
Eduardo Escot llevó durante todo un año una chaqueta con agujeros de bala y un número que no era el suyo. Fue uno de los 1.494 andaluces que fueron deportados a los campos de exterminio de la Alemania nazi y cuyos nombres e historias han sido ahora recogidos en el libro 
Andaluces en los campos de Mauthausen por Sandra Checa, Ángel del Río y Ricardo Martín. La mayoría de los deportados habían sido combatientes en la guerra civil española, que cruzaron la frontera francesa tras la derrota republicana del 39 para acabar en campos de refugiados franceses. Al ser invadido aquel país, y en una cruel espiral del destino, fueron apresados por los nazis y, tras desentenderse de ellos el gobierno español, conducidos a campos de exterminio, de donde apenas salieron con vida 
uno de cada tres. Principalmente fueron recluidos en el de 
Gusen, un subcampo de 
Mauthausen, dos más 
de tantos nombres que no pueden leerse sin horror. Entre esos 1.494 andaluces 
había 117 de Los Pedroches (
aquí algunos nombres), para los cuales no queda más justicia que la memoria ni más traición que el 
olvido.
 
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