El informe Prada (I)

El informe Prada (I)

Chalet de Juan Prada Bécares en la carretera de Torrecampo a Conquista. (Foto: Revista Los Pedroches)

En agosto de 1989, por iniciativa de Esteban Márquez Triguero y junto con otros cronistas de la comarca, tuve la oportunidad de visitar la finca que Juan Prada Bécares posee en el kilómetro 10 de la carretera de Torrecampo a Conquista. La extensa propiedad contenía muy diversas y modernas instalaciones cuyo contenido, en aquel vistazo superficial, ya me pareció debatirse entre lo paracientífico y lo supersticioso. Reconozco que ahora, tantos años después, ya he olvidado muchos de los detalles que entonces me impresionaron, pero recuerdo una especie de sala museística en la que se exhibía instrumental médico supuestamente de época islámica y otra serie de materiales arqueológicos de incierta procedencia pero, al parecer, todos importantísimos y evidencias indiscutibles de teoría históricas que ni siquiera entonces, cuando uno todavía creía en tantas cosas, me pareciron muy fiables o rigurosas. La jornada, que contuvo momentos en la más genuina línea del esperpento español, terminó con un aperitivo en la casa que el señor Prada poseía en la calle Reina Sofía de Torrecampo, una mansión con pinceladas esotéricas en la que el anfitrión, muy amable y cortés durante toda la visita, me obsequió con un ejemplar firmado de su libro Diccionario de terminología médica explicada.

El único conocimiento que hasta entonces poseía de Juan Prada Bécares y sus actividades en la comarca procedía de un artículo que, sin firma, se había publicado en el número de junio de 1986 de la revista Los Pedroches , una publicación mensual que por entonces editaba la Diputación de Córdoba. En tres páginas ilustradas con fotografías y en un tono general favorable e incluso admirativo, se hablaba de un "importante centro de investigaciones científicas ubicado en Torrecampo", en la finca de un abogado madrileño "millonario y altruista".

Allí, según esta fuente, se desarrollaba "la más alta tecnología del país en materia de aprovechamiento de energía solar, de luz y eólica", para cuyo conocimiento acudían mensualmente "científicos de varios puntos del mundo". En este sentido, lo más relevante sería el aprovechamiento que se realizaba de la energía eólica y fotovoltaica de silicio amorfo (esta última no necesitaba sol directo para producir energía, sino sólo luz), surtiendo a toda la finca a través de un "convertidor" de corriente continua en alterna sin transformador. Científicos y empresarios nacionales y extranjeros habrían acudido a Torrecampo a comprobar in situ tales avances científicos.

Allí, añadía la revista, se ubicaba "una de las mejores salas de conferencias y exposiciones de Andalucía, donde mensualmente se celebran exposiciones de pintura y arqueología de la zona, así como interesantes conferencias sobre, por ejemplo, 'Límites entre la vida y la muerte', por Jaime Sánchez Montero y Fillol, ingeniero de Telecomunicación y presidente del Comité de Inventiva, Creatividad y Prospectiva del Instituto de la Ingeniería de España; o investigaciones tan interesantes como la de encontrar el primer lenguaje natural que tuvieron que utilizar los hombres antes de crear los idiomas, lenguaje que Juan Prada ha autodenominado Psigarmillano". Sobre estos temas investigaba el Instituto Auxiliar de Estudios Ecoantropológicos, dirigido por Prada.

La finca, según el artículo, contenía "dos lagos artificiales con interesantes especies anfibias, y varios invernaderos de plantas extrañísimas y escasas en el mundo, con poderes medicinales y curativos. Asimismo existen granjas de vacuno, cerdos (se ha conseguido un ejemplar producto del jabalí y el cerdo ibérico), ciervos, ovejas, caballos, etc". Además, en sus laboratorios se estudiaba "el diagnóstico de enfermedades a través de un sistema de análisis sanguíneos" y se creaban medicamentos procedentes de la destilación de plantas medicionales que se criaban en los invernaderos. Esta investigación médica estaba dirigida por el Instituto Auxiliar de Orientación, Diagnostico y Terapéutica (Inaodyt), una asociación privada que encabezaba el propio Prada.

