Los que no se callan y el silencio de los demás

Los que no se callan y el silencio de los demás

‘For you 6’, obra de Pilar Consuegra.

Solienses nació como una página personal con la única intención de recoger opiniones individuales y propias sobre asuntos de mi exclusivo interés. Desde el principio opté por ofrecer una visión crítica del mundo que nos rodea, en general, y de nuestra tierra más cercana, en particular. Fue una opción voluntariamente escogida entre otras posibles. No es una posición cómoda. Nunca lo ha sido. Es más fácil ser complaciente y acomodaticio: alabar cualquier gestión y repartir halagos para todos los oídos. También suelen obtenerse de esa actitud mayores beneficios y aplausos, mientras que de la otra casi siempre se reciben disgustos. Sin embargo, ya lo he dicho en otras ocasiones, este modo de comportamiento como actitud vital responde a un acto de amor por mi tierra, bajo la consideración de que resulta absolutamente indispensable enfrentarse a la realidad que nos rodea desde una posición crítica, como forma de ser consciente de nuestras debilidades y poder así contribuir a superarlas de manera efectiva. Cerrar los ojos, engañarnos a nosotros mismos, fingiendo grandeza donde hay miseria, no ayuda a avanzar, sino a estancarnos en la autocomplacencia.

Enseguida Solienses dejó de ser una página exclusivamente personal. Quizás porque cuando surgió era un cauce de expresión novedoso, porque no había nada o poco semejante, porque se mantenía -mientras otras iniciativas se mostraban más efímeras-, por esa visión crítica hacia nuestro entorno, tan desacostumbrada, y por muchas otras razones particulares, muchos lectores hicieron suya esta página, elevándola como representativa de una inquietud colectiva. La posición de Solienses fue entonces aceptada y respetada, incluso desde la discrepancia, incluso por personas o instituciones que eran aquí cuestionadas, valorándose el beneficio social del análisis y la reflexión independiente por encima del perjuicio para el ego personal de los afectados que ello pudiera suponer. Ese apoyo social y hasta institucional es el que, realmente, ha permitido la supervivencia de Solienses durante veinte años.

Solienses se convirtió poco a poco en un medio de información comarcal, aunque nunca fuera ese su propósito. Fue así empujado por la ausencia entonces de otros medios digitales que realizaran esa labor. Luego, paulatinamente, fueron apareciendo gozosamente espacios profesionales de información sobre Los Pedroches y Solienses pudo abandonar esa responsabilidad y volver a sus más humildes propósitos iniciales. En el camino, sin embargo, se ha producido una gran transformación de opinión pública.

La aparición de nuevas páginas profesionales de información de ámbito comarcal no trajo consigo un aumento de la diversidad de opiniones ni de pluralidad informativa. Salvo alguna excepción aislada, casi todos los medios ofrecen las mismas noticias, la mayoría de ellas vinculadas a la gestión de las administraciones, con sus notas de prensa reproducidas sin modificar una coma, y raramente se lee una posición crítica sobre una actuación municipal o sobre una declaración de algún político local. De unos años acá he observado, por contra, un acomodamiento general de la sociedad de Los Pedroches, una pérdida del espíritu reivindicativo que una vez pareció germinar, una aceptación acrítica de posiciones establecidas desde los centros de poder e influencia institucional, ante las que nadie parece osar rebelarse. Esta disolución de todo espíritu contestatario ha reafirmado en sus posiciones a quienes siempre estuvieron en contra de permitir una visión crítica de su propia actuación, un análisis heterodoxo de los principios que nos rigen, cualquier disidencia que pudiera poner en peligro su pequeña parcela de influencia. Se ha multiplicado el miedo a manifestarse públicamente sobre cualquier asunto y se han reforzado los nuevos caciques territoriales, que esconden así su debilidad.

Solienses en general y yo mismo personalmente hemos recibido durante todo este tiempo numerosos ataques por parte de algunos poderes políticos, intolerables en una sociedad democrática sana, lanzados con la intención indisimulada de acallar la libertad de expresión que aquí se respira. Estos intentos de censura, que han llegado hasta el extremo de prohibir la presentación de un libro en un espacio público, han sido recibidos muchas veces, lamentablemente, con el silencio de quienes deberían poner todo su empeño en la defensa de la libertad cultural, de quienes apuntalan otra forma de ver y entender la realidad de nuestro entorno. Porque si toleramos esta actuación amedrentadora desde un poder público, estamos renunciando a nuestros derechos cívicos, la única riqueza que poseemos como ciudadanos libres. Porque hoy han venido a por mí, pero mañana vendrán a por vosotros y quizás entonces sea ya demasiado tarde.

Por eso, hoy quiero agradecer a Ana Castro su generosidad y que no haya guardado silencio; quiero agradecer a Sebastián Pérez su denuncia y que no guardara silencio; quiero agradecer a Izquierda Unida de Añora que actuara y que no permaneciera en silencio; quiero agradecer a Rosario Rossi su valentía y que no haya preferido el silencio; quiero agradecer a Julia López su profesionalidad y que en su trabajo diario no opte por el silencio, a pesar de los riesgos. Todos juntos aspiramos a que cada día sean más los que no se callan, porque lo que más duele en cualquier agresión a tus ansias de libertad es el silencio de los demás.