10 cortos
Con el título 10 cortos, el Ayuntamiento de Torrecampo ha editado recientemente un libro que recoge los diez relatos finalistas de la XIX edición (2019) del certamen de narrativa que organiza anualmente junto a la Asociación Benéfico Sociocultural y Deportiva PRASA, la hermandad Nuestra Señora de las Veredas y la Diputación de Córdoba. El ganador en aquella ocasión fue el relato titulado "El tesoro de Salisbury", de Andrea Martínez Rey.La narración de Andrea sorprende por su pulcritud y elegancia, en tiempos literarios de tanto descuido. El relato está ambientado en una línea de tren de los alrededores de Londres y quizás por eso el estilo me ha recordado al de los grandes narradores ingleses. La intriga está muy bien planteada y magníficamente resuelta, dejando en el lector ese amargo regusto de incertidumbre que caracteriza a la buena literatura de misterio. Es un justo ganador del premio.
He de reconocer que no me gustan especialmente este tipo de recopilaciones heterogéneas de relatos sin más conexión entre sí que el haberse presentado a un mismo concurso. Así, mi primera intención fue leer solamente el corto ganador para escribir una breve reseña sobre el libro, hasta el punto y aparte anterior, pero confieso que, dado el buen sabor de boca que me dejó la narración de Andrea, me animé a seguir leyendo. Lo cierto es que los diez relatos componen un libro muy ameno y, en conjunto, de apreciable calidad, muy recomendable aun en sus altibajos. Me ha gustado la atmósfera decadente de "El rostro esmaltado" de José Luis Hernández Garvi, con una conmovedora historia ambientada en el París de la Gran Guerra, aunque la narración tenga un final fallido. Se aprecia el esfuerzo de Laly del Blanco Tejerina (natural de la provincia de León) por acercar su dura historia "Siete lunas casi nuevas" al pueblo de Torrecampo, con topónimos locales y alusiones a la patrona. Un cierto ambiente existencialista recorre el relato de Rubén López Fernández titulado "En el fondo de algún vaso", en torno al desarraigo y la precariedad de un español emigrado a Londres. Y, en fin, hay que señalar el juego metaliterario de los relatos "La naturaleza imita al crimen", de Esteban Lozano, que tiene a Raymond Chandler y Philip Marlowe como protagonistas, y "El invento de la profundidad" de Juan Antonio Cano Miret, inspirado malamente en un cuento de Borges: el aspecto más reseñable de ambos relatos es una curiosa y casual coincidencia en el desenlace de sus dos historias, coincidencia que hubiera pasado desapercibida de no venir ambos a reunirse en un mismo volumen, circunstancia, por cierto, también muy borgiana.
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