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El regreso


Un hombre camina por una calle de Pedroche, en una imagen antigua [Foto: Archivo Municipal de Pedroche].


El regreso siempre es difícil. Esta vez lo será más.

A los pocos días de la declaración del estado de alarma comenzaron a escucharse noticias procedentes de las zonas costeras de España en las que se denunciaba la afluencia masiva de madrileños a ocupar allí sus segundas residencias para pasar los días de confinamiento. A partir de entonces comenzó a tratarse a los madrileños como apestados, todos ellos sospechosos de ser portadores del virus, y a poner de relieve su inconsciencia como difusores de la enfermedad. Se les señaló en las redes sociales, se tomaron fotos probatorias de algunos en las colas del supermercado y esa intolerante policía de vigilancia que durante la pandemia ha surgido en los balcones les gritaba cosas horribles a su paso, como a delincuentes dignos de un linchamiento catártico. Los mismos cuya presencia se ansiaba cada verano, por sustentar la economía de esos emplazamientos turísticos, eran ahora rechazados y despreciados, con la superioridad de quien se siente dueño de un espacio y de un lugar.

Si esto ocurría en las zonas costeras y turísticas, de carácter más abierto y cosmopolita, imaginemos la situación en nuestros pueblos de interior. Algunos incautos (hijos naturales de su pueblo, pero emigrados hace tiempo a la capital) cometieron la imprudencia (contraviniendo la ley, pero ahora no hablamos de eso) de imaginar que el encierro casero impuesto por la epidemia sería más llevadero en su casa del pueblo, quizás peor acondicionada que su piso en la capital, pero más espaciosa y con el alivio de corrales y tal vez huertos. La alarma saltó enseguida. En algunos perfiles de redes sociales se señaló a personas concretas, otros pedían nombres, la catarata de epítetos y calificativos que se les aplicaron avergonzaría a un ilustrado. Un alcalde de nuestra comarca incluso llegó a contar en su red el caso de un bulo difundido en su localidad según el cual "una persona había venido de Madrid lo cual ha generado inquietud en la población". La Policia Local y Guardia Civil llegaron a personarse en el domicilio del particular para comprobar si se encontraba allí. No pareciendo suficiente a la muchedumbre, se hicieron "averiguaciones y llamadas telefónicas a su domicilio en Madrid ratificándose en las mismas, porque han hablado personalmente con esta persona, que está confinada en dicho lugar y guardando todas las medidas de confinamiento". El afectado tuvo que demostrar su inocencia para tranquilizar a las masas. Me consta que no ha sido el único caso en la comarca.

Luego, con motivo de las vacaciones de Semana Santa, numerosos pueblos de Los Pedroches (imagino que como muchos otros de toda España) publicaron bandos intimidatorios anunciando que durante esos días "se vigilará cualquier movimiento o circulación de personas que habitualmente no residan en el municipio y que pretendan venir desde otras localidades". "Los  desplazamientos a segundas residencias -se remachaba- o por motivos de ocio no están permitidos en el estado de alarma decretado". Y se terminaba con una llamada pública: "todo aquel vecino que tenga familiares o amigos con la intención de desplazarse hasta nuestra localidad durante estos días, les trasladen esta información". El bando se basaba en la ley, lo sé. Pero ahora hablamos de otra cosa. De las formas. Y de los sentimientos.

Todos esos seres despreciables que amenazaban la salubridad idílica de los pueblos no eran forasteros incautos de la capital que habían decidido infectar a unos ignotos aldeanos. No. Eran personas nacidas y criadas en nuestros pueblos, que por las azarosas circunstancias de la vida han tenido que emigrar, muchas veces a su pesar, en busca de una vida posible que no encontraban en su localidad. Eran los mismos que cada verano, cada puente festivo, cada Navidad, tal vez cada fin de semana, regresaban a su casa, que habían decidido mantener quizás con un cierto esfuerzo económico, porque la consideraban como el último anclaje a sus raíces, porque sin casa en el pueblo ya no tienes pueblo. Eran los mismos que se sentaban a tomar el fresco con sus vecinos en las noches de calor estival y los que echan la aparcería con sus amigos de toda la vida que quedaron en el pueblo. Eran Isabel la de la Paula, Juanito el de Caracortá y Rosario la Rubia. Eran José María, el guardia civil jubilado; Emiliano, que trabajó en Telefónica, y María la del Pencas, que tiene tres hijas y cinco nietos. Eran Rafaelillo el del Sordo, que se aplastó un dedo en Los Pocitos siendo niño, porque era malísimo; Ascensión la hortelana, la que quiso salir con el hijo de la Arcadia, pero sus padres no la dejaron; y Lucía la de los Matojos, que estudió para veterinaria pero luego puso un bar en Malasaña. Sabemos sus nombres y sus vidas, porque no son extraños ni extranjeros, sino gente nuestra, gente como nosotros. Nosotros mismos.