Por si todo esto fuera poco, en los terrenos de la finca se encuentran los restos del castillo de Mogábar, una gran fortaleza islámica a la que Prada identifica con el Gafiq citado por Al-Idrisi en su itinerario y que la historiografía suele identificar más o menos sin discusión con Belalcázar. En una pequeña publicación de la época, firmada por Prada (La reaparición de Gafiq), se describe el lugar como una elevación alargada, con anillo de rocas, de 704 metros de altura, en el que se podrían apreciar huellas de alineaciones de muros y restos de derrumbe de un núcleo de población incluido en el amplio recinto amurallado. En un mero estudio superficial se apreció una ocupación continuada del lugar desde "muchos miles de años, con una sucesión de civilizaciones, desde las prehistóricas, pasando por las íberas, romana y visigótica, hasta la de los árabes, con sus englobamientos mozárabes y judíos, que pudieron haber sido, al final, el Gran Caballo de Madera de una pequeña Troya mora, que, con los olivos en lo alto, llegó a erigirse en capital del entonces llamado Valle de las Encinas". Para proteger todo este patrimonio se creó ya entonces la llamada "Junta Popular para la Conservación del Patrimonio Bio-histórico-cultural en la finca-castillo Mogabar-Gafiq".


Restos del castillo de Mogábar (Foto: Emilio López)

Comprenderán que, con todo esto en la cabeza y visto desde hoy, mi visita a aquel lugar me pareciera una especie de excursión-parque-jurásico (incluso creo recordar que nos desplazábamos en jeep por la finca) y que no desentonara en absoluto en aquel contexto la existencia en el lugar de una ermita dedicada a "Nuestra Señora Madre del Amor Universal".

Pocos meses después, sin embargo, todo este paraíso terrenal de altruismo y buen juicio se vino abajo con gran estrépito cuando pudimos leer en la prensa nacional noticias como ésta:

Dos juzgados de Madrid y Zaragoza investigan las actividades de una asociación médica que, previo diagnóstico mediante una mínima muestra de sangre, ofrece tratamientos obsoletos, de dudosa efectividad e incluso tóxicos, ya que uno de los preparados contiene arsénico, según un informe de la universidad de Zaragoza. Esta asociación atiende a los pacientes, en su mayoría terminales, a través de médicos volantes, en Murcia, Zaragoza, Vigo, Barcelona, Córdoba y Bilbao, cobrándoles entre 25.000 y 30.000 pesetas por consulta, sin extender recibo. Sanidad ha abierto dos expedientes sancionadores por elaboración de especialidades sin registrar y fabricación de productos farmacéuticos en instalaciones sin autorización (...).

Se trata del llamado examen bio-hematológico como medio de diagnóstico fundamental, a través del cual el médico colaborador está en condiciones de explicar los motivos de cualquier proceso padecido por cualquier persona, presente o ausente, y a cualquier distancia, sin necesidad de que nadie le diga lo que siente, lo que cree tener ni de qué anda etiquetado", según reza la publicidad.

En el examen bio-hematológico se anotan datos clínicos como "camisas de eritrocitos gruesas" o "cristales rosados", en el apartado del aparato excretor, o "cristales cercados" o "goteados viscosos perlados", en el del reproductor. La receta es la misma en todos los casos, el llamado Líquido Fowler- Solución. Este remedio ha sido desarrollado por el doctor Prada Pascual, uno de cuyos descendientes, el abogado Juan Prada Becares, figura como cabeza visible de la asociación en los folletos informativos. [El País, 24-11-1989]

Pronto nos enteramos también de que Inaodyt había sido sancionada ya en 1979 por elaborar especialidades farmacéuticas sin registro y por fabricar estos productos en dependencias sin autorizar. El abogado Juan Prada Becares, "cabeza visible de la asociación", sería en 1990 de nuevo procesado junto con otros miembros de Inaodyt, en una causa que terminaría con la clausura del laboratorio farmacéutico clandestino que "la empresa médica Inaodyt" mantenía en Torrecampo y que era propiedad de Prada. Este laboratorio estaba dedicado, al parecer, a la maceración en alcohol de materias vegetales y en él se encontraron media tonelada de hierbas como romero, encina, celedonia, corteza de quina, enebro, artemisa y jara, así como 30 bidones de 50 litros cada uno de metanol y un aljibe de 12 metros cúbicos llenos del mismo alcohol. También la Unión de Consumidores Españoles se querelló contra Inaodyt por delitos contra la salud pública, falsificación documental y estafa.

Y, desde entonces, nada habíamos vuelto a saber del señor Prada Bécares ni de su labor "médica, científica y cultural", hasta que hace unos días alguien me hizo llegar una serie de documentos que manifiestan la voluntad de Prada de retomar su actividad histórico-cultural en torno al castillo que llaman de Mogabar-Gafiq. De ellos hablaremos mañana.