El riesgo de los doce años
En un reciente artículo publicado en el semanario La Comarca, Miguel Cardador López, que es el presidente-editor de la publicación, escribe: "Está más que demostrado que la prolongación excesiva en el tiempo ocupando cargos públicos acaba habitualmente por generar casos de corrupción y múltiples irregularidades en la gestión. Porque al final, los que habitan desde tiempos inmemoriales en el poder, y la corte nombrada a dedo por los mismos, se creen que están por encima del bien y del mal, habitando en la mayoría de ellos la prepotencia y la desproporción en el gasto". Su artículo se refiere, concretamente, a unas investigaciones iniciadas por la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil (UCO) sobre varios directivos de la Real Federación Andaluza de Fútbol, entre los que se incluye el pozoalbense Pablo Lozano, que en otro tiempo fue concejal socialista y diputado provincial en la Diputación de Córdoba. Sin embargo, Miguel concluye con unas consideraciones generales con las que resulta difícil no estar de acuerdo: "Conociendo la condición humana, y para reducir las tentaciones que provocan tantos años viviendo instalados en el poder, que hace que algunos terminen confundiendo habitualmente lo público con lo privado, creo que sería muy positivo que todos los grupos políticos se plantearan de una vez por todas la necesidad de poner fecha de caducidad a los cargos (...) Nadie debería estar en un cargo público cobrando como profesional más de 12 años, porque de lo contrario la corrupción seguirá anidando con la misma fuerza que hemos podido ver todos los ciudadanos de a pie en la mayoría de comunidades autónomas producidas por el partido que lleva muchos años gobernando".
Elías Romero, de Santa Eufemia, es el alcalde más veterano de toda la provincia [Foto: Rafa Sánchez].
Como ejercicio meramente teórico y ocioso de una tarde de domingo, he echado un vistazo a nuestros gobernantes más inmediatos para comprobar qué sucedería si aplicáramos a las alcaldías el criterio limitador de mandatos que propone Miguel Cardador. Y el resultado sería que prácticamente el 50% de los alcaldes de Los Pedroches deberían abandonar su puesto en las próximas elecciones municipales, por haber cumplido el periodo máximo de garantía fijado.
El más veterano de los alcaldes de Los Pedroches es Elías Romero, de Santa Eufemia, que cuando se cumpla la actual legislatura en 2019 habrá estado en el cargo nada menos que 36 años (desde 1983). Le siguen Luciano Cabrera (Alcaracejos) y Bartolomé Madrid (Añora), que accedieron a la alcaldía en 1995, y por tanto cumplirán 24 años en su puesto. A continuación figura Juan Díaz (El Viso), que al convocarse las próximas elecciones municipales habrá completado 20 años como primer edil. En el año 2003 accedieron a la alcaldía José Chaves (Fuente La Lancha), Santiago Ruiz (Pedroche) y Marisa Medina (Villanueva del Duque), por lo que en 2019 cumplirán 16 años en el cargo. Finalmente, Manuel Torres (Dos Torres) dirige su ayuntamiento desde 2007, por lo que al terminar esta legislatura habrá completado el periodo de 12 años que Miguel Cardador considera límite antes de que el político comience a sentirse "por encima del bien y del mal". Mención aparte merecen los casos de Catalina Barragán (Cardeña) y Dolores Sánchez (Villanueva de Córdoba). Ambas fueron alcaldesas con anterioridad, la primera entre 1991-2007 y la segunda entre 2003-2011, pero las dos perdieron el cargo y lo han vuelto a recuperar en esta legislatura. Debería precisarse, por tanto, si la limitación de doce años se refiere a años continuados o a años en su totalidad considerados.
Insisto en que esta reflexión es un mero divertimento dominical. Ya consta que muchos de los anteriormente nombrados van a repetir en el cargo, alargando así su ya extensísimo currículum gubernamental expuesto al riesgo de dejarse vencer por la corrupción, al parecer de Miguel (y al mío también), pero mientras la ley lo permita, parece ser que el sentido común no lo va a evitar.
11 comentarios :
La limitación del mandato en los pueblos pequeños es un gran problema. No es nada fácil que los partidos tengan candidatos, y la limitación haría que se lo pensaran 5 veces más. Siempre hay que pensar en el día después.
En muchas ocasiones y más de en una tertulia he comentado al respecto de este tema.Comparto los argumentos de Miguel Cardador, siempre he estado convencida de que la limitación de mandatos debería ser un hecho y si es obvio que el sentido común no prima sobre los intereses políticos, se debería regular por ley, lógicamente esto es mi opinión personal.
Siempre he creído y creo, que la política debe servir y digo debe, porque no siempre es así,para solucionar los problemas de la ciudadanía y estar a su servicio, lo cual puede llegar a torcerse en su cometido cuando los cargos políticos se dilatan en el tiempo.
Las circunstancias, el tiempo....y muchos factores se van acumulando con los años, pueden hacer, en ocasiones, que las expectativas,ética, valores, objetivos.... que en un principio se desarrollan como prioridad, con los años se aletarguen cayendo en todas aquellas acciones por las cuales hoy son muchas las personas que no creen en la Política, pero claro, como ya he dicho anteriormente es mi opinión, una opinión más.