Pero durante estos días, una exacerbación localista ha roto lazos que no será fácil recomponer. Los que vivimos aquí somos los de aquí y los demás son forasteros que vienen a infectarnos. Cuando todo esto pase, si es que pasa, habrá que reflexionar sobre este daño colateral causado inconscientemente. La Isabel y el Emiliano volverán de nuevo a su pueblo, pero en lo más hondo de su corazón quedará un pequeño resquemor, una herida punzante, una llaga ligerísima de resentimiento, porque el regreso a ese otro hogar, que se contempla siempre con nostalgia desde la lejanía del destierro, habrá sido posible tras pagar la humillante tasa del desprecio y la repulsa de aquellos a quienes consideraban suyos y no lo son.

27 comentarios :

Anónimo | lunes, abril 27, 2020 4:45:00 p. m.

Gracias Antonio. No se como agradecerte que hayas publicado este artículo. Los comportamientos de ciertas autoridades municipales y ciertos ciudadanos (siempre son cierta/os) me ha hecho recordar a mi bisabuelo cuando tuvo que emigrar por rojo al se acosado por vecinos y autoridades. Lo que Vd está describiendo nos devuelve a una realidad fascista. Los motivos serán los que sean y los tiempos son los que son, pero la descripción del panorama que Vd hace es esa. Y siempre considerando que las normas hay que cumplirlas, seas Rosario la Rubia o Mariano Rajoy.

Anónimo | lunes, abril 27, 2020 7:01:00 p. m.

Una redacción llena de tremendismo.
No todo el mundo trató a todos los madrileños como apestados (aparte de algún que otro cateto malicioso).
Lo de ser sospechosos de coronavirus, es de sentido común (habida cuenta de que en Madrid se encontraba el foco más importante de casos de coronavirus)
Respecto al ensañamiento en las redes sociales, me parece mal, pero ya sabemos como funcionan estas cosas. Hoy accesibles a cualquiera.
Averiguar si un madrileño ha llegado al pueblo y aclarar sospechas, me parece lógico vistas las circunstancias.
Semana Santa y los “bandos intimidatorios” me parecen muy bien, vistos los desplazamientos de algunos incautos.
En cuanto a las formas, creo que los avisos son claros, no creo que ofendan a nadie y, los sentimientos pueden ser en cierta manera administrados, todos tenemos sentimientos, desde el sanitario que trabaja en un hospital y que por responsabilidad y precaución no viene a ver a su familia, hasta aquel que se le ha muerto un allegado por este maldito virus.
Así, que todos los incautos que se han desplazado desde la capital, aunque sean los que se sentaban a tomar el fresco con sus vecinos, estaban contraviniendo las normas dadas por el gobierno.
Y por último, sí que tendremos que reflexionar, tanto los irresponsables y temerarios que se desplazaban, como los ignorantes maliciosos que se han ensañado con ellos.

Anónimo | lunes, abril 27, 2020 7:54:00 p. m.

No son "incautos" los que se desplazaron o intentaron hacerlo en esos días. ¿Acaso Aznar lo es? Simplemente, se trata de instinto de supervivencia y de buscar refugio como cualquier animal lo hace cuando se ve en una situación de peligro.
Y es que somos animales y en situaciones como esta se muestra y demuestra nuestra naturaleza animal. Tanto de los que se saltaron el confinamiento como de los que se ensañaron con ellos o los despreciaron.
Probablemente, además, quienes lapidan salen a las ocho a aplaudir todos los días.
Así es el ser humano. El de los Pedroches y el de China.

Anónimo | lunes, abril 27, 2020 9:02:00 p. m.

Yo formo parte de ese gran número de personas que ya no viven en el valle pero regresan periódicamente desde grandes capitales y aunque soy de otra generación y vivo fuera por otros motivos menos dolorosos que el hambre o la persecución tengo que reconocer la gran sensibilidad y acierto que hay en las últimas palabras de este texto que resumen perfectamente un sentimiento que no dude nadie que tendremos muchos :"pero en lo más hondo de su corazón quedará un pequeño resquemor, una herida punzante, una llaga ligerísima de resentimiento, porque el regreso a ese otro hogar, que se contempla siempre con nostalgia desde la lejanía del destierro, habrá sido posible tras pagar la humillante tasa del desprecio y la repulsa de aquellos a quienes consideraban suyos y no lo son"

Anónimo | lunes, abril 27, 2020 9:10:00 p. m.

