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Los libros y un amor prohibido

El autor muestra el libro, ayer en el patio del Instituto Luis de Góngora de Córdoba.

Respondiendo a mi llamamiento, cuatro amigos de Solienses me han enviado fotos de la presentación anoche en Córdoba del nuevo libro de Francisco Antonio Carrasco La maldición de madame Bovary. Hasta un total de diez imágenes, de las que aquí publico algunas y las otras quedan en archivo para futuras ocasiones. Muchísimas gracias a los amables colaboradores, que permiten con su gesto generoso un aporte esencialmente novedoso a este comentario.

Según informa hoy la prensa, La maldición de Madame Bovary gira en torno a los libros y a un amor prohibido, y constituye un alegato contra cualquier guerra y sus fatales consecuencias. La presentación, que tuvo lugar en una capilla del Instituto Luis de Góngora repleta de público, fue realizada, con la solvencia acostumbrada, por Vicente Luis Mora. El autor leyó fragmentos de su obra, que agradaron a los presentes.

El libro aún no se ofrece en las librerías virtuales, así que habrá que acercarse a las tradicionales, adquirirlo, leerlo... y después opinar.


De izquierda a derecha: Vicente Luis Mora, escritor; Francisco A. Carrasco, autor del libro presentado; Juan Pérez Cubillo, director del Instituto Luis de Góngora, y Antonio Huerga, editor.


Francisco A. Carrasco lee un fragmento de su libro.

2 comentarios :

Anónimo | miércoles, marzo 28, 2007 2:54:00 p. m.

Uno que estuvo allí dice que el marco de la capilla era un lujo, ese lujo que cada uno de nosotros quisiera tener para disfrutar de la vida y el tiempo. Pero la acústica no era buena. Aunque la fuerza que en sí tiene la palabra es capaz de suplir toda deficiencia. La presentación de Vicente no me agradó, lo cual no quiere decir que no fuese acorde con el libro y la capilla. Hay que bucear en un libro antes de presentar ese libro. Si no hay tiempo suficiente para hacerlo porque la vida y los compromisos nos tienen atosigados, pues se deja para otra ocasión. Es la opinión de uno que estuvo allí escuchando y mirando. En algunos momentos disfrutando. Yo aconsejaría a los prosistas que no leyeran su prosa porque no hay una visión de conjunto y el público se desorienta. Si son relatos cortos sí. Los largos y las novelas son para leerlos en casa. La poesía sí se lee en público porque un poema empieza y acaba. Es una delicia escuchar poesía en esa capilla. Yo aconsejaría a los presentadores de textos en esa capilla del Góngora que lo hicieran igual que si fueran a decir una misa, empezando por el Introito. La guitarra del final sonó a gloria. Del libro, como dice Antonio,ya hablaremos.

Anónimo | jueves, abril 05, 2007 5:17:00 p. m.

Ha sido muy agradable recalar por azar, y darme a la lectura, en esta bella esquina española.


Saludos...

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