El curioso caso de los dos Alfredos Gil Muñiz
El académico Alfredo Gil Muñiz (tercero por la izquierda) durante un acto cultural en los años 30 del siglo pasado.Se atribuye a Mark Twain la teoría de que las obras canónicas de Shakespeare no las escribió el Shakespeare que todos conocemos, sino otro escritor, llamado también Shakespeare. Se trata, lógicamente, de una sátira del novelista estadounidense, pero me he acordado de ello cuando un comentarista me ha hecho ver la paradoja de que, según los datos que expongo en mi anterior entrada Cien años del "Valle de los Pedroches" de Alfredo Gil Muñiz, este Alfredo, que digo nacido en 1914, habría publicado el artículo en cuestión con tan solo 11 años. Lógicamente, no puede ser.
En el anuncio de venta de uno de sus libros en el portal Todocolección, sin embargo, se dice: "Alfredo Gil Muñiz fue inspector y maestro de enseñanza primaria, poeta y ocupó cargos políticos en Peñarroya-Pueblonuevo y en Córdoba".
En efecto, en noviembre de 2008 presenta sus memorias en Peñarroya-Pueblonuevo un Alfredo Gil Muñiz que había sido alcalde de la localidad minera entre 1958 y 1964. Según una nota publicada por Radio Peñarroya, este Alfredo habría nacido en Málaga en 1914 y habría ejercido de maestro en la localidad cordobesa, dejando "huella tanto en las aulas como en la vida municipal", hasta el punto de que un colegio público de educación infantil y primaria lleva hoy su nombre (ahí se nos informa de que murió en 2012 "a los 98 años de edad"). En otra información se apunta que llegó a Peñarroya con 18 años en 1932, "con un título de maestro recién estrenado". Di por hecho que eran la misma persona. Sin embargo, las fechas no cuadran. Si ambos Alfredos fueran el mismo, habría publicado sus libros escolares con menos de 15 años y el artículo sobre Los Pedroches con 11.
¿Qué está pasando aquí? En 1932, cuando el segundo Alfredo Gil Muñiz es destinado por primera vez como maestro interino a Peñarroya, un redactor del diario El Sur detecta cierta anomalía en la puntuación, que no viene al caso, y sospecha que Alfredo debe ser "hermano del director de la Escuela Normal de Córdoba", que era, en efecto, Antonio Gil Muñíz. Pero el hermano de Antonio, nuestro Alfredo, tenía ya para entonces 34 años, había publicado libros y artículos y era inspector de primera enseñanza, situación poco compatible con aspirar a una interinidad con la carrera recién terminada. ¿Podría tratarse de un hijo de Alfredo? Pero los hijos de Alfredo (Ramón, Jacinto, Alfredo y María Encarnación) se llamaron Gil Rodríguez de Rivera. ¿Un sobrino, quizás?
Fotografía aparecida en el periódico "Azul" en 1937, con el siguiente pie de foto: "Grupo de flechas, regresados de Italia, con el camarada Alfredo Gil Muñiz, jefe local de Falange Española y Tradicionalista".
En 1937, con Córdoba capital ya en la zona sublevada, un Alfredo Gil Muñiz (el nacido en 1914) aparece citado en la prensa como delegado local de la organización juvenil de Falange Española Tradicionalista y de las JONS y más tarde como secretario local de la misma, al mismo tiempo que otro Alfredo Gil Muñiz (nuestro autor) sufre la depuración del servicio de inspector de primera enseñanza con pérdida de sus derechos profesionales y suspensión de empleo y sueldo. Una estampa de los tiempos. Tras la Guerra Civil, el Alfredo Gil Muñiz nacido en 1914 vuelve como maestro a la zona norte de Córdoba, primero a Belmez y Fuente La Lancha y luego a Peñarroya-Pueblonuevo, donde acabaría siendo alcalde en una trayectoria ideológicamente coherente. El Alfredo alcalde de Peñarroya-Pueblonuevo no fue, por tanto, el mismo Alfredo inspector de enseñanza primaria y académico de la Real Academia de Córdoba que escribió libros y artículos, sino el maestro jefe local de la organización juvenil de Falange que viajó a la Italia fascista en plena Guerra Civil Española.
La clave estaba en una nota a pie de página del libro de Díez sobre la inspección educativa. José B. Soriano Pastor, sobrino del Alfredo académico, escribe en La Málaga que viví (1999): “Es curioso, hay dos Alfredo Gil Muñiz, el padre del médico de igual nombre, de segundo apellido Rodríguez de Rivera, y otro sobrino de mí tío que ocupó importantes cargos en el franquismo, inspector de sindicatos y delegado gubernativo en Asturias”. Este segundo es el que sería luego alcalde de Peñarroya-Pueblonuevo. En el pueblo se le recuerda por sus fructíferas gestiones para la reapertura del Instituto de Bachillerato y la reordenación urbana del entorno minero. Mientras tanto su tío, que había participado con entusiasmo en la renovación pedagógica republicana y había alentado numerosas iniciativas culturales, pudo recuperar su condición de inspector con "inhabilitación para cargos directivos y de confianza en instituciones culturales y de enseñanza". No volvió a publicar nada más.















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