Antonio habla de "las formas" y estoy de acuerdo con él. Son las formas y las sospechas lo que te pueden doler: son tus vecinos los que pueden denunciarte. Y eso de las "denuncias" aún no se ha olvidado. Pero así funcionan las cosas en la naturaleza humana y mucho más en los pueblos, donde hay inquinas, rencillas antiguas, malentendidos que nunca se aclararon. Estos días oía por la radio que hay naciones en el norte de Europa donde se han RECOMENDADO unas normas a seguir ante la pandemia y todos las han cumplido. RECOMENDADO. ¿De donde le vienen a estos pueblos, Suecia por ejemplo, esta sabiduría? De la EDUCACIÓN. No hay otra solución ni brebaje para explicar por qué en España hubo aquellos desplazamientos a las playas en tiempo de alarma: EDUCACIÓN. Los sistemas educativos funcionan si son adecuados y, además, con el paso del tiempo, no a corto plazo. Mucho tiempo. Encontrar un buen programa y después mantenerlo ¿Cuántas reformas, leyes, decretos, instrucciones llevamos en España y desde cuánto tiempo? Un niño (o niña) sueco nace en una sociedad donde ese poso ha ido dejando ya una forma de ser y de actuar. Nosotros parece que en esto de la formación escolar estamos siempre en pañales. Gobierno tras gobierno. He sido maestro y ahora veo que he perdido mi tiempo y quizá perjudicado a mi alumnado solo porque no hemos conseguido nunca un buen sistema educativo. Año tras año. Error tras error. ¿Es algo fatalista contra lo que no se puede actuar porque somos así los españoles? No y mil veces no. Y esto que está pasando con las alegrías y las salidas del confinamiento, estas trampas y este ser menos tonto que el vecino, son las pruebas más claras de nuestro actual grado educativo. Para todos los males se ha dado siempre la misma respuesta. Como una panacea que nadie entendía muy bien y solo pensábamos en los maestros: "Esto se arregla con EDUCACIÓN". Yo confieso que hasta ahora, con los problemas que nos está trayendo la pandemia, no lo había entendido muy bien. Perdonad la extensión del comentario, quizá equivocado, pero es que así me voy explicando a mí mismo muchas cosas.

Anónimo | lunes, abril 27, 2020 9:22:00 p. m.

Anónimo 7:54:00 p.m.
Lo que hay que tener en estas situaciones es sentido común y responsabilidad, cualidades estas que tenemos los humanos y que nos diferencian de los animales y, que algunos no las usan o no las tienen, aun a riesgo y con el peligro de contagiar a sus familiares y paisanos del pueblo.

Anónimo | martes, abril 28, 2020 1:35:00 a. m.

¡Cuánto experto en lo que es la naturaleza humana!
Anonadado me hallo ante tanta erudición.
Usar las redes sociales al alcance de cualquier homínido para señalar con nombres y apellidos a otra u otras personas, me parece más propio de los familiares.
Si de los familiares,pero de la "Santa” Inquisición.
Menos mal que en los países nórdicos no hubo caza de brujas.
Ja ja ja y mil veces ja.

Anónimo | martes, abril 28, 2020 8:01:00 a. m.

Buenos días . Si querer polemizar, el artículo creo que apela en exceso a lo sentimental. Estamos en una crisis de Salud y por tanto esperaría un tratamiento más aséptico, sin odios, por supuesto, pero sin sentimentalismos también. Hablo desde el mismísimo Madrid , nacida y criada en El Valle no sé cuándo voy a poder ir a visitar a mis padres q viven allí, y no quiero ir si no estoy segura de que no voy a ponerlos en riesgo. La ausencia de tests no lo permite por ahora. Simple.

Anónimo | martes, abril 28, 2020 2:11:00 p. m.

A todos los que hablan del valle para arriba y el valle para abajo diciendo lo que hay o no que hacer pues son los que están en posesión de la verdad,una sola pregunta.
¿El Valle,que Valle?

Anónimo | martes, abril 28, 2020 2:12:00 p. m.

