El cuaderno de Ninoche
Francisco Molera y la portada de "El cuaderno de Ninoche".Me pregunto cómo es posible que la publicación de un libro como El cuaderno de Ninoche hace dos años pasara en su día totalmente desapercibida para la cultura en Los Pedroches. Y no solo para mí, que estoy más o menos al tanto de las novedades editoriales en lo que respecta a autores comarcales, sino que no he visto ninguna reseña de que esta novela haya sido presentada en Belalcázar, siendo este pueblo un protagonista principal del relato. ¿En qué se ocupan los concejales de Cultura de los ayuntamientos para que acontecimientos tan señeros como la aparición de obras de tal naturaleza pasen completamente inadvertidos? De hecho, la única noticia que he podido localizar sobre El cuaderno de Ninoche se refiere a su presentación en mayo de 2019 en el Ateneo de Madrid y una entrevista al escritor en el blog de la editorial Atlantis.
Su autor, Francisco Molera (Belalcázar, 1943), exfuncionario de Relaciones Exteriores de la Unión Europea, tuvo la fortuna de recibir, por capricho del azar, una especie de diario de quince páginas que había sido escrito a los veinte años por Ninoche, la hija del periodista y escritor Corpus Barga. En aquel apresurado relato, Ninoche cuenta sus dramáticas vivencias durante los primeros días de la sublevación militar de 1936, que la sorprendieron en la Casa Grande que los Barga poseían en Belalcázar. A partir de este pequeño memorial, Molera compone un libro que mezcla lo autobiográfico con lo histórico y lo novelesco y que -aunque hubiera necesitado la revisión de un editor literario- ofrece como resultado una conmovedora estampa donde la tragedia de la guerra civil española se entrecruza con altos nombres de la cultura universal, como el propio Corpus Barga, Antonio Machado, Unamuno, George Orwell o Malraux.
La novela de Francisco Molera, puesta bajo el frontispicio de una cita de Hannah Arendt, es un reclamo sobre la necesidad de mantener la memoria y luchar contra el olvido. El autor bebe de la obra autobiográfica de Corpus Barga (Los pasos contados), pero también de su propia memoria y de sus vivencias personales. El resultado es una crónica sentimental del comienzo de la guerra civil en Belalcázar, pero la narración se extiende mucho más allá, abarcando la anchura del exilio de Corpus primero en París y luego en Lima, recorriendo tertulias literarias y conspiraciones políticas, mientras nos cruzamos con Galdós, Pío Baroja y Ortega o rememoramos la inolvidable estampa de Corpus Barga atravesando los Pirineos junto a Antonio Machado y su madre, que no cesaba de preguntar "¿Llegaremos pronto a Sevilla?".
Pero por muchos ambientes cosmopolitas que se recreen en el libro (como el café Lyon de Madrid, donde tenía su tertulia Valle-Inclán, o el restaurante Rosalie de Montparnasse, donde se dejaban caer suplicando caridad Modigliani, Giacometti o Kandinsky), por muchas capitales europeas que recorramos siguiendo los pasos del escritor en su exilio o de Molera tras su memoria, por grandes que sean los nombres de los protagonistas de aquellos acontecimientos que contextualizan el relato, nada tiene tanta fuerza en El cuaderno de Ninoche como la Casa Grande de Belalcázar y todos los personajes entrañables que la rodean: la tía Petronila, la abuela Gertrudis, el tío Rafael, don Ángel y doña Felisa, el evanescente Jesús... En el torbellino del universo cultural del primer tercio del siglo XX, que la mano de Corpus Barga trae a Los Pedroches, queda fijado para siempre sin embargo el relato de una guerra vista desde un pueblo remoto del interior, la peripecia vital de quien busca escapar del horror y, sobre todo, la Casa, el nudo de todos los lances que se atan a su alrededor. Cuando Corpus Barga vino a España por última vez en 1970 quiso visitarla de nuevo y se encontró ya tan solo la ruina que depara el paso del tiempo y el olvido con medio metro de escombros, porque donde el olvido se impone allí no queda ya más que ruina y desolación.
El cuaderno de Ninoche es pura literatura de Los Pedroches, aunque aquí no haya merecido hasta ahora ningún aprecio. Conecta de nuevo la figura de Corpus Barga con Belalcázar, mostrándonos que su relación con la villa condal no fue solo la consecuencia de la primera infancia y alguna visita casual en su juventud, sino que sentimentalmente se mantiene hasta el fin de sus días. Francisco Molera, también belalcazareño, que vivió enfrente de la Casa Grande, nos regala una deliciosa evocación de una época pasada en la que se combina la dureza del mundo rural con el refinamiento de la cultura capitalina, mundos en apariencia lejanos pero que gracias al milagro de la literatura llegan a ser uno solo, el mismo.
3 comentarios :
Gracias, Antonio, por advertirnos de este lapsus imperdonable; gracias por la reseña y ponernos en situación. JA.
He recibido de Feliciano Casillas, cronista de Belalcázar, el comentario sobre "El cuaderno de Ninoche". Gracias, Antonio, por tu interés en su lectura y por el comentario en Solienses.
El pasado 30 de octubre, la XI edición de "La Isla de las letras" premiaba con un accésit a "El Cuaderno de Ninoche", en la Sala Eugenio Trías del parque del Retiro de Madrid.
Quisiera precisar que el Ayuntamiento de Belalcázar y su Alcalde se pusieron en contacto conmigo para la presentación del libro, pero el covid 19 ha impedido la realización del acto.
Es una gran satisfacción para mí, si "El cuaderno de Ninoche" aporta un interés en la cultura del Valle de los Pedroches. Belalcázar y el Valle me han acompañado como una tierra muy querida, donde viví toda mi infancia y donde siempre vuelvo a la casa donde nací.
Gracias de nuevo.
Mi más cordial saludo.
Francisco Molera
Buenas tardes. EL CUADERNO DE NINOCHE es un gran libro que recoge las vivencias de su autor teniendo como referencia la casa que está frente a la suya (ambas de imponente fachada) en la calle Conde Don Alonso de Belalcázar, conocida como Casa Grande o Casa de Corpus Barga, aunque lo más correcto sería decir CASA DE LOS GARCÍA DE LA BARGA Y GÓMEZ DE LA SERNA, pues ambas familias (unidas por el matrimonio de Ana María Gertrudis Gómez de la Serna y Críspulo García de la Barga y Gil de Cuesta), primero los Gómez de la Serna y después los García de la Barga, fueron quienes levantaron la casa y consolidaron todas las posesiones que el primer Gómez de la Serna que llegó a Belalcázar poseía y llevó a la ruina. Lo más interesante de esta obra es la reproducción de las páginas del diario que NINOCHE (Rafaela García de la Barga y Trannoy.1916-1992) escribió durante sus estancias en Belalcázar, entre octubre de 1935 y agosto de 1936, justo antes de su evacuación y la de su hermano en los terribles días en el inicio de la Guerra civil, cuando ya se había desatado el contraataque republicano de mediados de agosto tras el triunfo inicial de los sublevados, en este caso el 19 de julio de 1936, en Belalcázar. Pero todos los capítulos anteriores donde mi paisano y buen amigo Paco Molera desgrana deliciosamente su vida desde la infancia hasta el momento de abordar estas páginas, siempre ligado a Corpus Barga, su familia y la Casa Grande, merecen desde luego leerse con deleite, siendo el libro en su conjunto de gran interés para quien quiera acercarse a sus páginas y a la dilatada y complicada historia del S.XX.
Saludos. Feliciano Casillas, Cronista de Belalcázar (Córdoba)
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