Por alusiones
Sobre el fabuloso poder de la palabra escrita debe saber mucho más que yo el señor López Andrada, que ha hecho de ella su ocupación vocacional. Una simple palabra impresa es más poderosa que mil de ellas dichas con todo el énfasis posible en la barra de un bar, en el púlpito de una iglesia o en un escaño del parlamento. Y sólo hay una razón para ello, que ya hace más de dos mil años descubrieron los latinos: verba volant, scripta manent. Siempre puede haber dudas sobre lo que se dijo, pero lo escrito lo está para la eternidad, y ya no hay manera de volverse atrás. Una vez escrita, sólo cabe defender la idea con gallardía, demostrando que es producto de una grave reflexión y que, equivocada o no, responde a una convicción meditada y avalada por razones.Yo tengo escritos en Solienses (que, recordémoslo por si hace falta, es tan sólo una página personal) varios artículos sobre el escritor Alejandro López Andrada, pero ninguno sobre el ciudadano Alejandro López Andrada. Todas mis alusiones a su figura lo son en cuanto autor que escribe libros y los publica para que la gente los lea y opine sobre ellos. No concibo otro objetivo para la literatura que mover a la reflexión, y me parece por ello absurdo que un autor pida que no se comente su obra. Nunca me he referido a él como sujeto individual, ni he puesto de relieve posibles defectos personales, puesto que, si los tiene, los desconozco. Sólo he juzgado críticamente (siempre desde la perspectiva de un lector aficionado) su obra literaria, que he leído casi en su totalidad (y no creo que haya muchas personas que puedan decir lo mismo), aunque no sea la suya el tipo de literatura que prefiero. Me interesa lo que escribe porque habla de mi tierra y, por tanto, de algún modo, de mí mismo, y me creo por eso en el derecho de poder replicar, de contraponer criterios, de aportar mi visión de una realidad cultural de la que tengo algún conocimiento y para lo que poseo alguna capacidad.
Por eso, cuando uno lee todo el catálogo de improperios que el señor López Andrada ha tenido a bien dirigirme (todos ellos referidos a mi persona, ninguno relativo a lo que escribo), queda necesariamente desconcertado, pues no se esperaría esa confusión de planos en una persona culta y educada. Y el desconcierto se vuelve indignación cuando en pocas horas se da un navajazo y se pretende que aquí no ha pasado nada, y se ofrece un perdón no solicitado. Pero bebo agua y me repongo. Como dije con motivo de otra desafortunada intervención, sostengo todo lo que he escrito sobre la obra de Alejandro, porque es producto de mi reflexión y no desahogo de una madrugada insomne, y porque me asiste el derecho a expresarme libremente sobre una obra literaria publicada que cuenta con ilustres defensores y apologistas, y porque considero que la opinión crítica adversa es un riesgo que debe correr todo artista que decide exponer su obra al público, y todo ello aunque al hacerlo yo mismo me exponga a opiniones adversas, críticas u ofensivas, que me desagradan profundamente, como a cualquiera, pero que acepto resignado como un mal menor que garantiza y sustenta otros bienes supremos.
4 comentarios :
Después de todo el conflicto no queda más que concluir que Alejandro, una vez más, ha dado un penoso espectáculo.
Seamos sinceros, en el fondo todos estamos deseando ver a Alejandro y Antonio en un cara a cara en Salsa Rosa.
Bueno y ya q estamos, tb estaria bien otro cara a cara con el senador de hinojosa, aqi morbo q no falte, lanza el guante antonio, lanza el guante, con dia, hora y sitio
¿¿¿Espectaculo penoso Alejandro??? Lo que da pena aquí es tanta envidia... Pero gracias a su LITERATURA se conoce el Valle de los Pedroches en los más altos niveles culturales, y el que mire otra cosa o saque las cosas de quicio es un poco necio.
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