Que sea lo que tenga que ser
Cuando comenzamos a preparar la organización de la entrega del Premio Solienses estábamos en plena ola de calor de finales de abril y principios de mayo y el problema era entonces que una visita guiada al castillo a las seis de la tarde podía resultar contraproducente debido a las altas temperaturas que sufríamos y presumíamos que se mantendrían. Quién iba a suponer que la incertidumbre llegaría ahora de manos de la lluvia, tan improbable y lejana por entonces. Pero así de maravillosa e imprevisible es la naturaleza, que nunca deja de sorprendernos.
Aquella coletilla taurina de "si el tiempo no lo impide" es de máxima aplicación al acto de mañana, que va a desarrollarse al aire libre si estos aguaceros primaverales nos lo permiten. No hay plan B. Tráiganse paraguas los invitados, si se animan a asistir aun con el tiempo disuasorio. Nosotros seguimos adelante. Un reclamo de la jornada era contemplar la puesta de sol desde la torre del castillo: ya hemos renunciado a ese privilegio, pues contamos con que nos acompañará un cielo nublado, pero ese ambiente de romanticismo alemán tan ligado al paisaje borrascoso de una fortaleza en ruinas nos llenará a cambio el alma de belleza. Ya solo pedimos a San Roque que nos permita desarrollar el acto sin sobresaltos tormentosos. Pero si tiene que llover, que llueva hasta que se llene el pantano de Sierra Boyera. Lo daremos por bueno. El Premio Solienses podría esperar. El agua no.
1 comentarios :
Jajaja yo creía que había plan B, no obstante, como bien dices, está lluvia a pesar de tardía es una bendición, allí estaremos, por supuesto con paraguas ☂️
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