La escuela en Pedroche
Hay imágenes que explican toda una vida. ¿Necesita comentarios esta fotografía?. Lo que ha sido la historia de España durante los últimos cincuenta años, hasta hoy inclusive, está explicado en esa estampa escolar de 1968, que forma parte de una magnífica colección titulada "La escuela en Pedroche" expuesta en Flickr por el Ayuntamiento de Pedroche. El contraste resulta tan brutal que posiblemente nadie en su momento lo apreciara: la rotundidad severa del negro adulto frente a la blanca inocencia de los infantes; la pesadez de esas manos impositivas, tan lejanas de la caricia afectuosa, frente a los brazos cruzados en rebeldía de los discípulos; la sonrisa satisfecha de quien desvía la vista frente a la mirada desafiante de los alumnos, especialmente la niña, en cuyos ojos profundamente retadores se alcanza a ver un rayo verde de esperanza...
Quizás por deformación profesional, las fotografías escolares siempre me han despertado una gran ternura. Mis favoritas son las de aquellos inmensos grupos escolares de principios de siglo, donde se apiñaban alumnos de todas las edades alrededor de su maestro o maestra, que solía ocupar el centro de la imagen con una dignidad mayestática. Igual que en el aula, la separación por sexos solía ser radical, y por eso me ha llamado la atención este grupo de Pedroche, donde conviven en pacífica armonía niños y niñas. Los maestros de aquellas fotos muestran siempre un rostro perturbadoramente sereno, que pareciera incompatible con la turbamulta que adivinamos a su cuidado. Ellos casi siempre visten un traje cuya chaqueta se insinúa raída por el uso y la ciencia. Los alumnos frecuentemente aparecen descalzos y sus caras iluminan otras tantas historias, muchas veces terribles. Pero lo que más me inquietó siempre de estos grupos escolares fue la soledad que transmiten. La soledad de todo el grupo, como si esa imagen plasmada en un instante contuviera un gesto de ausencia, un reflejo insoportable de promesas que sucumbirían sin nacer. La soledad del maestro y la maestra, necesariamente inútiles en tan inalcanzable labor y, más tremendo aún, conscientes de ello. Todos solos frente a lo que habría de venir, con tan sola la felicidad de ignorar el futuro y quizás el presente.
Algunas de las imágenes que se muestran son auténticas obras de arte, como esta fotografía exquisitamente coloreada, pero la maestría del artísta consigue su satisfacción en un género con tan poco margen para la creatividad (ya saben, teléfono, mapa de España y enciclopedia Álvarez) gracias a perfección de los modelos: cada una de las fotos individuales que ahí se recogen merecería un comentario particular que contara el relato escrito en esos rostros, pero baste la sobriedad argumental de esta última. ¿Quién, mirando esos ojos en tan triste desamparo, no siente ganas de llorar?
12 comentarios :
Amigo Antonio: No sé si has conocido el personaje vestido de negro en contraste con el blanco de los niños y las mano, no impositivas sino cariñosas y paternales sobre las cabecitas de los alumnos.
Era el obispo Fernández-Conde y García del Rebollar, venido desde el Vaticano a la diócesis de Córdoba. Era natural de Puertollano, donde tú ejerces la misión de enseñar. Ese obispo tenía un corazón tan grande que no le cabía en el cuerpo. Era bonachón, como muestra claramente su soma. Prueba de ello es qwue en sus visitas a los pueblos no se dejaba atras ningún aspecto humano porque rebosaba humanidad por todos los poros de su piel.
Para estas fotos esta canción que cantábamos a la salida de la escuela , previo a un himno, a principio de los años 60.
Ya de descanso la hora llegó.
Vamos a casa sin distracción.
A ver a nuestros padres que allí estarán.
Unos mil besos le hemos de dar.
Maestra querida de mi corazón.
El Señor la guarde vaya usted con Dios.
"La pesadez de esas manos impositivas tan lejanas de la caricia afecuosa, frente a los brazos cruzados en rebeldía de los alumnos".
¡Lo que se llega a leer... y a escribir!
