"La isla del gavilán" ya vuela en Los Pedroches
Pedro Tébar firma ejemplares de su obra tras la presentación del libro [Fotos: Solienses].A lo lejos se veían aparatosos relámpagos que parecían presagiar una inminente tormenta en la tierra del gavilán, pero no: la lluvia fertilizante esta vez se quedó, de nuevo, a lo lejos. Nos reuníamos en el Teatro Municipal de Villanueva de Córdoba para presentar la nueva novela de Pedro Tébar, escritor jarote ganador del Premio Solienses 2009 con su libro de relatos Canción de la madre del agua. En realidad, se trata de su primera novela, pues sus anteriores entregas han sido las dos en forma de cuentos: antes de la Canción vino la Música en la almohada, ambas preludio de La isla del gavilán, con la cual se cierra una trilogía que, al decir de la solapa editorial, iniciaron los dos textos anteriores.
Para presentar el libro a su público natural, que es el de Los Pedroches, estaban allí el alcalde de Villanueva de Córdoba, Gabriel Duque, el concejal de cultura, Juan Manuel Rísquez, el autor, Pedro Tébar, y yo mismo, que tenía el cometido de encuadrar la novela en su contexto literario para hacerla más atractiva al público asistente. Hablé de Juan Benet y de los territorios imaginarios, de la mitología y de la historia de las dehesas, de los molinos de Campo de Criptana y de la junta de los ríos Cuzna y Gato, del peligro que tienen las carreteras de noche y de la doncella Alania, hija del rey Alcorac, del olivar y de la sierra, del sacerdote adivino Mantio y de la nostalgia del regreso, de la esperanza futura y del joven forastero Juan, alto y fuerte llegado del sur para desencadenar la tragedia... De todas estas cosas hablé, y también de los materos y de la Comala de Juan Rulfo y el Macondo de García Márquez, y hablé de los instrumentos que la literatura concede al escritor, de Sierra Mágina y del lenguaje mágico y simbólico de la poesía. Y nombré a la temible alicántara, que si viera, que si oyera... Y descubrí el Reino de la Junta y el Señorío de Horcón, y recordé el coro de la tragedia griega y las culebras que maman a las mujeres y la toma con engaño de la fortaleza de Pedroche, del mismo modo que con engaño los griegos destruyeron Troya en las costas de Anatolia. Y cuando hube hablado de todo esto, agradecí que se me hubiera permitido hacerlo.
Luego Pedro, sabiéndose en la culminación de un trabajo que le ha ocupado más de una década, se sumergió en los detalles, en los porqués, en las causas y en los motivos. Generoso hasta el extremo, agradeció a todos cuantos habían colaborado en esa tarea, por poca que hubiera sido su contribución, como la mía, y cedió a todos ellos la presencia que le correspondía solo a él. Pedro hubiera querido que la noche no terminara, porque la ocasión era única e irrepetible, pero llegó el momento de presentar el azadón, fundamental en tanta historia y tantas historias de Los Pedroches. Sí, todos hablamos mucho de Los Pedroches, yo el primero, porque la comarca, el territorio de la dehesa y el olivar, fue la protagonista de la noche, como lo es de la novela de Pedro Tébar.
Desde anoche, La isla del gavilán vuela libre. Si los lectores de Los Pedroches la acogieran como suya se estaría cumpliendo el destino para el que ha sido escrita. Y, sea como sea, ahí queda al amparo de futuras generaciones, que tendrán que reservarle el misterio y la veneración con los que familias de pedreros guardaron durante siglos en su arca de los objetos valiosos el Libro de las Piedras que escondía el secreto sobre el castillo de Pedroche.
2 comentarios :
Verdaderamente hay que felicitarse de tener una tierra con tan importante número de intelectuales. Y algunos con sobresaliente nivel. Es un honor y deberia llenarnos de orgullo a los ciudadanos de los Pedroches.
Este año me parece que el jurado del premio Solienses lo va a tener más complicado que nunca.
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