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A Pozoblanco no le gusta el teatro


Ramón Fontseré y Pilar Sáez, el pasado sábado como Cipión y Berganza en Pozoblanco.

"¿Qué tiene que venir a Pozoblanco para que el teatro El Silo se llene?", se preguntaba hace unos días M. Luna Castro en el diario Córdoba, tras reconocer que la representación de El coloquio de los perros de Els Joglars apenas logró ocupar la mitad de la sala. "El teatro siempre ha tenido tirón en Pozoblanco", se argumenta, y esa constatación hace más incomprensible que una y otra vez asistamos al vergonzoso hecho de que espectáculos teatrales de primer nivel que recalan en El Silo no alcancen un número mínimo de asistentes que justifiquen tal afirmación. Ante ello, no cabe más que una conclusión: en Pozoblanco (y, por extensión, en Los Pedroches) no hay tanta afición al teatro como se cree.

Cuando se dice que nuestros pueblos (porque esta afirmación es habitual en casi todos ellos) tienen mucha afición al teatro, en realidad se está hablando de otra cosa. Se está hablando de aquella costumbre antigua de los teatros de aficionados que conseguían llenar los salones parroquiales donde se representaban sus obras porque en el escenario iban a aparecer la hija, el tío y la sobrina del espectador y el interés residía en comprobar lo bien que lo hacía la niña o el abuelo más que en las cualidades teatrales del espectáculo en sí. Todavía por los escenarios de nuestros pueblos, cuando surge cualquier iniciativa teatral espontánea, se siguen representando casi en exclusiva las obras de los Quintero, Alejandro Casona y Arniches, como plasmación irrefutable de un estado de hibernación artística del que no hemos conseguido salir del todo.

Es cierto que la representación de Els Joglars del sábado pasado nos dejó un poco fríos: sobresaliente la puesta en escena y la interpretación actoral, pero muy deficiente la adaptación de la obra cervantina, que no aprovechó la batería de recursos cómicos que el original ofrece y oscureció con innovaciones de dudosa eficacia el reflejo crítico de una sociedad siempre en crisis moral. Pero ni siquiera esto, que solo pudimos saberlo a posteriori, justifica que, si tanta afición hay al teatro en Pozoblanco y Los Pedroches, no se agotaran las entradas para El Silo el sábado pasado, ante un reclamo de la máxima potencia. Que cada uno saque sus propias conclusiones.

11 comentarios :

Anónimo | jueves, diciembre 04, 2014 2:33:00 p. m.

El teatro es como la vida misma y por lo tanto no se pueden sacar conclusiones simples. La afirmación que Vd., hace sobre la afición al teatro en los pueblos de los Pedroches me da la impresión que carece de todo fundamento. Si esa afirmación fuese cierta, ¿me podrías explicar porque en muchos municipios están muchos años sin que se realice ninguna interpretación de obra alguna? ¿donde están los grupos de teatro locales? ¿cuantos hay? Analiza estas preguntas y sacaras la conclusión que la afición al teatro en nuestros pueblos es muy similar a la que existe a la astronomía. Cuando he asistido personalmente a alguna función local, si se ha llenado el recinto es porque era gratis o casi gratis. Y lógicamente que la obra fuese de humor para escuchar los consabidos comentarios al final de la actuación de lo gracioso y ocurrente que es fulanito o menganito de tal. Por lo tanto, si unimos el interés del gobierno por atacar a los artistas elevando el IVA al 21% lo que hace que se encarezcan las entradas, que la obra no fuese de humor, que la compañía encima es catalana y posiblemente una escasa y deficiente publicidad, y la poca afición, nos puede dar una respuesta a la pregunta de porqué estaba el teatro medio vacio.

Unknown | jueves, diciembre 04, 2014 3:17:00 p. m.

Llevais todo la razón, luego nos quejamos de que el Ayuntamiento no organice actos culturales, para que. El mes pasado en las jornadas de Covap el actor Jose Luis Gomez recitando a Juan Ramón Jímenez (espectaculo gratuito) digno de ver y oir. Personas poco más de 100. Esto dice mucho de la cultura de los pueblos.

Anónimo | jueves, diciembre 04, 2014 4:24:00 p. m.

