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Los lugares cercanos

Foto original de la portada del libro.

Respondiendo a algún tipo de impulso, hoy he estado leyendo unas paginas del libro de Juan Bosco Castilla Tratado de lo que ignoro. Desde la lejanía que nos impone el confinamiento, siento como una necesidad de regresar a un pasado inmediato que ahora nos parece tan placentero, cuando éramos felices sin saberlo. Juan Bosco habla de lugares lejanos (Asuán, Central Park, Chamonix, Terezin), de lugares evocadores (el Cementerio Inglés de Málaga, el Cementerio de los Ingleses en Costa da Morte) y de lugares cercanos (el Guamora, Peñarroya, la plaza de Jerónimo Páez). Con su prosa sobria y elegante, Juan Bosco habla de muchos temas más, de política, de su familia, de sus libros, de las costumbres cotidianas, pero ahora me interesan los lugares. Los lugares cercanos, en los que, extrañándolos, me gustaría estar de nuevo, habiendo estado tantas veces.


El libro de Juan Bosco me lleva a Añora ("un pueblo hermoso"), donde el autor se siente bien acogido y ello le lleva a considerar, como a los cronistas enciclopédicos de antaño, que los noriegos son "nobles y sencillos", aunque los jóvenes, que antes, según era fama, destacaban por su alto porcentaje universitario, "ahora son como todos". Y es que ya nada es igual: la gente "especial" de Torrecampo, aquella "con rasgos de personaje de novela" que el autor conoció hace años, se ha ido muriendo y ya son todos como los de cualquier otro pueblo. Así somos todos. Dedica una sección completa a sus itinerarios senderistas por la dehesa (La pisá del moro, la Cañada de la Mesta) y por la sierra de Los Pedroches (El Hundiero, Obejo), deteniéndose en pequeñas hormiguitas que le salen al paso (la confusión nominal entre cortijo de "las avispas" y de "las obispas", el enjoto).  El libro de Juan Bosco reconforta, ofrece una lectura amable y te sume en el ensueño de estar donde no estás, orfidal para la ansiedad del exiliado. Uno se siente más cerca de todo, estando tan lejos. He reconocido la obra de Juan Bosco como perteneciente a una hermosa tradición de cronistas pozoalbenses (Cecilio Márquez, Francisco Redondo, Moreno Valero) que en su día, cuando esto de escribir tanto no se llevaba, publicaron libros de recuerdos, entre la memoria evocadora y el reportaje, entre el testimonio personal y la reflexión colectiva, gracias a los cuales hoy conocemos aspectos esenciales de la vida cotidiana, del sentir y del pensar de la época en nuestra comarca, fuera de las asépticas fuentes oficiales. 


Desde la distancia, Juan Bosco me ha ofrecido cercanía y, ahora que me está vetado cruzar la frontera del Guadalmez, me he sentido de nuevo en casa, junto al Cuzna y el Miramontes, en el camino de la Virgen de Luna, en la senda de Los Chivatiles, junto a las grullas en su invernada esteparia. Y todo eso, aunque el libro haya sido impreso en Wroclaw, Polonia.

2 comentarios :

Anónimo | jueves, noviembre 26, 2020 12:34:00 p. m.

"Una habitación propia", eso deben de ser nuestros lugares cercanos. Espacios que vivimos y luego rememoramos con la nostalgia de lo que un día perdimos. Pero están ahí, esperando. Quizá esta pandemia nos haya traído ese regusto positivo de lo añorado. Recorrerlos de nuevo. Pero en soledad. En absoluta soledad. Los vivimos en su día, quizá, en compañía. Pero hoy nos llama allí, me llama a mí al menos, la soledad. Aunque puedes sentirte en soledad estando acompañado. Pienso también que aquellos seres que Juan Bosco conoció, casi "personajes de novela", que desaparecieron y hoy ya no los volvemos a encontrar, fueron creados por nuestra propia ilusión. Nuestra juventud, esa energía que se nos escapaba a borbotones, era capaz de novelar gentes y espacios, imaginar leyendas, construir argumentos. Hoy se nos presentan anodinos, faltos de fuerza, sin mérito alguno para perpetuarlos. ¿Será que nuestros ojos han perdido aquella luz? ¿Que tienes que buscar y rebuscar en tu memoria para volver a encontrar aquel brillo que tanto nos marcó?

Anónimo | martes, diciembre 01, 2020 1:13:00 p. m.

Yo también estoy sumergido en las páginas de la obra TRATADO DE LO QUE IGNORO, e ignoro porqué quiero salir a la superficie y no puedo.

Feliciano Casillas. Escritor y Cronista de Belalcázar

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