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Finalmente Mogábar

El grupo de visitantes delante del monte donde se asientan las ruinas del castillo de Mogábar 
[Fotos: Solienses].

Por unas razones u otras, el castillo de Mogábar era el único monumento de Los Pedroches que no había podido visitar en los últimos veinte años, a pesar de haberlo intentado de diversas maneras. Por una razón u otra, no había cuadrado la cosa. Hasta ahora. El pasado domingo organizó una visita la Asociación de Amigos del Museo de Villanueva de Córdoba y ya no pude desaprovechar la ocasión, a pesar de que ese mismo día otros reclamos me atraían también. 

Un grupo de unas cuarenta personas nos trasladamos hasta la finca particular donde se encuentra el castillo, casi equidistante entre Torrecampo y Conquista, aunque perteneciente al término municipal del primero. El campo y el paisaje ofrecen estos días su cara más dramática y convierten en desoladora una experiencia que debería resultar fundamentalmente gozosa. Todo está seco hasta extremos de desgarro interior y allí, entre aquellas ruinas imposibles, desde la lejanía de un pasado comarcal tan remoto, uno se pregunta a dónde nos va a llevar todo esto y qué porvenir cercano nos aguarda y también lejano.

El grupo sube por la ladera del monte hacia la cima por un suelo cuajado de piedras procedentes del derrumbe.

El castillo de Mogábar o de Almogávar pertenece a esa misma línea de fortalezas defensivas que marcaban la frontera hispanoárabe del norte de Córdoba, de la que también formarían parte las de Miramontes y Vioque. Se trata probablemente de la fortaleza más desconocida de todas, quizás por encontrarse en una propiedad privada de no fácil acceso y porque de ella no perviven hoy más que ruinas cubiertas por el denso manto del olvido y la descomposición. 

El lugar ofrece la apariencia más de un yacimiento arqueológico que de un sitio monumental. En la cima del monte donde se ubica no se observan destacadas estructuras de edificación a la vista y apenas quedan algunos restos de antiguos alineamientos de muros y, como es habitual en los husun medievales, vestigios del poblado en la ladera sur, procedentes tanto del derrumbe de la fortaleza como de las primitivas construcciones domésticas asociadas, al decir de los investigadores que por allí han estado.

Una entrada al recinto superior del castillo.

El castillo de Mogábar ocupaba una situación geográfica verdaderamente privilegiada. Desde sus 705 metros de altitud se domina una amplia extensión de la penillanura de Los Pedroches, junto a la falda de las sierras que delimitan esta comarca por el norte, controlando así una de las vías de comunicación histórica más importantes entre la Meseta y el Valle del Guadalquivir y una comarca de gran riqueza minera, ganadera y estratégica. Esta ubicación geográfica privilegiada tuvo que ser, en gran parte, la razón de la importancia histórica que llegó a adquirir este enclave entre los siglos XI y XIII (puente y frontera entre la Córdoba musulmana y la Toledo cristiana) y de su desarrollo urbano y de la posible continuidad de su poblamiento desde la Prehistoria hasta su arrasamiento, según documentan algunos hallazgos arqueológicos.

A pesar de su estado ruinoso de conservación, se ha podido aventurar la existencia de un doble recinto fortificado, capaz de albergar por sí mismo a una guarnición numerosa, que estaría rodeado de una extensa zona poblada. Además, se conocen pequeños enclaves y áreas de necrópolis -con algunos ejemplares de sarcófagos antropoides tallados en roca- situadas en un radio máximo de unos 5 kilómetros de la fortaleza, seguramente relacionados con este núcleo principal.

El visitante se encuentra hoy tan solo un pedregal que se desploma ladera abajo. Alcanzan a reconocerse algunos sillares tallados e incluso restos fragmentarios de sarcófagos, pero la sensación general es de que el paso del tiempo ha arrasado con todo lo que hubo allí y haría falta una profunda y duradera campaña de excavación e investigación para determinar con alguna precisión la estructura básica del conjunto. Algunas formaciones de sillares que subsisten proceden, a mi parecer, de intervenciones voluntariosas relativamente recientes efectuadas con más motivación turística que científica. En estos lugares históricos que llevan ochocientos años abandonados resulta difícil distinguir lo auténtico de lo impostado. En el centro de lo que quizás fue un día el patio de armas se alza hoy un vértice geodésico y a su alrededor todo es desolación. Las ovejas y cabras campan allí a sus anchas y desde lo más alto de la roca más elevada se divisa un panorama sobrecogedor: a lo lejos, se distingue un círculo completo de montañas que impresiona, mientras en el anillo interior, en el fahs al-ballut, agoniza el mismo encinar que un día ya lejano alabaron apasionados Al-Idrisi y Al-Razi.


Restos de amurallamiento de la fortaleza.

El grupo de visitantes en la meseta donde se levantaba la fortaleza.

Sepulcro antropoide excavado en la roca en las proximidades del castillo.

El horizonte lejano desde el cerro Mogábar, la inmensa llanura y el cielo esperanzador.

2 comentarios :

Anónimo | miércoles, mayo 17, 2023 12:39:00 a. m.

Muchas gracias por ésta información.
Lastima que lugares así se pierdan en la ruina y el olvido.

Anónimo | jueves, mayo 18, 2023 5:05:00 p. m.

Gracias por tu descripción de lo que fue y es el castillo Almogabar...

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