Estimado Angel, escuchar a José Luis Gomez es un placer. Como actor es grande entre los grandes. No entiendo como el público no asistió y máxime cuando era gratis. Efectivamente, esto dice mucho de la cultura de los pueblos, pero de los pueblos de los pedroches. En pueblos de otras comunidades y regiones no es igual créeme. Posiblemente tenga que ver con la experiencia vital de los ciudadanos de los pedroches muy arraigada a un submundo caciquil y de incultura, a una emigración que hace que los más preparados tengan que emigrar en busca de otras oportunidades, a una vida de subsistencia basada en el subsidio y la caridad, a un clientelismo político que supone la sumisión del ciudadano al poderoso. Triste panorama en nuestro.

Anónimo | jueves, diciembre 04, 2014 6:06:00 p. m.

Yo iría al teatro de forma excepcional y no necesariamente buscando cultura ni substancia transcendente, entre otras cosas, porque la cultura y la substancia transcendente la tengo a golpe de click en una cantidad tan inconmensurablemente grande, que jamás en 100 vidas que tuviese pudiera abarcar el visionado y escuchado una sola vez de una pequeña parte de esas manifestaciones culturales. Y hablo de internet, de youtube, de dailymotion, de los torrentes...
Por desgracia para los puristas, yo no valoro el directo por sí mismo, ni la fama del actor, ni estoy exento de prejuicios del tipo "los catalanes serán muy listos pero no me interesa aprender nada de ellos"; el dinero que me vaya a gastar tiene que competir entre una buena comilona o viaje o capricho tecnológico o gasto imprevisto... y como no estoy sobrado, limito los gastos. Supongo que como yo habrá muchos, y el resultado es que en vez de ir 700 u 800 personas a un evento pintoresco y mediáticamente resaltable, va la mitad, y un recinto tan grande se ve medio vacío, pero si fuera la mitad de chico estaría lleno.

A Pozoblanco no le gustará el teatro, pero su gusto por la cultura está en la media.

Anónimo | jueves, diciembre 04, 2014 6:12:00 p. m.

No tiremos balones fuera colgandole a los politicos la responsabilidad de todas nuestras deficiencias. Somos un pueblo inculto y punto. No hay avidez por la autoformacion, precisamente en un mundo donde las nuevas tecnologias ponen al ancance de un ratón, un mando a distancia o un teclado todo el saber humano. Asi se explica que se consuma la basura televisiva que se nos ofrece. Por ejemplo hoy en la 2Tv , los primeros capitulos de Apocalipsis-La Primera Guerra Mundial tendrá infinitamente menos cuota de pantalla que el porno-espacio de Adan y Eva o Gran Hermano. ¡Eso es lo que hay!. Por otra parte, estoy con Antonio en que las grandes afluencias de público a determinados eventos teatrales, verbigracia el Auto Sacramental de El Viso, es para alimentar la complacencia de ver al niño o la niña hacer su papelito. Vereis como para carnaval se llena El Silo. ¿Cervantes?..."No arrojen perlas a los cerdos" San Mateo 7:6...

Anónimo | jueves, diciembre 04, 2014 11:35:00 p. m.

Estáis en un error. A nosotros el teatro no nos interesa mucho. Lo que nos gusta de verdad es el circo y santificar los domingos y fiestas de guardar. De siempre ha sido así. Bueno, el teatro chino de Manolita Chen si que colgaba el letrero de completo, que todo hay que decirlo.

Anónimo | viernes, diciembre 05, 2014 10:47:00 a. m.

Puede ser también que con el teatro que presenciamos cada último lunes de mes por la televisión local la mayoría ya esté saciada. Porque ahí se representan casi todos los géneros teatrales, siendo el más común el esperpento, sale de todo, y gratis, desde la comedia a la tragedia, pasando por la farsa, el sainete y el vodevil. Sólo falta un auto sacramental y prácticamente acabaríamos con la serie.

Anónimo | viernes, diciembre 05, 2014 11:44:00 a. m.

