El puente
Cerro del Cuerno/28Hay cosas sobre las que uno ya no sabe qué decir, tantas son las veces que hubo de escribir sobre ellas. Ea, ya está aquí otra vez el pesado del puente. El Puente de la Dehesa, esa metáfora de lo que sucede. Se trata de un puente de cinco ojos decrecientes enladrillados en arco de medio punto, con un tablero a dos aguas que le concede la estampa triangular tan habitual en otros puentes antiguos de la comarca. Se encuentra, semiescondido por desafortunadas actuaciones recientes, al paso del Guadarramilla en la carretera que va de Añora a la dehesa de la Vera, muy próximo a la A-420, y, según la inscripción que consta en uno de sus laterales, fue [¿re?]edificado a finales del siglo XVIII, aunque a la imaginación popular le gusta pensar que es de origen romano, y quizás lo sea, dada la proximidad de un yacimiento arqueológico de esa época. El declive, tras cumplir con su función durante al menos doscientos años, le llegó a mediados de los años ochenta del siglo pasado, cuando el Ayuntamiento de la localidad decidió que, puesto que iba a construir uno nuevo a su lado, de nada servía ya aquella antigualla, así que inició su desmantelamiento derribando las grandes losas que cubrían sus pretiles. Afortunadamente, el atropello se detuvo a tiempo, pero cierto daño ya estaba causado, y aunque luego se efectuó un paripé reparador, el puente ha permanecido en un estado lamentable de abandono durante veinte años, sin que los sucesivos alcaldes de Añora, de distintos partidos políticos, se hayan interesado mínimamente por él hasta este momento. Ahora, recientemente, ha sido víctima de nuevas actuaciones que no pueden calificarse más que de vandálicas. Personas anónimas han derribado, se desconoce con qué intención, casi por completo un buen tramo de uno de los pretiles y se ha despojado al otro de las losas de protección que al menos han impedido que durante estos años las lluvias causaran excesivo daño en sus muros. Los flancos se encuentran ahora casi totalmente desprotegidos y, de continuar en este estado, no tardaremos muchos años en verlo totalmente en ruinas.
Ahora podría soltar el rollo aquél de la necesidad de conservación del patrimonio histórico monumental, de la memoria de los antepasados y del turismo rural. Pero quisiera esta vez concentrar todos mis esfuerzos en suplicar al alcalde de Añora, que tan sensible se ha mostrado en otros aspectos de recuperación arquitectónica popular y al que también alcanza la responsabilidad por el estado actual, que dedique un poco de atención y de dinero a la restauración definitiva de este puente, que ya, hoy, resulta urgente.
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