Añora es una fiesta
Carrera de sacos en la calle Pedroche, este mediodía.
De luz y de color. Sobre todo, una fiesta. Tras once años de convocatorias, la organización de las Olimpiadas Rurales de Los Pedroches se muestra tan perfectamente engrasada que podría escribirse la crónica de cualquiera de sus actividades varias horas antes de que sucediera, con la seguridad de que no habrá imprevistos. Anoche la inauguración y las tres primeras pruebas (piola, garrote y cucaña) y esta mañana desde los mizos de la primera hora hasta las carreras de sacos del caluroso mediodía, todo ha transcurrido con la dulce inercia de lo que ya se ha demostrado que funciona. Es un riesgo el que se corre, pues a veces gusta entregarse a la novedad, a la vacilante incertidumbre de lo imprevisto, al desliz que nos aleje de la siempre acechante amenaza de la repetición y la monotonía. Pero Añora es una fiesta durante tres días, invadida por catervas de rebosante juventud que renuevan el aire viciado de la desgana y la rutina. Es un sueño, una ficción que solo dura tres días, durante los cuales la vitalidad se contagia y todos nos sentimos más fuertes, más altos, más guapos y mejores. Un sueño de verano convertido en fiesta.
Un relevo de la carrera de sacos aguarda su turno.
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