No se debería nombrar a los cerdos en estas cuestiones. Ni aunque lo haya dicho san Mateo. Aquí los cerdos están en la montanera hinchándose de comer bellotas. Los habitantes de Los Pedroches, afortunadamente, ya no consumen bellotas para subsistir aunque en tiempos sí lo hicieron (algunos).
La crisis del teatro forma parte de la crisis de valores que hoy tenemos. Antes, para entusiasmar a los jóvenes, sólo había la falange y sus desfiles, el carnaval de pueblo (que no el de ahora), los bailes familiares en las casas particulares y en los salones, el corro, el paseo de los domingos y fiestas de guardar etc. etc. Y el teatro. El teatro representado por ellos mismos. Hoy, como es natural porque el tiempo no pasa en balde, todo eso se ha borrado de un plumazo. No hay nada para entretener a los chiquillos. Y, sobre todo, no hay nada cultural, porque la cultura aburre. Pensad en los cineclubs, que, supongo, se organizarían para elevar la cultura en general de la juventud y de paso meter un poco de ideología. ¿Quienes iban a los cineclubs? Los más no querían meterse en esas zarandajas donde no se podía uno echar novia. Entre el botellón y una representación teatral no es difícil elegir. ¡Libertad, Libertad, a mí que no me encierren en una sala de teatro para hablarme de cosas que me suenan a chino! ¿Y los mayores? ¿Por qué no van hoy los mayores al teatro o a otros espectáculos? Porque le tenemos miedo al futuro. Porque no sabemos si mañana cobraremos nuestra pensión. Porque estamos costeando el alquiler, la comida y los gastos de nuestros hijos en paro. La respuesta a la pregunta de Antonio es muy compleja. Pero todo influye. No hay una única contestación.

Anónimo | viernes, diciembre 05, 2014 12:16:00 p. m.

Deberíamos contemplar el panorama con otra perspectiva. La gente no está para teatros cuando mira su país y ve que la corrupción supura por todas las costuras que desmembran a España. La gente no está para teatros cuando ve que sus hijos que han adquirido una formación que jamás hubieran soñado para ellos mismos son la mano de obra barata de otros paises mas desarrollados de nuestro entorno y ven como se ganan la vida en trabajos sin cualificación y que desprecian los nativos. El cariz adquiere tonos que serían caricaturescos si no fuese por lo dramático de la situación cuando vemos como un joven estudiante pone en entredicho a las mas grandes instancias del país y provoca debates y demandas dignas de un país subdesarrollado que ni si quiera es capaz de enfrentarse a lo que no deja de ser un chico listo que pasara a los anales de la picaresca española como el sobrenombre del pequeño Nicolás. (Esto si que es teatro y del bueno) No, mi estimado Antonio, no es que a Pozoblanco le guste o no el teatro. Esto puede ser coyuntural. El pueblo está mas para circo que para teatro aunque no para acudir al espectáculo sino a fugarse con él.

Anónimo | viernes, diciembre 05, 2014 7:59:00 p. m.

No creo que Pozoblanco, ni Los Pedroches, sean una excepción en esto del teatro; andan muy al compás de los tiempos y de otros lugares, como lo han hecho siempre. No voy a decir que el teatro no sea una forma cultural -que me comeréis a trozos sin dejar migaja- , pero hoy día es una pequeña manifestación cultural muy reducida a ciertos públicos (al tenor de la tradición, de la formación...), que absoluto compite con otras formas o manifestaciones culturales que arrasan a las masas y a los jóvenes, porque están más en sintonía con los tiempos: al mundo de las tecnologías en sus variadas formas, que ofrece otra Cultura que, queramoslo o no, es la propia de estos tiempos que vivimos. Lo otro es algo residual que en forma alguna puede parangonarse con lo que vivimos, con lo que respiran los jóvenes, con lo que es motor de nuestras vidas a todos los niveles (economía, sociedad y cultura). Por lo tanto, el teatro es lo que es. No sirve buscarle tres pies al gato. Vivimos en el año 2014, no en el siglo de oro, ni en la Grecia Clásica ni en el Medioevo, donde sí que tenía un sentido y era un importante medio de comunicación, diversión, crítica o adoctrinamiento.

Anónimo | sábado, diciembre 06, 2014 11:56:00 a. m.

Que tristeza me producen algunos comentarios. Que los jóvenes no están por el teatro ya que los tiempos que corren no parecen propicios a ello es desolador. El teatro es una manifestación cultural y social tan rica y tan variada que a mi solo me producen compasión aquellos que no disfruten del mismo. Como todas las cosas bellas de la vida hay que saborearlas en vivo y en directo para disfrutarlas. No valen que nos lo cuenten.
Es como decir que preferimos comer hamburguesas en una franquicia Amerícana a un filete en un buen restaurante por que los tiempos van muy deprisa y así son las cosas. Nada jovenes, seguir comiendo en el burguer comida basura y dejarnos para los clásicos la buena carne y el buen pescado. A fin de cuentas solo es cuestión de gustos y de dinero.

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