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Feria de Añora

Cartel de la Feria de Añora 2004

Las ferias han venido siendo desde la Edad Media un sistema óptimo para el intercambio de productos entre los diversos núcleos urbanos y sus áreas de influencia, pero ya hace tiempo que, fusionadas o reconvertidas en fiestas patronales, han perdido aquella primitiva funcionalidad y hoy se presentan como una mera sucesión de festejos sin ninguna individualidad local ni especial interés cultural o antropológico. Las funciones religiosas que acompañan son con frecuencia una mera excusa para la celebración ferial y cada vez incluso tiene menos importancia el componente social de reagrupamiento de población local dispersa. Hoy las ferias son meras celebraciones festivas de carácter lúdico, con un elevado componente consumista, cargadas de nostalgia y a un peldaño de la anacronía (bella palabra que, sin embargo, no existe).

Las ferias de los pueblos han desarrollado en los últimos tiempos, no obstante, una importante función política. Los ayuntamientos se han convertido en los organizadores casi exclusivos de los festejos y, al modo de los antiguos magistrados romanos, la ocasión es utilizada por los ediles locales como promoción y propaganda de su gestión política en el pueblo. Es habitual que, con motivo de las llamadas fiestas patronales, se costeen páginas extraordinarias en los periódicos comarcales o provinciales, en las que se da cuenta de los logros alcanzados durante el año anterior y se avanzan los proyectos en curso (formalizando así un ciclo anual de gestión que termina y comienza con ocasión de la feria). También es inexcusable la edición de una revista de feria que, con la excusa de la publicación del programa de actos de las fiestas, incluye por lo general escritos del alcalde y, a veces, de otros políticos, que publicitan su labor de una manera tan laudatoria que no puede considerarse más que propagandística.

Tal ocurre también en Añora, cuya feria comienza mañana. El señor alcalde escribe en la revista de feria unas palabras en las que defiende su gestión y crítica veladamente a sus opositores, como corresponde. Sorprende en un pueblo tan pequeño como Añora el profundo enfrentamiento partidista que se percibe (pienso que el enfrentamiento es partidista, o partidario, no necesariamente político y mucho menos ideológico), tan acerado que visto desde la lejanía con cierta perspectiva llega a ser un poco ridículo y parece más propio de las comedietas italianas de los años cincuenta. Al igual que en cualquier otro pueblo, ni la gestión del actual alcalde es perfecta ni todo son errores, como quieren unos y otros. Ni más ni menos que como ocurrió en anteriores legislaturas. A veces, inmersos en la pasión local, encerrados en una sola visión de las cosas, puede perderse el norte de la realidad y convertir en trascendentes hechos y situaciones que son meramente circunstanciales. Relativizar las situaciones ayuda a comprenderlas mejor.

Vista desde fuera, no puede negarse que la imagen física de Añora ha cambiado positivamente en los últimos años, independientemente de que el diferente gusto estético de cada uno considere desacertadas algunas actuaciones concretas. En equipamientos deportivos y de ocio se ha alcanzado (o está en proyecto) un nivel muy destacado y también se ha abordado en profundidad la remodelación de espacios singulares de interés arquitectónico (plazas, fuentes, lavaderos, fachadas de tiras, etc.) que, junto con otras actuaciones como la consolidadción del Parque de San Martín, pueden ser en el futuro muy beneficiosas de cara al turismo rural que se pretende para los pueblos de nuestra comarca. En el lado negativo de los actuales gestores habría que anotar la aplicación de unos modos poco flexibles, o definitivamente rígidos, en la actuación propiamente política y, sobre todo, una dirección muy equivocada en el desarrollo urbanístico de la localidad. La ampliación innecesaria del suelo urbanizable en las afueras de la localidad, cuando dentro del casco urbano existe aún más espacio libre del que la demanda exige, está contribuyendo a afear la imagen de conjunto del pueblo, máxime cuando las nuevas viviendas siguen modelos de edificación absolutamente irrespetuosos con las formas constructivas autóctonas de la localidad, las cuales, paradójicamente, se insiste en conservar por otras vías. La excesiva ampliación del casco urbano, además, incrementará considerablemente en el futuro el presupuesto de gastos que el ayuntamiento deberá dedicar a estos espacios en servicios municipales. Igualmente preocupante resulta la creación de urbanizaciones residenciales en la dehesa (u otras que puedan venir) así como el establecimiento aparentemente indiscriminado de establecimientos industriales fuera del polígono dedicado a tal fin, especialmente cuando estas actuaciones se llevan a cabo sin el necesario consenso político aconsejable en temas de tal trascendencia, con el cual, y con la transparencia informativa que el mismo exigiría, se eliminarían todo tipo de rumores que en nada benefician a la imagen del pueblo.

Mañana, en fin, comienza la feria de Añora. Este año no estaré en ella. Como avancé hace tiempo, voy a viajar por la ruta polaca de Primo Levi, y el azar ha querido que sea precisamente en estas fechas. Por tal razón, estaré ausente también de esta bitácora hasta el día 1 de septiembre. Animo a los forasteros a acudir a las fiestas de Añora, donde serán recibidos con la hospitalidad y cordialidad acostumbrada, y deseo a los noriegos unos días de hermandad por encima de toda diferencia -necesaria- de pensamiento.

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