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Cerro del Cuerno/7

Con urgencia no exenta de desafío, se oye hablar últimamente con insistencia de la recuperación de la memoria histórica. Hay asociaciones laboriosas que llevan la iniciativa e instituciones oficiales que se apuntan con aparente entusiasmo a la propuesta, y por el proceloso mundo de Internet se suceden los llamados, los testimonios y los requerimientos para terminar de plasmar la realidad tan confusa como intangible de la guerra civil española y la larga noche del franquismo y su violencia. Se habla de una recuperación de la memoria histórica sobre un tiempo que, todavía hoy, no puede evocarse sin el dolor de una vida desgraciada ni la ira de las ideas enfrentadas; una historia que, todavía hoy, ata nudos en la garganta, enciende los rotros cetrinos de ancianos nonagenarios y devuelve el odio y el rencor a los escenarios de una convivencia que hemos preferido basada en el olvido. Una historia, en fin, que es todavía, tanto tiempo después, nuestra historia, porque es la historia de nuestros padres y nuestros abuelos, y habitará en nosotros mientras persistan los ecos de su memoria.

Se discute sobre la oportunidad del recuerdo y la necesidad de una rememoración siempre conflictiva con el presente. A qué negar que el pasado nos hace daño si revuelve nuestras malas conciencias encarando, al cabo, a víctimas y a verdugos, cualesquiera que sean unos, cualesquiera que sean otros. En el desierto de una posguerra miserable se forjó a golpe de atropellos una sed de reconocimientos que ahora estalla como un grito necesario de justicia y libertad todavía hoy, tanto tiempo después, no alcanzadas.

Y en la encrucijada de estos pensamientos, recordando testimonios de ancianos de nuestros pueblos que, con otro pretexto, me contaron el desahogo de su memoria sobre la guerra y me demostraron que, al narrar su drama personal, su vivencia íntima del horror, todos se sentían vencidos y, fueran del bando que fueran, todos perdedores y todos víctimas de ofensas no saldadas, siento entonces como que el tiempo no ha pasado, que a veces se oyen aún los cañonazos en el frente de Alcaracejos, que hay un cuerpo todavía caliente tras las tapias del cementerio, y, perdido en una historia que no viví y con dificultad alcanzo a comprender, siento vergüenza porque me abruman las voces de la memoria y en tan crucial momento de exigencia no sé qué hacer, qué pensar, qué sentir.



El debate de la memoria
¿Un revival de naftalina?, por Marc Carrillo.
Una generación en el poder sin memoria histórica, por Alvin Toffler.
¿Recordar para mejor olvidar?, por Reyes Mate.
La hora de las víctimas, por Paloma Aguilar.
[Enlaces tomados de Bitácora Almendrón]



Asociación para la recuperación de la memoria histórica

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