusiasmo de Luciano. Creo que los Cabildos realizaron un movimiento estratégico el domingo pasado. Quizá sólo esperábamos eso. Ahora la Plataforma debe realizar otro movimiento, esta vez más comprometido, e iremos viendo como se desenvuelven nuestros representantes. O tal vez lo que hay que hacer es dejar ya de hablar de una puñetera vez de mancomunidades y alcaldías y pensar sólo es echar arena a las ruedas del tren.
Por que será que cuando la mayoría de los pedrocheños, de los tarugos, no pensamos quitar la banderola hasta el día en el que el tren pare el Villanueva, Benito García ya ha quitado la que tenía puesta en su casa, ¿esto quiere decir que la unión de los alcaldes fue una farsa, que ya se han desvinculado?
Benito apareció con su camiseta de la plataforma, por dentro y bien visible y su chapa rosada con aires populistas dando la imagen de “todo está bien, aquí no pasa nada” ¿era todo un ardid, una trampa?, pues mal asunto Benito y alcaldes todos, las personas, muy comprometidas con la causa, que se desplazaron hasta Villanueva no son tontas y tampoco pretenden que se las tome por tontas, y menos en periodo preelectoral.
Así que Benito vuelve a poner tu banderola que el pueblo tiene memoria.
Sin duda las palabras de Juana Castro y Luis Garcia Montero fueron para mí emocionantes, me sentí identificado con ellos, y como no, las de Daría Romero. La seguiremos porque sabe trabajar en serio y tenemos que luchar para conseguir ¡Que pare el tren!
Como dicen más abajo, muchos, demasiados, observamos de cerca el el pasado domingo, tras demasiado rato de espera bajo el sol y una organización del evento que dejaba bastante que desear, observamos como digo con mucho interés a nuestros representantes politicos, "nuestros alcaldes". Al señor Benito Garcia, más que vérsele la camiseta, se le veía "el plumero".
Que no olviden que, efectivamente, los ciudadanos no tenemos un pelo de tontos y que tenemos una potente forma de sancionar las promesas incumplidas y las mentiras a las que nos someten con demasiada asiduidad nuestros representantes políticos. "NUESTRO VOTO".
Señores alcaldes: Los ciudadanos seguiremos manteniendo en pié nuestras pancartas y sobre todo nuestra lucha porque pare el tren en los pedroches.
Seguiremos con nuestras reivindicaciones y estaremos muy atentos al cumplimiento del compromiso que adquiríeron el pasado domingo y del que somos testigos. Ustedes tienen la posibilidad de conseguirlo, y si no hacen nada al respecto, nosotros, el pueblo, tendremos la facultad de no volver a votarles en las próximas elecciones.
Un 10 para Jesus Vigorra,pues consiguió despertar el entusiasmo de los asistentes.
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