Y yo digo, ¿los prejuicios estúpidos, los clichés gratuitos y los fantasmas mentales?
Me parece que Antonio ha sido exquisito en su opinión, porque de la primera foto se podrían decir muchas más cosas que seguramente escandalizarian a los comentaristas. Lo que para unos es bondad para otros puede ser soberbia y lo que para unos es cariño para otros puede ser imposición. Depende desde que lado se miren las cosas. La fotografia muestra muy claramente la dominacion que la iglesia ejercia sobre la escuela, sobre la educacion en general, y ese es el problema, que la iglesia aun no se ha enterado de que la historia ha cambiado, y quiere seguir como siempre, en el centro del universo.
No hay ningun fantasma mental en pensar lo que ha sido la iglesia durante el franquismo.
Y tan fantasmas, tan negros, con tanto poder. De la mano, siempre del poder, llevando bajo palio al enano y a su mujer!
Sí, es cierto, lo clerical tuvo gran y enorme influencia en su tiempo. Ahora, en cambio lo anticlerical, el revanchismo y el odio hacia lo clerical es lo más extendido e "influyente".
Sí, de la foto se infiere sin duda alguna la imposición de las manos, tan lejanas de lo afectuoso... y también se infiere el poder parasicológico que tienen algunos de meterse en la mente y el corazón de los otros.
Hace escasos días me gustó volver a escucharlo:
"Bienaventurados vosotros cuando os injurien, os calumnien y os persigan de alguna forma por mi causa, estad alegres y contentos porque vuestra recompensa será grande en el cielo".
Pues entonces el pobre Zapatero ya tiene ganado el cielo, porque desde la COPE, la emisora de los obispos, todos los días lo injurian y lo calumnian.
Zapatero, con su alianza de civilizaciones, va a traer ya el cielo a la tierra.
Oye, que yo lo único que hice, fue hacer una foto de un cura en una escuela, lo demás son imaginacines vuestras.
Trabajo en clase: Comentario de una foto episcopal.
"Foto en blanco y negro de los años 60. Microescuela convenientemente retocada en la junta de los ladrillos ocultando el sucio color del cemento. Un Obispo ocupa la parte central de forma que nadie puede evitar centrar en él su mirada. Hay monotonía de lluvia entre los escolares. Sus baberitos blancos los han lavado las madres concienzudamente porque la señorita les ha venido diciendo durante la semana que va a venir el señor Obispo. La actitud paternal del epíscope, me acabo de inventar el vocablo, está repetida iconográficamente, ¡qué palabra más larga!, en artes plásticas y devocionarios. El señor Obispo sólo ha movido los brazos e, inconscientemente, han ido a posarse sobre las inocentes cabecitas. Allí estaba el fotógrafo. No creo que el fotógrafo le dijera al señor Obispo cómo tenía que ponerse. La pizarra está inmaculada. Esto habla mucho en favor de la señorita, que se dejó de pamplinas, Dios creó al hombre, hombre y mujer los creó, y de frases de bienvenida. Nada. La pizarra haciendo juego con la sotana de García del Rebollar. Banderines en las paredes. Los hay de todas los colores y anagramas. Un misterio para mí esto de los banderines. Lechuza común, creo, y ramillete de flores silvestres detrás del cura. Niños de brazos cruzados, ensayada esta postura una vez y otra con la señora maestra. Pero nadie puede evitar que los brazos del nene se descompongan mientras que la niña, de recia raigambre pedrocheña, mantiene sus brazos como le oyó decir a su maestra.Detrás un escolar se levanta sabiendo que no lo ve el Obispo. Otro se toca inocentemente la nariz. No se ve ni al Sr. Inspector, que estaba allí, seguro, ni al parroco de la Transfiguración de El Salvador, que también estaba, ni al Sr. Alcalde que en esos años también tenía que estar. Muy buena foto. La luz envidiable. La visita quedó fielmente recogida para la posteridad. Como es un trabajo de clase me parece que con esto basta. El fotografo del comentario tiene razón. Lo que él hizo fue darle al botón.
Angel que le pinten
demonio que le parece.
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