Al comentario del martes a la 1:35:00 estas dos simples preguntas: ¿Está usted satisfecho con la educación que se imparte en España? ¿Lo está también de sus resultados? Creo que la ministra de educación, Sra. Celaá, está preparando cambios en la educación. Ya se ha filtrado algo: los escolares que padecen oligofrenia irán a las clases normales: la llamada inclusión. De esto podría hablar mucho porque tengo experiencia. Pero vamos a ver que va ocurriendo. Por ahora preparémonos para la crisis económica, los jóvenes que no encontrarán trabajo, los que se quedarán fuera. El tipo de educación que hayan recibido y su preparación ¿tendrá algo que ver con esto? Se me vienen a la cabeza aquellas Universidades laborales de antaño. ¿Las echa alguien de menos? ¿Recibieron formación en ellas algunos de los que estén leyendo este comentario? ¿Pueden dar su testimonio referido, naturalmente a su formación, no a otros elementos políticos, falangistas, franquistas etc. que todos conocemos? Yo, es cierto, apelo en mi comentario del lunes 9:10:00 a la naturaleza humana. Estoy de acuerdo con usted en que es un tema difícil y del que todos quieren o queremos opinar. Pero el verdadero tema que yo quería tratar es el de la Educación. Que, por otra parte, tiene mucho que ver con la Naturaleza Humana.

Anónimo | martes, abril 28, 2020 2:50:00 p. m.

Ante una epidemia tan cruel como la que padecemos y desviar la mirada hacia la educación pasada y futura me parece casi una frivolidad. Mucha salud para todos y republica si es posible y sin querer polemizar. Es mi saludo.

Anónimo | martes, abril 28, 2020 3:49:00 p. m.

Madre mía, con lo bien que íbamos y como vamos a salir. El o la que no viva fuera de su pueblo, no sabe de lo que estamos hablando, por muy erudito que sea. Yo apelo a la empatía y la asertividad que le faltaba a la nota que leí la víspera de Semana Santa, no a la nota en sí. Lo estamos pasando mal y necesitamos otro trato, la responsabilidad la llevamos puesta de fabrica por la cuenta que nos tiene.

Anónimo | martes, abril 28, 2020 6:30:00 p. m.

No acabo de entender a aquellos/as comentaristas que tras opinar lo que les viene en gana afirman no
querer polemizar. ¿¿ ??.
Pero que problema hay en polemizar si se hace con educación y respeto y puede servir para aprender cosas desconocidas o incluso hacernos pensar?
Un comentarista se quedaba anonadado yo sin embargo ”Me quedo pasmao”.

Anónimo | miércoles, abril 29, 2020 12:01:00 a. m.

Una cosa es opinar libremente con respeto en el ejercicio de la libertad de expresion y otra cosa es buscar en los mensajes alguna palabra con la que no estés de acuerdo para polemizar. Mucha salud y República y quiera Dios que cuando salgamos de esta situación podamos crear un mundo mejor del que teniamos con anterioridad.Y yo en la actualidad no me atrevo a juzgar la aptitud de determinadas personas según la situación que describe Antonio ya que son tiempos extraordinarios y no pueden servir para valorar dichos comportamientos.Como dije antes, mucha salud para todos y paciencia, mucha paciencia.

Anónimo | miércoles, abril 29, 2020 2:20:00 a. m.

La primera parte de su comentario sinceramente no lo entiendo,y con respecto a la segunda,amigo mío es precisamente en los tiempos y ocasiones extraordinarios donde aflora lo mejor y lo peor del Ser Humano.

Anónimo | miércoles, abril 29, 2020 10:34:00 a. m.

La "aptitud" yo no la juzgo tampoco, porque es algo natural, que nos viene dado y que va más allá de la voluntad de la persona. Sin embargo, la actitud (con c) de ciertas personas que ni en tiempos tan extraordinarios como los que vivimos, son capaces de ahorrarse la misma frase/monserga absurda de siempre, esa, sí habría que ponerla en cuestión.

Y es que para no querer polemizar de verdad lo mejor es dejar de tirar chinitas molestas que sobran. A no ser, claro, que por tenerla tan incrustada en el cerebro, se haya convertido en algo tan consustancial a la propia persona que ya no se pueda comentar nada sin dejar lanzada automáticamente la misma chorrada estúpida de siempre.

Anónimo | miércoles, abril 29, 2020 11:00:00 a. m.

