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Maldición, locura y salvación

El cuento es el género literario que más inquietud me plantea, desde que en el verano de 1980 me leí de un tirón los tres tomos de relatos de Julio Cortázar publicados por Alianza Editorial. El tirón ocupó unas cuantas siestas de aquellos caluorosos agostos de antaño, donde realmente el tiempo era infinito y las angustias de la noche boca arriba habían de encontrar su difícil hueco entre el sofoco de tupir un carro de paja y la placidez de llevar las vacas a pastar a las viñas del Chorrillo. La inquietud la entiende el lector del argentino, que ya no puede sentarse en un sillón de terciopelo verde sin mirar atrás de vez en cuando para comprobar si permanece cerrada la puerta del salón.

Salvando el tiempo y las distancias, producen otra inquietud las lágrimas de Adrián en el relato que cierra el libro de Francisco Antonio Carrasco La maldición de Madame Bovary (Huerga&Fierro). Esta yerma masculina oculta en su misterio el secreto banal de la locura, pero los lectores de cuentos sabemos que ninguna explicación es tan simple y que nadie se suicida porque sea incapaz de ponerse un pulóver. La locura es la del jugador de cartas, ya desposeído de toda dignidad que no sea su propia fe en el azar, la locura es la del que desperdicia su juventud en un inútil anhelo de venganza, la locura es la del que se enamora de la persona equivocada, la del estraperlista de sentimientos que vende medallas de la Virgen del Carmen. Pero el que sigue su dogma no está loco, quizás ciego, pero no está loco. Aunque el camino suponga romper leyes, abolir códigos morales y convertirse en un ser ruin y despreciable, pues el destino no lo conduce la libertad. Hay certidumbres que son peligrosas, más que el alacrán de la venganza, más que la serpiente de la mentira. Frente al delirio de la convicción no hay cura posible, ni siquiera se encontraría una receta salvadora en las páginas alternas de los libros pares de la biblioteca prohibida de doña Bárbara. Porque el loco tiene cura, pero el vencido no.


Francisco Antonio Carrasco firmando su libro a Manuel Moreno Valero, cronista oficial de Pozoblanco, durante la pasada Feria del Libro de Córdoba.

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