Un esperanzador aroma de futuro
Aliara anoche en el patio de La Salchi de Pozoblanco, en la clausura de Folkpozoblanco.
Aliara ha emprendido en su carrera dos tareas fundamentales en torno a la música tradicional de Los Pedroches. Por un lado, rescatar y difundir la música y las canciones populares de nuestros pueblos, arrancándolas de la memoria de las personas mayores que aún las recordaban para entregarlas de nuevo a la gente de la calle convenientemente remozadas y vestidas de guapo. En esta labor cimenta el grupo su indudable éxito. Si buena parte del folklore antiguo de nuestra comarca nos resulta hoy todavía familiar al oído se debe en gran parte al trabajo de Aliara, que lleva ya más de cuarenta años con este empeño. Sus discos y las 31 ediciones de Folkpozoblanco lo avalan.
La segunda tarea es la de conseguir transmitir a los jóvenes esta pasión suya por la música tradicional de los pueblos, que la llama no se apague cuando Aliara desaparezca. Tener un heredero en el que depositar tantos años de investigación y de dedicación, para que todo su trabajo no se convierta un día en pieza de museo, sino que siga sonando en los aires melancólicos de Los Pedroches aunque sea desde un escenario (porque el sueño de que el folklore se mantenga en su ambiente original hemos ya de abandonarlo definitivamente). A este propósito consagraron los de Aliara su concierto de ayer en la clausura del Folkpozoblanco 2019.
La actuación de anoche de Aliara en el patio de La Salchi se anunciaba como "La música tradicional infantil de Los Pedroches". El repertorio completo estuvo dedicado a canciones infantiles, a coplas de juegos, retahílas, corros y hasta tonadas de bebé. Toda una declaración. Para más decir, los veteranos de Aliara se hicieron acompañar de un numeroso grupo de niños y niñas que estuvieron presentes durante casi toda la actuación, reforzando los coros, subrayando pasajes, fortaleciendo estribillos y envolviendo toda la actuación con un esperanzador aroma de futuro. Ya en otras ocasiones habíamos visto a niños cantar con Aliara, acompañándolos en una o dos canciones, pero en esta ocasión la entrega fue total. Era como una prematura ceremonia de relevo generacional. Los aspirantes aportaron frescura con sus voces infantiles y su mímica coreográfica, que devolvía a muchos de los temas su esencia original. El público se rindió ante tal espontaneidad y entrega. Quizás a algunos espectadores no gustó tan radical dedicación temática del concierto al cancionero infantil, pero nadie podrá negar que tal opción resultaba necesaria en este momento. El futuro de la música tradicional siempre está en el alero, a punto de sucumbir. Hace falta arriesgarse para que, después de cuarenta años de trabajo, el olvido no termine siendo su final. Aliara hizo ayer su trabajo. Ahora les corresponde a los niños el suyo.
1 comentarios :
Gracias Aliara
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