Miedo.
Miedo a contagiarte, hace que unos hayan abandonado su ciudad, sin ser conscientes de estar o no infectados, pero creo que sin mala fe, para volver a su pueblo, que también ha sido su hogar y donde se siente mas seguro.
Miedo a que te contagien, el que viene de fuera, el vecino de siempre pero que ahora es un forastero.
El miedo a lo desconocido, a saber donde está el peligro o la manera de enfrentarte a él es una de las emociones que nos hace sobrevivir, y es necesaria, diferente es la manera en que cada uno lo gestiona, tantas maneras como personas.
Ahora ese miedo al que viene al pueblo desde fuera se ha transformado por el miedo a cruzarte con otro por la calle, el recelo con que le miras, evitando hasta el cruce de miradas.
¿Qué no harías por miedo?.

Anónimo | miércoles, abril 29, 2020 5:17:00 p. m.

Totalmente de acuerdo.
Pero lo de la "incrustacion en el cerebro...” ¿un poquito exagerada tal vez?
Cojones dijo la marquesa...

Anónimo | miércoles, abril 29, 2020 6:47:00 p. m.

El miedo sirve a algunos para justificar posiciones mezquinas y cobardes; el miedo puede abocar a los actos mas generosos y heroicos.
Como administra cada uno su miedo es lo que confiere el carácter a las personas. Salud y República y cuidaros mucho amigos.

Anónimo | miércoles, abril 29, 2020 7:49:00 p. m.

Desgraciadamente está de actualidad el coronavirus, pero, como se puede observar, parece que también hay quien padece el república-virus.

Anónimo | miércoles, abril 29, 2020 11:34:00 p. m.

Cómo bien dijo en su momento aquel republicano,primer presidente de la I República Española...
Señores voy a serles franco:
Estoy hasta los cojones de todos nosotros.
Don Estanislao si que sabía bien lo que decía.
Que matraca válgame Dios.

Anónimo | miércoles, abril 29, 2020 11:36:00 p. m.

Querrá usted decir cuidaos.

Anónimo | miércoles, abril 29, 2020 11:38:00 p. m.

No señor. No es República-virus lo que sufrimos en España. Es Corona Virus lo que sufrimos por desgracia. Espero que con la colaboración de todos pronto podamos acabar con esta pesadilla.

Anónimo | jueves, abril 30, 2020 1:19:00 a. m.

Muy ingenioso y ocurrente en el juego de palabras,pero NO.
La pesadilla es otra.

Anónimo | jueves, abril 30, 2020 10:31:00 a. m.

Eso que usted define como "pesadilla" ha proporcionado a España el periodo más prolongado de paz, progreso y prosperidad en toda su historia.

Que usted, y otros pocos (muy pocos) como usted, sean incapaces de verlo o reconocerlo, es problema suyo y no así de la inmensa mayoría de españoles que aprobó y quiere mantener el orden constitucional vigente.

Y aquí, lo que debiera sorprender es la ceguera intelectual de esos pocos que prefieren los siniestros períodos de las dos repúblicas antes que los últimos cuarenta años que hemos tenido en España.

Y si usted, para contrarrestar su "pesadilla", quiere seguir manteniendo sueños eróticos con una república (comunista, naturalmente), hágalo, pero, por favor, hágalo privadamente. Sufra su obsesión enfermiza en silencio (como las hemorroides), y no nos dé la barrila continuamente con esa matraca que se han inventado, que usted repite como un papagayo y que le convierte en un auténtico e insufrible pesado, pero muy muy pesado.

Anónimo | jueves, abril 30, 2020 11:39:00 a. m.

Muy ingenioso el último comentario, lo que revela que en Los Pedroches no somos tan tontos como nos decimos unos a otros que somos. Muy acertada también la foto de portada que nos ha regalado Antonio y de la que nadie ha hablado. Foto muy propia del confinamiento: abuelete que discurre por una calle desierta. Lleva, o eso creo ver yo, un pañuelo con el que intenta cubrirse la boca. Pañuelo doblado y redoblado usado una y otra vez, por eso parece tan pequeño. Va al Centro de Salud a preguntar si lo que él tiene es el coronavirus. Las vecinas guardan la distancia social, un poco exagerada en este caso, y las puertas de las casas todas cerradas cuando en los pueblos siempre estaban abiertas. La escena se parece bastante a la que hemos visto en nuestros pueblos estos días pasados. Pero no creo que sea de la gripe del 18. Las calles están muy arregladas. Con bordillos: gran conquista de nuestros antiguos paisanos. Foto para enmarcar.

Anónimo | jueves, abril 30, 2020 4:57:00 p. m.

Sí, tienen razón algunos comentaristas, es "muy ingenioso y ocurrente" plagiar el juego de palabras recogido tres comentarios antes.

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