Bartolomé Valle, Isaac Reyes e Isabel Reyes, ayer en Villanueva de Córdoba [Foto: Ayuntamiento].
Dentro de la
Semana del Libro que se celebra estos días en Villanueva de Córdoba, ayer tuvo lugar la presentación de la obra
El patrimonio del agua, de la autora local
Isabel Reyes Ochoa. El libro, editado por el Ayuntamiento de Villanueva de Córdoba, es el resultado de un proyecto de investigación iniciado en 2005 en torno a los seis antiguos
lavaderos públicos de la localidad (Las Lavanderas, Pozo Nuevo, Sancho, El Gusanito, El Regajito y la Fuente del Caño), en el que la autora recoge las vivencias de las mujeres jarotas de la primera mitad del siglo XX que acudían a las pilas de granito para realizar allí sus tareas domésticas. Además de la autora, en el acto participaron el alcalde de la localidad,
Isaac Reyes, y el Cronista Oficial y presidente de la Real Academia de Córdoba
Bartolomé Valle Buenestado. En
declaraciones a Radio Luna, Isabel Reyes definió los lavaderos públicos como "las redes sociales de entonces". "Allí se producía una socialización de la mujer cuando esta no tenía otros espacios públicos para intercambiar sus opiniones", dijo, e insistió en la necesidad de recoger por escrito los testimonios orales de las mujeres que practicaron estas actividades como documento vivo de una época ya desaparecida.
Pilas en el lavadero de El Regajito [Foto: Diputación de Córdoba].
3 comentarios :
Gran trabajo, mi más sincero agradecimiento a Isabel Reyes.
¡Cuántas veces acompañé con poquitos años de edad a mi madre!
Era un lavadero de dos unidades (pilas de granito) junto a un pozo ubicado en una huerta a las afueras de Villanueva de Córdoba. No todo eran múltiples lavaderos públicos, donde tanto se criticaba a quien cogían ‘entrelenguas’, en opinión de mi madre.
Todavía es posible que estén allí las dos pilas al lado de la palmera y el pozo. Y mi padre le ayudaba sacando agua del pozo con un caldero atado a una soga mediante la carrucha, que cuando se averiaba tenía que sacar los calderos a pulso.
Una pila se usaba para lavar en un lavadero portátil de madera que se colocaba en la parte inclinada de la pila y la otra pila se utilizaba para aclarar la ropa.
Había que reservarlo con antelación porque tenía mucha demanda y como agradecimiento se donaba voluntariamente una perragorda, una perrilla, o nada.
Jaroteando desde la lejana diáspora.
Estimado J.L.L.V., a ver si algún día puedo conseguir este nuevo libro de Isabel desde la distancia que me separa de nuestra patria chica jarota, como lo hice con el libro Historia Gráfica, del autor M.L.V., que muy bien conoces.
Un saludo.
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