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Juegos tradicionales en Añora



Asistir a la presentación de un libro constituye siempre un placer, por el compromiso con la cultura que representa, pero si además, como en esta ocasión, el libro trata de recuperar la cultura tradicional de los pueblos, entonces la ocasión constituye todo un privilegio. Porque con este libro se da un paso muy importante para rescatar y transmitir a futuras generaciones unos conocimientos que corren un grave peligro de perderse. Podemos decir que estamos en la frontera, en un momento crítico, de modo que si todas estas tradiciones que hemos recibido de nuestros padres y abuelos no se recolectan y se conservan en libros como éste, desaparecerán para siempre, porque las sociedades modernas han decidido colectivamente darle la espalda a la tradición, olvidar los usos y costumbres que se mantuvieron durante siglos, y abrazar otros nuevamente impuestos. Y no digo que los nuevos entretenimientos sean mejores ni peores, pero sí que suponen una ruptura tremenda con la tradición, que condena al olvido más rotundo a formas de vida complejas sin cuyo conocimiento no podríamos entender la sociedad que hoy vivimos, y lo que es más importante, no podríamos entendernos a nosotros mismos.

Cuando lean este libro se llevarán varias sorpresas. En primer lugar, a muchos les extrañará que estos juegos hayan debido recogerse en un libro, pues la mayoría de ustedes habrán jugado a casi todos ellos. Cuando cojan este libro entre sus manos y repasen el índice con sus más de 70 propuestas, comprobarán que los juegos de los que aquí se habla forman parte de sus vidas, que ustedes también jugaron cuando niños al florón, a las estatuas, a los pinches o al coger. Sin embargo, muy poco después advertirán con preocupación que, aunque recuerdan los nombres de los juegos y estampas de ustedes mismos en plena acción, han sin embargo olvidado las reglas con las que se practicaban. Es decir, incluso los que hemos jugado a ellos, los habíamos olvidado ya. ¿Cómo se jugaba a Sevilla eléctrica y amarro las manos, cómo al alto o al carrito, el de las tres y el de las siete? Y si este olvido nos acecha a los que hemos jugado, ¿qué decir de los niños e incluso jóvenes de hoy? ¿Cuánto tiempo hace que no ven jugar a nadie a piola, incluso al corro o a la comba?

Resulta tremendo, pero hay que decirlo. Todos los juegos que se recogen en este libro han muerto ya. En estas olimpiadas que convoca el Ayuntamiento de Añora se intentará rescatarlos momentaneamente, traerlos de nuevo a la memoria, pero su destino es ya inevitablemente el olvido. Por recuperarlos, poco se puede hacer, sencillamente porque en apenas dos o tres décadas han cambiado radicalmente las condiciones sociales que los hacían posibles. Incluso en nuestros pueblos pequeños, donde no hay ninguna razón que explique tal abandono, los niños ya no juegan en la calle, al menos al modo a como se hacía cuando estos juegos estaban vivos. Jugar en la calle significaba estar toda la tarde en la calle y hasta altas horas de la noche incluso, dándole al catre, al piso, al pincho, al matar, a amarro las cruces o a zorro que te vi, corriendo por todas las calles sin más compañía que la de los amigos y el pan con chocolate de la merendilla, sin más vigilancia que la del propio instinto, sin más freno que el grito de las madres que, como un cornetín militar, se oía desde cualquier punto del pueblo cuando llegaba la hora de cenar. Hoy no se juega en la calle, porque las costumbres infantiles y juveniles han cambiado, quizás a mejor, no lo sé, pero lo que sí sé es que en ese cambio de las formas de diversión se ha perdido tristemente todo un muestrario de actividades que son mucho más que mera diversión.

Porque los juegos son, principalmente, una enseñanza, una enseñanza ritualizada para vivir en grupo a través de la cual se aprenden espontaneamente esos valores que hoy tan difíciles resultan de transmitir en la escuela: la socialización, la solidaridad, el trabajo en grupo, el esfuerzo individual y colectivo, el enfrentamiento a lo desconocido, el riesgo, la aventura, la estrategia para sobrevivir, la humildad de perder, la generosidad de compartir… Todas estas cosas se aprendían en la calle, jugando, del mismo modo que se aprendían en otro tiempo casi todas las cosas verdaderamente importantes de la vida. [Fragmento de mi intervención en la presentación del libro Juegos tradicionales en Añora, de Milagrosa Tejedor y Puri Rubio, el pasado viernes en Añora]


De izquierda a derecha, Hilario Gil, concejal de cultura, Milagrosa Tejedor, autora del libro, Bartolomé Madrid, alcalde de Añora, Antonio Merino y Alejandro López Andrada, el pasado viernes en el Recinto Ferial de Añora.



Fotografías de las Olimpiadas Rurales por cortesía de Rafa Sánchez. (Pinchar para ver más grandes).


Lanzamiento de adoquín.


Carreras de sacos.


Tiradores.


El pañuelo.


Carreras de sacos.


Tiradores


Tirar de la soga.


Tirar de la soga.


Portear el cántaro.


Zancos.


Portear el cántaro.


El pañuelo.

6 comentarios :

Anónimo | miércoles, julio 09, 2008 4:26:00 p. m.

¡Cómo te gusta tu pueblo, Antonio!Añora es un lugar sorprendente, donde lo que sorprende es que no responde a la imagen estereotipada de viejecitas santurronas con pañuelo a la cabeza...es otra cosa muy distinta o se ha convertido en estos años en algo totalmente distinto. Estupendo, en cualquier caso.

Anónimo | miércoles, julio 09, 2008 5:12:00 p. m.

¡Añora, sí señora!

Anónimo | jueves, julio 10, 2008 8:41:00 a. m.

"Y los pajaritos cantan y las nubes se levantan"

Anónimo | jueves, julio 10, 2008 1:01:00 p. m.

Están muy bien que se celebren estos juegos y otras muchas más cosas, pero también tenemos una Biblioteca y está cerrada. Dedicar un poco de presupuesto en ella, y mejorar su servicio (que últimamente dejaba mucho que desear) es invertir también en cultura. Es una pena que nos tengamos que trasladar a la de Pozoblanco a por libros que sabemos seguro que los hay en la nuestra.

Anónimo | jueves, julio 10, 2008 10:43:00 p. m.

¿Pero todo este montaje promocionaba el pueblo o la re apertura del garito del alcalde?

Anónimo | lunes, julio 14, 2008 5:53:00 p. m.

La reapertura del "Garito" del Alcalde... Eso seguro... ¿Tambien coacciona a la gente, para que vayan a su nuevo antro Señor Merino?
¡¡Saludos!!

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