Fuente La Lancha llena otra vez la calle de dulces artesanos
Unas mujeres fríen borrachuelos en una calle de Fuente La Lancha, el pasado domingo.
Las actividades que se realizan en pueblos pequeños como Fuente La Lancha suelen despertar menos atención mediática que las que se organizan en las localidades mayores, pero quizás precisamente por eso conservan un encanto especial. Aun así, la quinta edición de la Feria del Dulce Artesano de Fuente La Lancha congregó a un numeroso grupo de adictos deseosos de pasar el domingo en contacto con la tradición, allá donde se anuncie. La ocasión, como siempre, no es más que una excusa para comer y beber y, de paso, descubrir alguna curiosidad gastronómica que nos hubiera pasado desapercibida hasta el momento.
En la calle se pudo ver la elaboración de rosquillos, borrachuelos, tirabuzones, hojuelas y otras delicias de la sartén. Luego, el reclamo atrae a todo tipo de tenderetes inevitables en este tipo de convocatorias: el del esparto, el de la cerámica de La Rambla, el de la marroquinería magrebí y, en fin, hasta el mercadillo textil de segunda mano amenizado por Aldo Narejos y los suyos (junto a sus torrijas ecológicas).
De entre todo, destacaré en esta ocasión dos exquisiteces que probamos. La primera, ese licor "resol" que nos sirvieron en el stand de Belalcázar, que era el pueblo invitado este año. La segunda, la riquísima carrillada en salsa que al precio de tres euros provocó largas colas para su degustación. Exquisita de verdad. Más de seiscientas raciones (poco generosas, todo hay que decirlo) se vendieron, con regalo de plato de cerámica incluido.
Luego, bajo un sol abrasador, Abraham Ruiz, Joaquín Sáez y Laura María Larrea se lanzaron al tempestuoso mundo de la copla en todo su desgarro existencial y allí los dejamos, frente a su público entregado, esperando la hora de que llegara al fin el momento de degustar los dulces elaborados durante toda la mañana.
Fuente de rosquillos bien azucarados.
Friendo rosquillos.
Stand de Belalcázar, con sus jarras de resol.
La carrillada provocó largas colas al sol.
Los cantantes de "Se llama copla" animaron la sobremesa.
Las actuaciones tuvieron lugar en la Plaza de Sotomayor y Zúñiga.
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