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Patrimonio inmaterial

La Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en su 32ª reunión, celebrada en París del veintinueve de septiembre al diecisiete de octubre de 2003, ha aprobado la CONVENCIÓN PARA LA SALVAGUARDIA DEL PATRIMONIO CULTURAL INMATERIAL. Se entiende por patrimonio cultural inmaterial -según esta convención- "los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas -junto con los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que les son inherentes- que las comunidades, los grupos y en algunos casos los individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio cultural", e incluye tradiciones y expresiones orales, incluido el idioma como vehículo del patrimonio cultural inmaterial [sobre la oralidad primaria, carente de escritura, véase este artículo de Juan Goytisolo]; artes del espectáculo; usos sociales, rituales y actos festivos; conocimientos y usos relacionados con la naturaleza y el universo; y técnicas artesanales tradicionales.
En mi conferencia en la Jornadas "La Villa de Añora: Pasado, presente y futuro en su 450º aniversario", celebradas en Añora en mayo de este año, me referí a este concepto a partir de un artículo que Javier Pérez de Cuéllar, exsecretario general de la ONU y actual embajador de Perú ante la Unesco, había publicado en el diario El País con el título “Defensa de lo inmaterial”, en el que llamaba la atención sobre la necesidad que hay de presevar el patrimonio histórico artístico de los pueblos no tangible, el no material, el que se transmite por tradición oral, hábitos comunitarios, herencias artísticas o técnicas ancestrales, “que como las aguas de un río subterráneo discurren de padres a hijos, de abuelos a nietos, de una generación a otra”. He aquí un fragmento de mi intervención:

En general, hay en los pueblos desarrollada cierta conciencia cívica hacia la conservación de lo monumental, de lo escrito, de lo artístico tangible, pero sin embargo no está tan desarrollada la necesidad de conservar también un patrimonio valiosísimo y muy frágil que no puede conservarse sino tal cual es, sin readaptaciones ni reutilizaciones (tal como un castillo o un palacio medieval se reconvierten en casas de cultura o museos). Hablamos de la lengua, de la música popular, de los bailes rituales, de la artesanía, de la medicina tradicional, farmacopea, artes culinarias, métodos y sistemas agrícolas, técnicas de construcción de viviendas, y, por supuesto, fiestas y tradiciones populares, de las que especialmente hemos hablado hoy. “Se trata de un patrimonio cultural en extremo vulnerable que es preciso conservar con celo. Tanto más cuando en el contexto de la mundialización nos debatimos entre la tentación de un modelo cultural único y la posibilidad de reforzar y desarrollar el tesoro inmenso de nuestra diversidad”. Estas palabras de Pérez de Cuéllar son de plena aplicación también a nuestro pueblo, a nuestra comarca. Con frecuencia apreciamos como por un lado se intenta desarrollar en nuestros pueblos el turismo rural ofertandolos como un territorio que ha sabido conservar lo más genuino de sus tradiciones, pero por otro lado asistimos a actuaciones de la mano muchas veces de los propios poderes públicos que precisamente contribuyen grandemente a todo lo contrario, a desproveer a nuestros ritos y tradiciones de lo que les es más propio, de su auténtica esencia, a costa de hacerlos más “generales”, diriamos “globalizados”, a fin de que resulten más atractivos para mucha gente que cuando acude a ver algo típico de un pueblo no espera sino encontrar la imagen previa de tipicidad que de ello trae en su mente.


Se trata de un concepto de patrimonio que cada vez es objeto de mayor atención, no sólo por parte de instituciones como la UNESCO, sino también de organizaciones privadas como la ONG ICOMOS. Ahora sólo hace falta que se añada el desarrollo de una conciencia de salvaguardia a nivel comarcal y local y, sobre todo y lo más importante, a nivel personal, si queremos que todos estos elementos conformadores de nuestra auténtica personalidad sigan dotándonos de pasado y de futuro.

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