Yo propongo que a partir de la cuarta legislatura se les haga por ley alcaldes perpetuos.
La explicación del fondo del asunto de Pablo Lozano es una cuestión que por prudencia habrá que darle su turno, pero he de decir por fin, que mucho tiempo llevo esperando su revelación con la vana ilusión de que la Justicia lo ponga en su sitio, o más bien, lo saque de su sitio. Es una razón de limpieza y salud pública.
Mi reconocimiento a la valentía, tanto de Miguel Cardador como de este blog, de poner en la palestra a uno de los históricos intocables.
Alcaldes perpetuos con voz pero sin voto. Con voz para aprovecharse de su veteranía. Sin voto para que no puedan colocar a un cuñado o un amiguete en cualquier puesto. Además pagarle una pequeña dieta por asistencia a pleno que se descontaría del sueldo del alcalde porque, a fin de cuentas, le está ayudando en su labor. La gente del pueblo se sentiría segura de ver la cara de su antiguo alcalde en los plenos y no padecería el llamado "síndrome nostálgico de desamparo" que tantos miedos desata.
En teoria es bueno que cada cierto tiempo se renueven los cargos, las alcaldías también.
Una alcaldía bien llevada es un gran honor para quien la ocupa, y suele ser los 4 primeros años. Luego conforme van pasando las legislaturas, se comienza a experimentar una erótica del poder que obnubila la razón y desarrolla codos para que nadie pueda apearles del puesto.
Ya no importan los compañeros, los partidos o los vecinos, sino toda una maquinaria para seguir en el cargo.
Se crean asociaciones afines,vínculos con empresas, servicios de colocación y taxis electorales (para el día de la jornada). El año electoral es toda una dicha en eventos, comidas, etc.
Cuando hay que aprobar algo complicado se proyecta el oportuno asueto, pasando a ser el teniente alcalde el que se lleve la cera.
Doctores tiene la iglesia...
No es de extrañar que si alguien se tira varias décadas ocupando un mismo despacho finalmente pueda llegar a creerse que ese despacho ya es de su propiedad. Hay algunos incluso que sin llevar demasiado tiempo ya se creen que el despacho público que ocupan es suyo, cuanto más si el tiempo se prolonga por décadas.
Tampoco es de extrañar que si al que ha hecho de la política y derivados su modus vivendi le ha ido medianamente bien le cueste abandonarla y se aferre a su estatus con uñas y dientes. Siempre podrá alegar que tiene una vocación de servicio público inextinguible con el paso del tiempo.
Totalmente de acuerdo. Limitar los mandatos en el tiempo es muy recomendable. Evidentemente esto podría crear un grave conflicto al que deberíamos dar respuesta. Intentaré explicarlo. Existen personas cuyo vocación de servicio público alcanza tal dimensión que impedirles el acceso a dicha función podría ser considerado una agresión a los derechos humanos.¿que podríamos hacer para dirimir tal paradoja?. Yo tengo la solución y os la voy a exponer con dos claros ejemplos de municipios a los cuales me une una gran devoción: Añora y Dos Torres. Tanto en Añora como en Dos Torres se van a presentar los actuales alcaldes con el objeto de conseguir la renovación. Y la verdad que aqui todos estamos un poco hartos de estos dos señores pero que le vamos a hacer si en Añora y en Dos Torres somos muy de derechas y por lo tanto le vamos a renovar su mayoria.Y ahora viene mi gran idea: A Bartolomé lo mandamos a Dos Torres y a Manolo a Añora. Así habremos conseguido quitarnoslos del medio sin que haya supuesto el sacrificio personal de tan magníficos alcaldes o sujetos. Y así lo podemos hacer en los distintos municipios cuyo color politico sea del mismo signo. Lo del color político si es importante y es obligatorio tenerlo en cuenta para dichos intercambios ya que esta solución no sería válida para los municipios de Alcaracejos y Villanueva del Duque por poner un ejemplo. Creo que mi idea es genial y super imaginativa habiendo sido sustentada por la autoridad que me otorga el estar en posesión de dos master de la universidad Rey Juan Carlos que versan sobre derecho local y vecinal y que con tanto esfuerzo y sacrificio puede adquirir, perdón conseguir.
De acuerdo con Miguel Cardador que va más allá de los años que uno esté en la alcaldía o en la concejalía de un consistorio. Se refiere a las puertas giratorias famosas donde la política le lleva a otras instituciones públicas (fruto del amiguismo y enchufismo). En este caso habla del señor Lozano que lleva desde que tenía 17 años en política (de una manera u otra) además representando a una izquierda siendo un burgués en su modo de vida como de actuación.
Anónimo del lunes, 9.29 p.m. ¿Dónde hay que firmar para adherirse a tu propuesta?
Al señor que bromea con los master, decirle que el señor Pablo Lozano no tiene ni master, ni carrera, ni F.P, ni Bachillerato, no le hace falta para tener grandes cargos en su partido, Diputación, Ayuntamiento y Federación.
Publicar un comentario