Solienses: 1 de mayo, 13.00 horas: Veredas

1 de mayo, 13.00 horas: Veredas

La imagen de la Virgen de Veredas es levantada al cielo momentos antes de ser introducida de nuevo en su ermita, ayer en Torrecampo.

En las cuatro fiestas populares de Los Pedroches a las que he podido asistir este apretado fin de semana he encontrado signos asombrosos. Todas ellas son, presuntamente, celebraciones religiosas, de vírgenes y cruces, pero al observador allí, entre el gentío, le cuesta realmente distinguir el sentimiento piadoso como predominante y lo que más se aprecia son otros componentes antropológicos de la fiesta más cercanos al paganismo -o, mejor aún: al más puro hedonismo- que a la religión. Y en algunas de ellas, además, la confusión entre lo cívil y lo religioso alcanza cotas, como veremos, de alto desconcierto.

Ermita de la Virgen de Veredas, 13.00 horas. A poco de llegar comienza uno de los momentos de mayor intensidad simbólica de la celebración: la procesión de la sagrada imagen alrededor de la ermita. El entorno, como ya es consustancial a todas las romerías de la comarca, ha sido profundamente adulterado por todo el cortejo de mercachifles ruidosos (visual y acústicamente) que invaden los bellos parajes donde se realizan estos encuentros con la divinidad. Ello resta algo de autenticidad al momento, pero, aún así, logrando abstraerse con esfuerzo, uno siente presenciar un regreso al primitivismo devocional de nuestros ancestros. Las procesiones alrededor de los santuarios constituyen una de las ceremonias más antiguas de celebración ritual con imágenes de vírgenes y santos. Especialmente emotiva para la fe de los creyentes torrecampeños deriva la entrada en el templo tras el recorrido: lógicamente, en esa catarsis colectiva de sentimientos primarios resulta imposible permanecer indiferente, por muy poca que sea la implicación devocional del que observa.

Todo el cortejo va precedido de un festival de banderas multicolores encabezado por la de España y Andalucía. Ignoro su significado en el ritual, pero a eso aludía al hablar de confusión entre lo civil y lo eclesiástico: y esto no era nada, comparado con lo que vendrá.